La puerta se desplomó con un estruendo seco, rompiendo la calma de la noche como una bomba que detonaba en el corazón del apartamento. En el umbral, cuatro figuras enmascaradas avanzaron con precisión milimétrica, sus pasos amortiguados por botas diseñadas para moverse como espectros. En sus manos llevaban armas no letales, aunque el acero de las esposas que colgaban de sus cinturones hablaba de una amenaza innegable.
Uno de ellos, el líder, conocido solo como "Sable", levantó una mano en señal de alto. Su voz, amortiguada por la máscara, sonó firme y fría.
—Divídanse. Busquen en cada rincón. No sabemos si hay otros aquí.
El equipo se dispersó en silencio. Sus movimientos eran coordinados, como si fueran piezas de un engranaje que había sido pulido hasta la perfección. Mientras uno revisaba el salón, otro avanzó hacia el dormitorio, y un tercero escaneaba las ventanas para asegurarse de que nadie pudiera escapar.
Sable caminó hacia la mesa del comedor, sus ojos clavándose en la laptop abierta y en los papeles desordenados que Clara había dejado allí antes de su discusión con Julian. "Informe de campañas publicitarias" decía uno de los documentos, pero era evidente que no era lo único que se encontraba allí. Entre los papeles, una lista de nombres destacaba en negritas. Algunos eran desconocidos, pero otros... Sable frunció el ceño al leer uno que reconoció de inmediato.
—Aquí hay algo importante —murmuró para sí mismo, deslizando un dispositivo compacto sobre la laptop. En segundos, comenzó a copiar todos los archivos de la máquina.
En la habitación, otro agente, conocido como "Cuervo", inspeccionaba un cajón lleno de ropa de Clara. Era evidente que allí no había nada útil, pero su atención fue capturada por una carpeta de cuero oscuro que descansaba en la mesita de noche. La abrió con cuidado y encontró fotografías, aparentemente viejas, de una joven Clara junto a un hombre que no era Julian. En la parte trasera de una de las fotos, con caligrafía elegante, se leía: "Siempre juntos, aunque nos separen mundos. —M."
Cuervo guardó las fotos en su mochila, aunque algo en ellas le provocó una sensación de inquietud.
Mientras tanto, en el baño, el cuarto miembro del equipo, apodado "Lince", revisaba con precisión quirúrgica cada rincón. Abrió un pequeño botiquín y encontró una caja que no debería estar allí. Era un teléfono desechable. Lo encendió, y al ver los últimos mensajes enviados, soltó un silbido bajo.
—Sable, tienes que ver esto.
Sable llegó al baño en segundos. Lince le mostró la pantalla del teléfono. Un mensaje enviado esa misma noche decía: "Lo encontré. Pero necesitamos actuar rápido. Hay más en juego de lo que creíamos".
—¿Quién lo envió? —preguntó Sable con un tono cortante.
—Número anónimo. Pero está claro que Clara no es una simple civil.
Un silencio cargado de tensión se instaló en la habitación.
—Nos llevamos todo —ordenó Sable. Su mente trabajaba a toda velocidad, tratando de conectar las piezas del rompecabezas que tenían frente a ellos. No era solo Julian quien escondía secretos. Clara parecía estar más implicada de lo que nadie había imaginado.
En el pasillo, un grito interrumpió la calma.
—¡Tenemos movimiento!
El equipo corrió hacia la entrada, donde Zorro, el cuarto integrante, tenía a Julian sometido contra el suelo. Había llegado justo a tiempo para detenerlo antes de que escapara. Julian, sin embargo, no parecía intimidado. Una sonrisa burlona se dibujó en su rostro.
—¿De verdad creen que esto los llevará a alguna parte? —dijo con un tono que bordeaba el desprecio—. Están jugando un juego que no entienden.
Sable se inclinó hacia él, su máscara negra reflejando la tenue luz de la habitación.
—Eso lo decidirán quienes están arriba. Nuestra tarea es llevarte a ti... y a ella.
Julian levantó una ceja, y su mirada, llena de astucia, se clavó en el líder del equipo.
—Buena suerte con eso. Clara no es tan fácil de atrapar como creen.
La frase quedó flotando en el aire, sembrando una duda que Sable no podía permitirse ignorar. No obstante, el tiempo apremiaba.
—Llévenselo. Y asegurémonos de que todo esto llegue al cuartel.
Cuando los cuatro agentes salieron del apartamento con Julian esposado y los objetos recogidos, Clara aún no había regresado. Sin embargo, el eco de su presencia estaba en cada rincón, y los agentes sabían que esa noche, la cacería apenas había comenzado.
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romance contemporaneo, suspenso y misterio, drama psicológico
Editado: 15.02.2025