No lo veas

Un barista acechado

No he podido descansar bien desde el viernes que sucedió aquel evento tan aterrador. Ayer en la mañana pensaba ir a hablar con Vanessa acerca de la premonición que se había cumplido, aunque después de pensarlo bien, no éramos cercanos, seria raro si fuera de imprevisto, así como si nada. Así que, con la incertidumbre presente, pensé que lo mejor seria esperar el lunes y buscarla en la universidad durante mis tiempos libres.

No podía dejar de mis actividades diarias por lo ocurrido, me levanté de la cama, hice un café con un poco de leche, le di un pequeño sorbo y así empecé mi día. Era domingo, así que hoy tendría jornada larga en la noche, por lo que tenia que aprovechar la mañana lo mas que se pudiera. Empecé a calentar el aceite, después saque tres huevos de la alacena, los eche en el sartén y empecé a batirlos. Le eche un poco de sal, mientras se calentaba, corté pimiento morrón, tomate y cebolla en cuadritos, los eche en otro sartén con aceite ya caliente, era una salsa casera que acompañaría a los huevos. Después de servir todo, saqué el jugo que tenia en el refrigerador, di gracias por los alimentos y procedí a degustarlos. Eran cerca de las 10:30 a.m. y ya había realizado todas mis actividades, desayunar, limpiar la casa, regar el jardín, acomodar mi ropa y lavar la ropa de la semana. Realmente me había vuelto bastante responsable desde que me mudé aquí para estudiar docencia, después de todo, el vivir solo me obligaba a ser alguien ordenado. Sin nada más que realizar, empecé a sentirme ansioso, tenso, tal vez por lo que había ocurrido hace dos días, pensé que, si seguía sin hacer nada, posiblemente me empezaría a agarrar la ansiedad y preocupación que de por sí ya tenía, no quería empeorarlas.

Sali de mi casa, buscaba un lugar donde distraerme, termine llegando al parque “Albatrox”. Era un lugar relajante donde la luz del sol no llegaba del todo por los arboles que con sus hojas daban sombra, combinado con las brisas frescas del aire, y los perros jugando mientras sus dueños platicaban de la semana, hacia que mi corazón sintiera una paz y tranquilidad que no sentía hace mucho tiempo. Tal vez debería concurrir mas veces este sitio por las mañanas, tal vez así podría tener un tiempo de paz antes de tener que sufrir la tempestad en la noche.

Pasé toda la mañana y parte de la tarde en aquel parque, realmente había disfrutado el solo admirar los arboles y relajarme con el aire. Regresé a mi casa y empecé a hacer mi comida, preparé una paella española, nada difícil. Luego de comer, empecé a alistarme para el trabajo, me di un baño y procedí a ponerme el uniforme. No era nada del otro mundo, una camisa blanca manga larga con un saco negro, pantalón negro ajustado, zapatos de vestir del mismo color, una flor de loto en el bolsillo derecho y el toque del lugar, un monóculo cristalino. Una vez terminé de alistarme, agarré un taxi y me fui al trabajo, “La cantina del buen degustador”.

No estaba orgulloso de trabajar en un lugar como este, donde las peleas de borrachos, la lujuria desenfrenada y los clientes malhumorados eran el pan de cada día. Aun así, al ser nuevo en la ciudad y al no contar con experiencia laboral previa, no encontraba trabajo que pagara lo suficiente para pagar la renta, la comida y los gastos de la universidad. Sin mucho más que hacerle, acepté trabajar en este lugar al ver el sueldo y los beneficios que brindaba, aunque no fue malo del todo, ya que el dueño y jefe era alguien muy amable que se preocupaba por sus empleados.

—Hola Thiago, ¿cómo andas? —Me preguntó amablemente Linus Lovette, el dueño de la taberna y anfitrión de la misma.

—Cansado señor, ya que no he podido dormir bien los últimos días, pero le prometo que daré mi mejor servicio esta noche —Le contesté anotándome en la lista de entrada y salida.

—¿Y eso? ¿Acaso sufres insomnio? ¿Se te han alterado los nervios o sufres de sonambulismo? —preguntó preocupado al ver mis ojeras.

—Digamos que un vecino muy molesto, me ha hecho pasar mala noche —respondí terminando de anotarme en la lista—. Y que “vecino” más molesto me tocó —pensé.

—Cualquier cosa aquí estoy, no lo olvides, lo más importante es que estes bien al igual que los demás —mencionó, dándome unas palmadas suaves en la espalda.

—Y por eso todos lo aprecian mucho jefe, incluyéndome —dije con una sonrisa—. Bueno, con su permiso voy al mostrador a preparar los cocteles y las bebidas —.

Fui hacia la puerta que daba al mostrador donde ya había clientes esperando a que les atendieran. Allí en la barra, se encontraba Freddy, mi compañero de trabajo, un chico serio de 23 años que estaba terminando de estudiar la universidad. Al ser los únicos trabajadores en la barra durante la tarde, nos habíamos vuelto bastante cercanos, tanto que ahora lo consideraba un amigo, cosa que nunca pensé que llegara a pasar de primera impresión.

—¿Había tráfico? —preguntó con su voz grave mientras guardaba el dinero en la caja.

—Algo, el taxi tuvo que tomar otra ruta ya que habían cerrado la quinta alcatraz, ¿llevas mucho tiempo aquí? —pregunté sacando los shakers.

—Yo no, pero estos clientes si, así que yo empezaría a preparar sus bebidas —dijo con una delgada sonrisa en su rostro.

—¡De acuerdo! —Empecé a preparar las bebidas.

Después de preparar todas las ordenes de los clientes que eran seis margaritas, nueve mojitos, dos palomas y cuatro carajillos, pude tomar un pequeño descanso en la barra mientras veía como Freddy solo me miraba y se volteaba para reírse.

—Muy graciosito lo que me pasa, ¿verdad? —comenté sarcásticamente viendo como intentaba ocultar su risa.

—No me culpes, eres bastante gracioso aun si no lo intentas ser —Se secó una lagrima del ojo que había sacado por la risa.

—Que se le va hacer, siempre es así contigo —Solté unas pequeñas risas mientras veía como Freddy se unía—Por cierto, ¿sabes dónde están los otros shakers? Es que estos ya están muy desgastados y no vaya a ser que un cliente se enoje por ello —dije después de tranquilizarme al igual que Freddy.



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En el texto hay: juvenil, romance colegial, suspenso

Editado: 06.09.2025

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