El sonido de la lluvia golpeando contra la ventana de la oficina de Clara rompió el silencio de la noche. La agencia de publicidad estaba vacía, la mayoría de los empleados ya se habían ido a casa, pero Clara no podía dejar de trabajar. Su mente estaba absorbida en la última campaña, pero había algo más que la desconcentraba. El encuentro con Julian en la conferencia, sus palabras enigmáticas y su presencia, seguían rondando su cabeza.
Recibió un correo electrónico a las 9:15 p.m. con el asunto “Urgente: necesito tu ayuda”. Era de Julian.
Clara frunció el ceño mientras leía el mensaje:
"Clara, sé que esto puede parecer extraño, pero necesito que me ayudes con algo. Sé que tienes el talento para resolverlo. Si decides ayudarme, te explicaré todo. Si no lo haces, no hay problema. Pero créeme, lo que te voy a pedir es importante. Necesito tu respuesta esta noche. Si no lo haces, no volveré a molestarte."
Algo en las palabras de Julian la hizo dudar. ¿Por qué ella? ¿Por qué tan urgente? Sabía que si aceptaba, se adentraría en un mundo con el que no estaba familiarizada, pero la curiosidad pudo más que la razón. Tenía que saber de qué se trataba.
Respiró hondo y, después de varios segundos de incertidumbre, escribió una respuesta.
"Estoy dispuesta. ¿Qué necesitas?"
Poco después, Julian respondió.
"Nos vemos en el lugar de siempre, a las 11.00 p.m. No te preocupes por el qué, solo confía."
El lugar de siempre era un café discreto, alejado del bullicio de la ciudad, donde nadie los conocería. Clara sintió una mezcla de emoción y desconcierto. La urgencia de la situación era palpable, y la promesa de respuestas la mantenía inquieta.
Eran las 10:45 p.m. cuando Clara estacionó su coche frente al café. La ciudad estaba en silencio, iluminada solo por las luces de los faroles que reflejaban la lluvia en el asfalto. Al entrar, el lugar estaba casi vacío, solo un par de personas sentadas en una esquina, sus murmullos apagados por el sonido suave de la música de fondo.
Julian ya estaba allí, sentado en una mesa en el rincón más apartado del local. Al verlo, un escalofrío recorrió la espalda de Clara. Algo en su actitud, en su mirada, le daba la sensación de que estaba a punto de ser arrastrada hacia un mundo del que no podría escapar tan fácilmente.
Se acercó lentamente a su mesa. Julian levantó la vista y, con una sonrisa que no alcanzaba a tranquilizarla, la invitó a sentarse.
—Gracias por venir —dijo Julian, su voz grave y calmada como siempre—. Necesito tu ayuda con algo que puede cambiar todo. No sé si alguna vez has oído hablar del "Archivo X", pero lo que contiene es más grande de lo que imaginas.
Clara frunció el ceño. No le gustaban las introducciones misteriosas.
—¿El Archivo X? ¿Qué es eso? —preguntó, intentando no mostrar su creciente preocupación.
Julian miró alrededor, como si asegurándose de que nadie estuviera prestando atención a su conversación. Luego, le hizo una seña a la camarera para que se acercara y le trajera un café negro, sin azúcar.
—No puedes saber lo que es aún, Clara. Pero te voy a contar lo que sé. Y espero que lo que decidas hacer con esta información no nos cueste a ambos la vida.
Clara se tensó. La seriedad en su voz le hizo sentir que este no era un juego. Algo mucho más grande estaba en juego, y ella acababa de convertirse en una pieza importante de ese rompecabezas.
—¿De qué estás hablando, Julian? —dijo, con la voz un poco más baja. La situación se sentía como un giro inesperado en una historia que ya era complicada.
—Hay algo que descubrí hace unos días —comenzó Julian, mirando fijamente a Clara—. Un archivo oculto, algo que involucra a personas que no deben estar involucradas. Lo que está contenido en ese archivo puede destruir carreras, gobiernos, y organizaciones enteras. Pero lo que es más importante, alguien está buscando ese archivo. Y no son personas comunes. Son los que controlan todo, los que mueven los hilos desde las sombras.
Clara lo miró, incrédula. ¿Qué tipo de historia era esa?
—¿Y qué quieres que haga yo? —preguntó, aunque la intriga ya comenzaba a superarla.
—Tu habilidad para analizar datos es lo que necesito —dijo Julian, con una mirada intensa—. Sabes cómo encontrar lo que otros no ven. Si logramos abrir ese archivo, tendremos toda la información que necesitamos para cambiar las reglas del juego. Pero también seremos un objetivo.
Clara sintió un nudo en el estómago. La gravedad de la situación era clara. No podía dar marcha atrás. Estaba atrapada en algo mucho más grande de lo que había imaginado. Sin embargo, había algo en el aire, algo que la mantenía allí, como si no pudiera alejarse sin saber la verdad.
—¿Por qué yo, Julian? —preguntó, su voz temblorosa. Algo no encajaba.
Julian hizo una pausa antes de hablar, su mirada suave pero con un fondo de determinación.
—Porque tú eres la única que puede hacerlo.
El sonido de su teléfono vibrando en la mesa interrumpió el tenso silencio que se había formado entre ellos. Clara miró la pantalla y vio un mensaje desconocido. El texto la dejó sin aliento:
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romance contemporaneo, suspenso y misterio, drama psicológico
Editado: 15.02.2025