Clara estaba furiosa. El aire en la habitación pesaba, cargado de silencios no pronunciados, de secretos a punto de salir a la luz. Después de todo lo que había descubierto, de las pistas, de las mentiras y de los susurros en la oscuridad, ya no podía seguir ignorando la verdad. Quería respuestas. Necesitaba saber qué había estado ocultándole Julian, y no importaba cuánto tuviera que exigirlo.
Entró en la casa de Julian sin previo aviso, el rostro marcado por la rabia y la desconfianza. Él la miró desde la puerta del salón, una expresión vacía en su rostro, como si esperara que esto sucediera desde hacía tiempo.
— **¡Basta, Julian! —exclamó Clara, avanzando hacia él con pasos firmes y decididos—. ¡Voy a escuchar toda la verdad ahora mismo! No me importa qué tengas que decir, pero voy a saberlo todo. Lo que me has ocultado, lo que has estado escondiendo de mí... quiero saberlo todo. ¡Ahora!
Julian respiró hondo, como si se estuviera preparando para enfrentarse a algo mucho más grande que lo que podía imaginar. Ella lo miraba con una intensidad que hacía que sus propios miedos emergieran a la superficie. Por un momento, vaciló, pero al final, no pudo evitar mirarla fijamente, sintiendo el peso de su ira.
— **Clara... —empezó, su voz más suave de lo habitual—. Sé que has estado buscando respuestas. Pero hay cosas que no puedo contarte. No todo. Hay... riesgos que no imaginas.
— ¡No me digas que no puedes! —interrumpió Clara, su tono más cortante que nunca—. ¡Tú me metiste en esto, Julian! Tú me arrastraste a este juego. ¡Y ahora me dices que no puedo saber la verdad! ¡Tienes que decirme todo! Cada palabra, cada detalle... ¡Ahora mismo!
Por un momento, Julian se quedó en silencio, observándola, como si estuviera sopesando sus opciones. Clara pudo ver una sombra de preocupación en sus ojos, pero también algo más: una especie de cansancio, como si llevara demasiado tiempo cargando con ese secreto. Finalmente, asintió, resignado.
— **Está bien... —dijo, su voz grave—. Lo que pasa es que no es tan simple, Clara. Mi vida... mi vida no es lo que te he mostrado. Hay cosas que no te he contado porque sabía que no lo entenderías. No quiero poner en peligro lo que estamos construyendo, lo que hemos... —se detuvo, vacilando por un momento antes de seguir—. Pero ya no puedo seguir con esto. No con este peso en mi conciencia.
Se sentó en el sillón y le hizo un gesto para que se acercara. Clara lo miró un segundo, luego se acercó, con el corazón acelerado. Algo en su pecho se tensó, pero se obligó a mantenerse firme.
— Te lo diré todo, pero debes entender que... que no puedo decirte todo —continuó Julian, su mirada baja, evitando su rostro—. Lo que sabes ahora no es más que una parte de lo que realmente está pasando. Pero hay cosas que... que están fuera de mi control. Cosas que son mucho más grandes que tú o que yo.
Clara lo observó con una mezcla de confusión y desesperación. Él comenzó a contarle, omitiendo detalles, suavizando los bordes más afilados de la verdad. Habló de los contactos secretos, de las conspiraciones en las que había estado involucrado, de las misiones a las que se había visto obligado a participar. Pero lo que no le dijo fue lo más importante: por qué la había traído a todo eso, cuál era su verdadero propósito en su vida.
Lo que sí le reveló fue su vida oculta como parte de una organización clandestina, un engranaje dentro de un sistema de espionaje y manipulación, pero también le confesó algo que jamás había planeado contar: su conexión con ella, lo importante que había llegado a ser para él. Le explicó que, desde que la conoció, todo había cambiado, pero no podía permitir que su vida se viera arrastrada al caos que él había causado.
— He hecho cosas... cosas terribles, Clara —dijo Julian, con una mirada que reflejaba arrepentimiento—. Pero lo que siento por ti es real. Y ahora... ahora no puedo alejarme de ti. Ni quiero hacerlo. No hay marcha atrás, y si me aceptas, si aceptas esto, será para siempre. Yo... yo te necesito.
Clara escuchó en silencio, su mente dando vueltas, procesando todo lo que acababa de escuchar. No era lo que había esperado, pero sí lo que había temido: que Julian estuviera envuelto en algo mucho más grande, más oscuro, de lo que ella podía imaginar. Sin embargo, en su interior sentía que había algo más que no estaba siendo dicho, algo que lo unía a ella de una forma más profunda de lo que él había revelado.
Después de unos largos segundos de tensión, Clara levantó la vista, miró a Julian directamente a los ojos, y aunque sentía una mezcla de miedo y desconcierto, también reconoció algo en su interior: un deseo de no rendirse, de seguir adelante con él, de no dejarlo ir.
— Lo sé, Julian. No sé todo, pero sé lo suficiente para entender que no puedo irme ahora. Si esto es lo que somos, si esto es lo que tú eres... entonces lo acepto. Yo también te necesito.
Julian la miró sorprendido, como si no creyera lo que acababa de escuchar. Pero luego, algo en su rostro cambió, y un destello de alivio pasó por sus ojos.
— Entonces, es definitivo. —dijo Julian, su voz más suave que nunca—. A partir de ahora, no hay vuelta atrás. Estamos juntos en esto, Clara. Juntos, para siempre.
Sin decir una palabra más, Clara se acercó a él, y él la abrazó, rodeándola con sus brazos. El contacto entre ellos fue como una chispa en la oscuridad. Era el inicio de algo nuevo, un pacto sin palabras, un compromiso que los uniría para siempre. Un lazo irrompible se formaba entre ellos, tan fuerte como el secreto que ahora compartían.
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romance contemporaneo, suspenso y misterio, drama psicológico
Editado: 15.02.2025