No Estas Solo

CAPÍTULO 4: EL DÍA PERDIDO

 

La abuela se marcha cerrando la puerta de su habitación tras de sí. La luz del sol no demorará en hacerse presente. Eso me tranquiliza un poco. Esta habitación enserio me da mucho miedo.

Pero ya faltan pocas horas para que amanezca.

- Solo tengo que soportar menos de 2 horas aquí solo – me digo. Trata de estar tranquilo.

Me cubro de pies a cabeza con la cobija, trato de cerrar mis ojos y pensar en otras cosas para poder quedarme dormido. Pero es ahí cuando te das cuenta que mientras más tratas de evitar algo, más se acerca a ti.

Por más que trato de poder dormir simplemente no puedo hacerlo.

- ¿Por qué tienes que ser tan miedoso? -  me pregunto. Ya estoy empezando a cansarme de que seas así.

Empiezo a sentir cólera, e impotencia a la vez. ¿Por qué tengo que ser así?

- No tienes por qué sentirte así – me dice una voz dentro de mi cabeza, tu miedo es natural, solo que otros no lo entienden.

Empiezo a recordar que mis primos me habían contado que ellos también sentían un poco de miedo al estar en la habitación de la abuela. Algunos incluso decían haber visto cosas.

- Lo ves, tu miedo es natural – me sigo diciendo. Pero aun así no logro tranquilizarme.

Cierro mis ojos.

- ¿En verdad tienes tanto miedo? -  me dice alguien desde afuera.

Me levanto asustado. Ya es de día. Puedo ver la luz del sol entrando por aquella ventana. Pero ¿en dónde estoy? En la habitación de la abuela no hay ventanas.         

Me pongo de pie rápidamente, ¿Dónde diablos estoy?

Empiezo a mirar con atención la habitación en la que me encuentro, pero no la reconozco, estas paredes, esa ventana, no logro reconocer nada.

Empiezo a caminar hacia la puerta de salida de la habitación. Abro la puerta con cuidado.

- De seguro estoy soñando nuevamente.

- ¿En qué cambiaría si fuera un sueño o no? El miedo es real – escucho que dicen atrás mío. Me paralizo en ese instante. Quisiera no voltear, no quiero ver quien dijo aquellas palabras.

- Hola – vuelve a decir aquella voz.

Trato de ser fuerte, volteo con cuidado y ……

Logro ver aquel que está ahí, aquel que hablo. Es un niño, viste de blanco, su piel es totalmente blanca, sus ojos son azules, pero parece que vagaran. Es extraño, no puedo describirlo bien. No luce tan aterrador, pero desprende algo malo.

- ¿Quién eres tú? – le pregunto.

- Creo que ya sabes la respuesta – me dice con una mirada fría que me congela la sangre. Soy tu amigo. Nos conocemos desde siempre. Bueno, a menos yo te conozco desde siempre.

Perdón por lo de hace unos años, te llevaste un gran susto aquella noche. me mira con aquellos ojos espeluznantes y penetrantes.

- Llego la hora – pronuncia con una sonrisa macabra.

Se me eriza todo el cuerpo, recuerdo aquella noche, la espantosa escena que pude ver, las horribles criaturas que descubrí aquella noche en la sala de mi casa.

- ¿e, e, entonces eras tú? – pronuncio temblando dirigiéndome a él.

- Si claro, fui yo. Perdón. Lo siento – vuelve a decir soltando una carcajada. Debiste ver tu cara, fue muy graciosa, no quise asustarte.

- O ¿Quizás sí? – se pregunta el mismo cambiando a una sonrisa más espeluznante.

En fin, te lo ganaste por curioso y por tener la costumbre de vagar de noche por los pasillos de aquella casa.

- ¿Quién eres? ¿Qué eres? – le pregunto aun teniendo miedo. Aunque poco a poco voy calmándome ¿Esto no es normal? -  me digo.

- ¿Quién soy? Muy buena pregunta – me dice tratando de acercarse.

- No te acerques- amenazo.

Vuelve a sonreír macabramente. Su risa resuena por toda la habitación haciendo eco, llegando hasta lo más profundo de mi ser. Que horrible risa.

- Esta bien, no tienes por qué tener miedo. Respondiendo a tus preguntas. Me mira a los ojos.

No soy nadie en realidad, no estoy ni vivo ni muerto, solo existo, soy algo nada más.

Quizás alguna vez estuve vivo, quizás algún tiempo estuve muerto, pero ahora no puedo decir que este en alguna de las dos.

No logro entender lo que me dice.

Aquel niño vestido de blanco me mira como tratando de descubrir que es lo que pienso. Logra notar mis dudas y continua.

- No tienes que entenderlo ahora, a mí también me tomo mucho tiempo entenderlo. Pero ya lo descubrirás mas adelante. No seas impaciente o te puedes llevar otra sorpresa como aquella noche.

Solo lo miro.

- ¿Dónde estamos? – le pregunto.

- En tu casa – me contesta. ¿No la reconoces?

- No – le respondo de inmediato.

- Bueno en sí no es tu casa, pero has vivido en ella desde que naciste. Ven vamos te la voy a mostrar.




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