No hay lugar para el amor

Capítulo 5: Compañía de tecnología

Me levanto mas temprano de lo normal, para ir a buscar al señor Hastings a su casa. Queda en el centro de la ciudad. El colectivo me deja en la esquina. Me guio por la foto de Google Maps. Camino unos cuantos pasos y ahí me encuentro con una gran casa. Tiene un patio bastante grande, con mucho pasto y flores. También logro ver las ventanas de vidrio que cubren una cuarta parte de la zona delantera.  
Escucho una bocina y veo como se abre la reja de la casa, de ahí sale un auto de alta gama. Se aproxima a mi y se detiene donde me encuentro. Abre la puerta y escucho una voz varonil que se dirige a mi. 

-Forges, sube.  

Me alejo del auto, para poder observar mejor. Hasta que no vea el rostro de Hastings no pienso subir. Aguardo un momento hasta que veo una mirada intensa asomándose a la ventana “¿Qué esperas Hastings? No te voy a obligar a subir”. Tan soberbio como siempre.  
Abro la puerta y subo. Observo a Hastings, luego particularmente atractivo hoy. Lleva un saco color negro y debajo puedo observar una camisa que se ajusta a su cuerpo.  
¡Mierda! Creo que me pilló viéndolo. 

-Se que soy atractivo- musita con actitud engreída, sin dejar de observar su teléfono. 

-Lastima su personalidad- las palabras salieron de mi boca sin pensar- señor Hastings. Quisiera aclarar que no lo estaba mirando a usted. 

Hasta un tonto sabría que miento.  

-¿Mi personalidad? Y la suya Forges ¿le parece mucho mejor a la mía?-replica con tono altanero, dejando de observar su celular para chocar su mirada con la mía- parece que usted es una mentirosa. ¿Y a donde miraba?. 

No se que responder, es claro que no tengo escapatoria. A no ser que me tire del auto. Pero esa no es una opción. 
-Miraba por la ventana. ¿Le molesta?. 

-Al contrario, me gusta que me mires. 

-Dije que miraba la ventana Hastings. 

-Los dos sabemos que no es cierto, Forges.  

No le contesto y decido cruzar los brazos en señal de enojo. El continua diciendo:  

-Hoy te enseñare algo sobre la editorial. 

Intenta cambiar de tema. 

-¿Qué me enseñara?- le pregunto molesta. 

-Cada persona en Heaven es especial. 

-¿A que se refiere?- añadí confundida. 

-Cada trabajador lo hace mejor que nadie, por eso los mantengo en mi empresa. Primero aprenden y si llegan a ser especiales, se quedan. Por eso te contrate.  

-¿Por qué soy especial? No entiendo. 

-Eres joven Forges, tienes otro punto de vista que puede ser muy bueno para Heaven. Pero no puedo dejarte escribir. Imprimimos miles de libros cuando debemos hacerlo. Invertimos al máximo. Si llegaran a no tener éxito afectaría a toda la editorial. Y eso a la gente que trabaja. No puedo correr ese riesgo, no sin saber de lo que eres capaz. 

Tiene razón, aunque no se lo voy a decir. No puede poner en riesgo a toda su empresa solo porque yo quiero escribir. 

-Entonces si voy a escribir.  

-No ahora, Forges.  

-Lo entiendo. Escribiré, no ahora pero lo haré.  

-Digamos que entendiste- dice cuando nota que no voy a dar el brazo a torcer. 

-¿Bien, entonces eso solo me enseñará sobre la editorial?. 

-Claro que no, toma- me alcanza una carpeta llena de papeles.  

Las reviso y son distintas opciones de textos, algunos son entrevistas, otros cuentos cortos y hasta poemas.  

-Hoy pasaremos a visitar a un reciente socio, que va a estar ayudándonos en un nuevo proyecto. 

-Interesante- digo con emoción. 

-Tu tendrás que armar unas carpetas y repartirlas. También presentar alguno de nuestros temas. Si te parece, claro.  
-De hecho, me parece bien.  

-Llegamos- irrumpe el chofer.  

Antes de bajar, acomodó mi carpeta y agarró el maletín del señor Hastings. El chofer me para antes de que pueda seguirle el paso. Se aproxima al baúl y de ahí saca una fila de carpetas.  

-Póngalas aquí- le digo señalando con la vista las carpetas que llevo en mi brazo izquierdo.  

Luego de acomodarlas apuro el paso, porque perdí de vista a Hastings. Estoy llevando una fila de carpetas de no me dejan ver al frente, así que solo me concentro en ver el suelo para no caer. Entro al lugar como puedo. Es una compañía tecnológica.  
Creo reconocer la voz de Hastings un poco más adelante. Sigo hasta allí. 

-Forges, al fin llegas- musita Hastings- esta secretaria te va a acompañar a la sala de reuniones. Ya sabes que hacer. 

Le sigo el paso, subimos por el ascensor al piso 3, o eso es lo que creo. Porque la verdad no tengo una buena vista. Siento  que mi mano no va a aguantar un segundo mas, así que me ayudo con la otra a sostener las carpetas. No se que pesa mas, si las carpetas o el maletín de Hastings.  
Entramos a la habitación de reuniones, dejo las carpetas sobre gran mesa y me dispongo a ordenarlas.  
Son diez carpetas, las reviso para sacarme las dudas de que no estén desordenadas por dentro. Y para mi sorpresa resulta que tengo razón “TODAS ESTAN DESORDENADAS”.  
Entra Hastings. 

-¿Cómo vas?- me pregunta. 

-Como puedo, resulta que tu secretaria la rubia no es capaz de ordenar unas simples carpetas- mi voz es seca. Claro  esta que me apuro con nerviosismo. 

-No te preocupes, todavía faltan cinco minutos para la reunión. Mientras tanto te voy a informar. Esta reunión es solo para presentar el proyecto. No se va a hablar nada importante hasta el lunes. Solo comentaré lo que dicen las carpetas. ¿Pudiste ojearlas?. 

-Si algo vi, pero no entendí del todo- respondí mientras me apresuraba a dejar las carpetas ya ordenadas a un costado. 

-Vamos a hacer nuestra propia aplicación, pero quiero trabajar con una empresa exclusiva. Aunque son muy buenos los analistas de mi empresa, quiero algo mas allá de eso. Trabajaremos en conjunto con “Company Entertainer Tecnology”- lo interrumpo. 

-¿QUÉ?- pregunto asombrada- es una de las mejores compañías de tecnología en el país.  

-Ya lo se Hastings, por eso estoy aquí. 

Termino de ordenar las carpetas y las vuelvo a agarrar. Le aclaró a Hastings que cuando empiecen a entrar repartiré las carpetas a cada uno.  
Entran a la sala los ejecutivos mas importantes de la compañía. Hastings esta sentado frente a mi. Y en la punta estará el dueño de la compañía. Empiezo a repartir las carpetas. Me aproximó a Hastings y  le dejó su carpeta sobre la mesa. El asiente agradeciéndome. Mientras se aproxima el dueño de la compañía.  
Preparo la última carpeta y me acerco hacia el, esta acomodando su maletín, así que no puedo ver su rostro. Tiene una camisa negra, que lo hace ver relajado, lo que es curioso, porque en  estos casos vestiría de traje.  

-Su carpeta- mascullo algo nerviosa. Lo acabo de interrumpir.  

Lo mas probable es que suelte el maletín y me eche de aquí. Pero sucede lo contrario. Deja lo que esta haciendo y me observa. 
Mis ojos se encuentran con los de el. 

-¿Anne?- musita con voz varonil. 

-¿Tú?- pregunto asombrada. 

Una sonrisa aparece en su rostro y sin notarlo yo respondo con otra. 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.