La brisa nocturna acariciaba el rostro de Clara mientras caminaba con pasos firmes hacia el departamento de Julián. Había pasado el día entero pensando en todo lo que él le había confesado. Aunque había jurado quedarse a su lado, la sensación de que aún no sabía todo la carcomía. Clara sentía que cada palabra de Julián era una pieza de un rompecabezas que él estaba armando a su manera, dejando huecos que ella no podía ignorar.
Cuando llegó, Julián estaba sentado frente a su computadora, con la mirada fija en la pantalla. Un leve reflejo azul iluminaba su rostro, haciéndolo parecer casi inhumano.
—Llegas tarde —dijo sin apartar la vista de la pantalla.
Clara cerró la puerta tras de sí, dejando caer su bolso en el suelo con un golpe seco.
—Ya basta de juegos, Julián —dijo, su voz firme y llena de determinación—. Necesito saber todo, ahora. No más verdades a medias, no más mentiras disfrazadas.
Julián finalmente apartó la mirada de la pantalla y se giró hacia ella. Su expresión era serena, pero sus ojos traicionaban un atisbo de nerviosismo.
—Clara, ya te lo dije todo. No hay nada más que...
—¡No me mientas! —interrumpió, dando un paso al frente—. He visto cómo actúabas hoy, cómo mirabas tu teléfono cada dos segundos. Estás escondiendo algo. Y si quieres que confíe en ti, es mejor que me lo digas ahora.
Por un instante, el silencio llenó la habitación. Julián respiró hondo, se levantó y caminó hacia la ventana. Desde allí, podía ver las luces de la ciudad parpadeando en la distancia.
—Hay cosas que es mejor que no sepas, Clara —dijo finalmente, con la voz cargada de un peso que ella no había escuchado antes—. Si supieras todo... podría ponerte en peligro.
Clara lo siguió hasta la ventana, cruzándose de brazos.
—Julián, ya estoy en peligro. Lo estuve desde el momento en que te conocí. Si vamos a enfrentarlo juntos, necesito la verdad. Toda la verdad.
Él giró la cabeza hacia ella, y por un momento, Clara vio algo en sus ojos que nunca había visto antes: miedo. Finalmente, asintió con un leve movimiento de cabeza y se alejó de la ventana, caminando hacia una estantería al fondo de la habitación. Con cuidado, sacó un libro grueso de tapas negras y lo colocó sobre la mesa. Luego, con un movimiento rápido, presionó un botón oculto en el lomo del libro.
Un suave clic resonó en el silencio, y la pared junto a la estantería se desplazó lentamente, revelando una habitación secreta. Clara contuvo la respiración mientras seguía a Julián hacia el interior.
La habitación estaba llena de tecnología avanzada: pantallas, equipos de comunicación y mapas con pines que marcaban ubicaciones por todo el mundo. Pero lo que captó su atención fue un panel de vidrio al fondo, donde había una fotografía de ella.
—¿Qué es esto? —preguntó Clara, con la voz temblorosa.
Julián se acercó al panel y lo tocó suavemente.
—Esto es lo que querías saber. Mi trabajo, mi vida. Éste soy yo, Clara. Lo que ves aquí es solo una parte de lo que he hecho. Pero hay algo más...
Se detuvo, como si las palabras se atragantaran en su garganta. Clara dio un paso al frente, buscando su mirada.
—¿Por qué hay una foto mía aquí? —insistió.
Julián la miró directamente a los ojos y, por primera vez, habló sin rodeos.
—Clara, antes de conocerte... yo ya sabía quién eras. No fue casualidad que nuestras vidas se cruzaran. Fui enviado para acercarme a ti, para protegerte. Pero también para vigilarte.
El mundo de Clara pareció tambalearse. Las palabras de Julián resonaron en su mente mientras intentaba procesar lo que él acababa de confesar.
—¿Vigilarme? ¿Por qué? ¿Qué tienes que protegerme?
Él suspiró y se pasó una mano por el cabello, como si estuviera decidiendo hasta dónde podía llegar con su explicación.
—Hay personas que quieren algo de ti, Clara. Algo que ni siquiera tú sabes que tienes. Y yo soy la única barrera entre ellos y tú.
Clara dio un paso hacia atrás, con el corazón latiendo con fuerza.
—¿Qué es lo que tengo? ¿Por qué no me lo dijiste antes?
Julián extendió las manos hacia ella, intentando calmarla.
—Todavía no lo sabemos. Pero ellos creen que lo tienes. Y harán lo que sea para encontrarte.
Antes de que Clara pudiera responder, un ruido ensordecedor interrumpió la tensión. La puerta principal del departamento fue derribada con un estruendo, y varias sombras se movieron rápidamente hacia ellos. Julián reaccionó al instante, empujando a Clara detrás de él.
—¡Corre! —gritó mientras sacaba un arma oculta debajo de su chaqueta.
Pero Clara no se movió. Estaba cansada de correr, cansada de no entender. Y ahora, por primera vez, estaba decidida a enfrentarse a la verdad, aunque significara arriesgarlo todo.
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romance contemporaneo, suspenso y misterio, drama psicológico
Editado: 15.02.2025