Conociéndonos

—¿Estará bien? —Escuché con dificultad.

—Está controlado ahora, posiblemente despierte pronto, pero necesitara bastante reposo y de preferencia que alguien lo cuide, eso sería todo de mi parte, con su permiso me retiró —dijo una voz ronca femenina.

Solo podía escuchar las voces de la que suponía era la enfermera y una chica de mi edad a juzgar. No podía levantarme, no me daban las fuerzas aunque tampoco es que quisiera, me dolía todo el cuerpo y el pensar en abrir los ojos me fastidiaba, no podía saber con seguridad en dónde estaba ni tampoco lo que había sucedido, solo podía recordar escasamente el cómo me desplome en el suelo, pero no me preocupaba aquello, no tanto en comparación con el miedo que me daba recordar aquella voz ronca y aterradora que me provocaba escalofríos, con solo recordar aquella voz me empezaba a sentir ansioso, mi corazón latía más rápido de lo normal, pero de repente, sentí como algo húmedo caía en mi mano, quitando toda atención a la ansiedad que empezaba a sentir, abrí mis ojos y vi a Vanessa, sentada en una silla a lado de la camilla donde me encontraba, llorando y orando porque mejorara.

—¿Qué pasó? —pregunté sentándome en la camilla.

—Thia… go —Me abrazó sollozando en mi hombro.

—Tranquila, ya estoy bien —La abrazé, acariciando su cabeza mientras ella sollozaba.

—Estaba… muy… preocupada por ti. El verte… caer al suelo… y ver tus ojos perdidos… me hizo pensar lo peor —mencionó sollozando con la voz entrecortada.

—Lo siento por preocuparte —respondí sintiéndome culpable por hacerla preocuparse.

—No tienes de que disculparte —Se alejó de mí, mirándome directamente con lágrimas aun—. Te prometí que te ayudaría y eso incluye que voy a estar para ti, en las buenas y en las malas, así que no tienes que disculparte por nada —Se secó las lagrimas con la manga de su suéter.

Esas palabras sacaron a relucir mis sentimientos, hacia mucho tiempo que alguien me ayudaba así como ella lo hacía, con sus palabras, sus ánimos y sus acciones, el vivir solo sin nadie que me ayudara era difícil, podía platicar con mis amigos, mis compañeros de trabajo e incluso con mi familia, pero a nadie de ellos les contaba mis problemas, y por lo tanto no podían consolarme, pero ella, aun sin decírselo me ayudó y me hizo sentir que todavía había esperanza de salir de esta terrible experiencia que estoy viviendo.

—¡Gracias Vanessa! —Sonreí mientras lagrimas de mis ojos salían.

—Thiago —Me volvió abrazar, disipando toda la mala sensación que había sentido antes.

Después de estar un rato abrazados y que las lagrimas desaparecieran, Vanessa contó lo que sucedió después de que me desplomé y perdí todo rastro de conciencia.

—Justo después que te desmayaste, la bibliotecaria Katherine y su asistente Valentina, te hicieron primeros auxilios en lo que venían por ti para llevarte a la enfermería, sin embargo, tu no reaccionabas a nada, ni al alcohol, ni a olores fuertes, ni a medicamentos. Después de un rato, te llevaron a la enfermería, pero a pesar de que te hicieron de todo para despertarte no pudieron, por ello solo pudieron estabilizar todos tus niveles y esperar a que te despertaras, por poco pensaba que habías entrado en un coma o que te me ibas a ir, pero gracias a Dios, sigues aquí, así que eso fue lo que pasó después que te fuiste —explicó Vanessa mientras me daba un poco de fruta y agua.

—Entiendo, ósea que por ahora no saben que fue lo que me pasó, ¿cierto? —pregunté comiendo un trozo de manzana.

—Por ahora, solo lo reportaron como un tipo coma inducido por falta de sueño, mala alimentación y estrés concurrido —respondió Vanessa pelando una mandarina.

—Sabes, mientras me desmayaba pude escuchar la voz de aquel ente que me acecha y que viste en tu sueño, no sé qué relación tenga que ver una cosa con la otra, pero siento que cada día que pasó, él me va consumiendo la energía que me queda, tal vez por eso me desmayé —comenté volviéndome a acostar en la camilla.

—Mmmm, en ese caso tendré que preguntarle a mi hermana acerca de que podemos hacer, por mientras puedes venir a mi casa, mis padres salieron a un viaje de negocios y mi hermana se fue a visitar a su novio fuera de la ciudad, así que tengo casa sola por si gustas dormir conmigo, y no te preocupes, esta vez dormiremos por separado —dijo apenada Vanessa—. Además, me comentaste que querías ir a mi casa, así que de paso te cuido esta noche, ¿qué te parece? —preguntó emocionada.

—Creo que no tengo elección —respondí juguetonamente con un guiño.

—Bien, quédate aquí un momento en lo que rellenó unos papeles para sacarte de la uni —mencionó Vanessa saliendo de la habitación.

—Que se le va hacer, aunque no voy a negar que no me disgusta para nada la idea de volver a quedarme en la casa de Vanessa de nuevo —pensé soltando una pequeña risa.

……….

Después de llenar los papeles, Vanessa regresó, trayendo unas muletas. Iba al pendiente de mi durante todo el camino, no hubo momento en el que despegara la vista de mí, y eso lo agradecía. Llegamos a su casa, me recosté en el sillón mientras ella calentaba un poco de espagueti a la boloñesa que había dejado preparado desde la mañana. Me llamó para que fuera a la mesa, ahí me sirvió un poco de comida al igual que ella, agradecimos por los alimentos y procedimos a comer. Luego de limpiar los trastes, nos fuimos a la habitación de ella, desordenada como la ultima vez, y me alegraba que fuera así. Me ayudó a sentarme en su cama y poco después ella jaló la silla movible de su escritorio, poniéndola enfrente a mí, sentándose allí con su perra Fluffy. Una Golden Retriever que no me había dejado de alegrar con su actitud juguetona.

—¿Cómo te encuentras ahora Thiago? —preguntó Vanessa preocupada mientras acariciaba a Fluffy en su regazo.

—¡Muy bien! Con tus cuidados siento que he mejorado bastante en comparación a como estaba en la enfermería —contesté sin mentiras.

—¡Me alegro! —dijo Vanessa aliviada tocando su pecho.