La sensación de vacío en el apartamento me golpeó como una bofetada. No había señales de Julian, pero el desastre que dejaron quienes lo tomaron era evidente. Papeles tirados, una silla volteada, y la puerta rota. Todo gritaba peligro, pero lo que más me preocupó fue la ausencia de sus cosas personales.
La cabeza me daba vueltas mientras trataba de procesar. ¿Quiénes eran? ¿Qué querían de él? Y, sobre todo, ¿por qué ahora? Pero no había tiempo para preguntas sin respuesta. Tenía que actuar, y rápido.
Me dirigí al dormitorio y comencé a buscar entre nuestras cosas. Julian siempre era cuidadoso, demasiado cuidadoso. Si había dejado algo, sería intencional. Revisé el cajón de su mesita de noche y encontré un pequeño sobre sellado con mi nombre escrito en él. Mi corazón se detuvo por un instante antes de abrirlo.
Dentro había una nota escrita a mano:
"Si estás leyendo esto, significa que me encontraron. No confíes en nadie. En el armario, tercer compartimiento. Es todo lo que necesitas. No lo dudes. Te amo."
Tragué saliva, intentando contener el pánico. Caminé hacia el armario y abrí el compartimiento indicado. Había una caja de metal con una cerradura sencilla. La abrí con una navaja que tenía a mano y encontré un arma pequeña, un mapa, y un teléfono desechable con un solo número guardado.
El mapa tenía un punto marcado en las afueras de la ciudad, un almacén abandonado que conocía de historias que Julian había contado en el pasado. Era evidente que ese era el lugar donde lo tenían.
Tomé todo y me senté en la cama, respirando hondo. La parte racional de mí me decía que esto era una locura, que no tenía entrenamiento, que no era una heroína de película. Pero otra parte, más fuerte, más primitiva, sabía que no podía quedarme de brazos cruzados. Julian estaba en peligro, y si había algo que podía hacer, lo haría.
Encendí el teléfono y marqué el número. La voz al otro lado contestó tras el primer tono.
—¿Clara? —preguntó un hombre con un acento neutral.
—¿Quién eres? —respondí, mi voz más firme de lo que esperaba.
—Soy un amigo de Julian. Y si tienes este teléfono, eso significa que necesitas mi ayuda.
—Necesito encontrarlo.
Un silencio tenso llenó la línea antes de que el hombre hablara nuevamente.
—Bien. Pero tendrás que confiar en mí, y no será fácil. Prepárate. Nos encontramos en una hora.
Colgué, sabiendo que no había vuelta atrás. Me levanté y me puse ropa que permitiera movimiento; nada que me estorbara. Guardé el arma en un bolso cruzado y memoricé el mapa.
Miré la puerta rota por última vez antes de salir del apartamento. Algo en mí había cambiado. Esta no era la misma Clara que existía hace unas horas. Ahora, todo lo que importaba era rescatar a Julian. Y si alguien intentaba detenerme, no lo iban a lograr.
#6138 en Novela romántica
#2630 en Otros
#442 en Acción
romance contemporaneo, suspenso y misterio, drama psicológico
Editado: 15.02.2025