27 de agosto del 2018
-Algo se tiene que poder hacer, tienes que darme otra oportunidad.
-Henry, tú fuiste el de la idea y si yo hubiera perdido me habrías obligado a tirar mi dignidad a la basura sin dudarlo un segundo.
-¡Por supuesto que no!-hizo un extraño ruido con la boca.
Henry azotó la puerta de su casillero del vestuario disgustado y siguió preparando su uniforme para el partido de esa noche. Habían pasado solo un par de semanas desde que habían regresado a la escuela y ya tenían partidos predispuestos para antes de que iniciara la temporada, con melancolía le hizo pensar que hace apenas unos años estaba participando en su primera temporada de fútbol americano y tan solo en un abrir y cerrar de ojos ya estaba llegando a la última fase de su camino como capitán del equipo. En un principio todo había comenzado porque su abuelo lo había convencido de por lo menos intentara entrar al equipo, ya que su padre en sus tiempos de preparatoria ,mucho antes de conocer a su madre, había sido igual capitán, así que probo suerte y sin esperarlo llego a calificar como jugador y permaneció con la disposición para cada partido hasta ese día, aunque claro fue más llevadero cuando sus dos mejores amigos decidieron probar y correr con la misma suerte de entrar al equipo.
-Y es por eso que dejo de preguntarme porque nunca entró en los juegos entre ustedes-comentó Ryan, uno de los mejores amigos de Henry, el cual era la razón por la que muchos se preguntaban el como había entrado al equipo si su coordinación de manos y piernas era casi nula, sino que inexistente. Henry y Malcom eran los únicos que sabían que la razón por la que Ryan había tenido la "suerte" como él le llamaba de entrar el equipo fue de encontrar al coach y a su esposa en una situación bastante comprometedora en las instalaciones del instituto, así que para Ryan la situación le vino como anillo al dedo.
-No, la razón por la que ya no entras en nuestros juegos es porque la última vez tuvimos que explicarle a tu mamá por qué terminaste lleno de lodo...
-Habían tantas excusas...
-En Nuevo México-agregó Malcom con cierta mofa mientras levantaba su ceja derecha, Ryan por la reacción a ese gesto supo que no tenía una respuesta que dar ante lo obvio de la situación, así que prefirió cerrar la boca y seguir limpiando su casco.
-Yo creo que deberíamos dejar las cosas por la paz, y olvidar todo sobre estos juegos infantiles-Henry intento persuadir a Malcom, pero este ya sabía las intenciones del primero así que solo lo dejo seguir con su discurso de convencimiento para únicamente lograr gastar saliva-ya somos casi unos adultos, debemos comportarnos como tal.
Comúnmente en los grupos de amigos no se llegaba a catalogar particularmente a uno de ellos como el lider, y seguramente si se le preguntaba a alguno de estos tres chicos si alguno lo era él único que respondería y se señalaría a si mismo, sería Henry dado que aunque no se admitiera en voz alta por alguien más que no fuera él, la realidad era bastante clara. Henry Daltod era el tipo de chico que hace que hagas lo que él diga, aun sin querer hacerlo tenía algo así como un don de persuasión que se debía a su facilidad de palabra y su notable atractivo, que funcionaba más con las chicas, dandole este control en los demás pero era algo que ya no le funcionaba mucho con sus dos mejores amigos, por lo menos con Malcom que ya se había aprendido su "juego".
Malcom asintió con la cabeza lentamente y miro con una ligera sonrisa a Henry, a su alrededor había demasiado ruido ya que 30 adolescentes de 17 años se preparaban para la gran noche, así que Malcom se tuvo que acercarse un poco más para que su amigo lo escuchara.
-Ni lo sueñes, que para persuadir te mueres de hambre-le palmeo la espalda a Henry haciendo que este se tambaleara un poco, pero rápidamente se recompuso y planto bien sus pies al suelo.
-Con este rostro cualquier persona aceptaría lo que yo dijera, hasta pagaría solo por escucharme-contesto Henry sin ningún rastro de humildad , persuadir a Malcom sería más difícil de lo que él creía.
-No puedo decir lo contrario-Henry tomo el casco de Malcom que tenía cerca y se lo paso-yo pagaría lo que fuera por no volverte a ver, le haría un favor al mundo.
-¿Cuánto gustas ofrecer?-pregunto Ryan siguiéndole el juego a su otro amigo-honestamente no cobro mucho
-Pues mira, ya que lo mencionas...
Vivir 24/7 con tus mejores amigos durante 12 años, haciendo las mismas cosas y comportándose de la misma manera no hacía que Henry se volviera más paciente. Cada vez que Malcom y Ryan se unían en su contra para molestarlo su vena de la frente se le marcaba más, aunque claro él nunca admitiría lo tan desgraciado que pudieras ser algunas veces con ambos, su abuelo estaría tan orgulloso si supiera que lleva en alto el lema de la familia "Un Daltod nunca admite sus errores", una frase bastante precisa cuando esa familia se caracteriza por ciertas peculiaridades, que no eran tan peculiares si pertenecían a un círculo social similar al de ellos.
-Ya va comenzar al partido-exhalo Henry bruscamente y cerró la puerta de su casillero con un golpe en seco, pero no causo el suficiente estruendo como para que todos en el lugar dejara de parlotear pero si para que sus amigos dejarán de discutir su plan para deshacerse de él. Emprendió su camino hacia la salida mientras esquivaba a cada uno de sus compañeros de equipo, claramente su actitud había sido un tanto infantil a la hora de irse, pero no era algo a lo que Ryan y Malcom no estuvieran acostumbrados.
-¡Henry!-lo llamó Malcom sobre todo el ruido, se volteo con gesto de fastidio-¿ Qué prefieres un golpe en la cabeza o que te atropelle un carro por "accidente?