No lo veas

Pijamada fantasmagórica

Había transcurrido la semana con relativa naturalidad, al parecer aquel ente se había tranquilizado, puesto que no apareció ningún día, ni sucesos raros ni una mínima presencia de él. Pude ir a mis clases normales, platicar con mis amigos y trabajar con naturalidad sin tener el miedo a que me atormentara aquel ser.

Asimismo, las cosas con mis amigos habían mejorado, pude contarles más o menos la historia acerca de cómo conocí a Vanessa, sustituyendo al ente por un perrito que se me había perdido. Aunque no quedaron muy conformes con mi explicación, prometieron que no me molestarían con ello, aunque de poco servía ya que toda la escuela sabia del rumor, incluyendo a Vanessa quien al enterarse solo pudo sonrojarse y avergonzarse a lado de Natasha y Violeta.

De todas maneras, estuve emocionado y contento toda la semana, esperando a que llegara el sábado para hacer la pijamada con Vanessa, debido a eso pedí un cambio de turno, cambiando mi turno de la tarde a la noche y madrugada, ya que “La cantina del buen degustador” era una cantina 24/7, y como mi jefe no era para nada una buena persona, aceptó sin pensarlo mucho.

Después de todo eso, solo quedaba esperar el sábado y por fin había llegado el tan dichoso día. Me dispuse a limpiar exhaustivamente toda la casa, sin dejar ni una sola mancha de polvo o mugre que pudiera estar en las esquinas, muebles o cama. Lo aromaticé todo con un spray de canela que había comprado ayer en la noche para la ocasión. Con todo listo, solo quedaba hacer comida y esperar a Vanessa.

……….

3 horas después

—¡Thiago, Thiago, Thiago, ya estoy aquí! —Decía Vanessa en la entrada tocando el timbre.

—¡Hola Vanessa! Disculpa que no te haya abierto antes, es que me estaba bañando —respondí secándome el cabello con la toalla.

—¡No te preocupes! Tampoco es que lleve mucho tiempo aquí —contestó con una linda sonrisa—. ¿Puedo pasar? —preguntó apenada.

—Por supuesto, por supuesto, adelante, estas en tu casa —dije invitándola a pasar, entrando y haciendo acto de presencia con su aroma frutal tan irresistible.

—¡Que linda casa tienes Thiago! —dijo mientras observaba la sala y la cocina—. Todo es tan hermoso, tienes un gran gusto de interiores, me doy cuenta con tan solo ver como la has decorado todo —dijo emocionada.

—¡Gracias! —Le respondí—. ¿Quieres que te ayude con tu mochila? —Le pregunté viendo cómo se veía que le costaba seguir cargándola.

——¡Muchas gracias! —Me dejó cargar su mochila, dejándola de momento en mi recamara.

—Entonces veamos, son las 7:00 p.m., así que deberíamos cenar de una vez para ponernos a acomodar las cosas que traje —dijo sonriendo—. Y no te preocupes, traje comida china si no te molesta—.

—Para nada, te agradezco que hayas traído la cena —Le respondí, ocultando el hecho de que había preparado comida.

Ambos nos dispusimos a comer la comida, como siempre agradeciendo por los alimentos antes, estuvimos hablando y conversando de la semana, como si dos amigos de la infancia se hubieran reencontrado y tuvieran que ponerse al día. Después de que lavara los trastes, subí por el colchón inflable, unas colchas, almohadas y la mochila de Vanessa, dejándolos en la sala donde nos quedaríamos a dormir.

—¡Bien! Creo que eso sería todo —dije secándome el sudor de la frente con una toalla.

—Yo también lo creo —Se sentó en el colchón inflable que ya estaba inflado y empezó a sacar las cosas que traía en la mochila—. Traje mi libreta, esta tableta, este medidor de temperatura, linternas por si al caso y lo mas importante, este aparato que según mi hermana brilla si hay actividad paranormal —dijo sacando aquel aparato de forma extraña y peculiar.

—Iré a buscar las botanas ahorita regreso —mencioné yendo a la cocina por la nevera con los helados y las botanas que había comprado hoy en la mañana.

—¡Listo! Ya las traje —comenté emocionado, dejando la nevera a lado del colchón y sentándome en el sillón junto con las Sabritas,

—¡Viva! —respondió emocionada levantando los brazos contenta.

Siendo las 8:32 p.m., nos pusimos ver a “Mi pobre angelito”, un clásico de Navidad en la cultura general. Terminamos la película junto con las botanas, hasta el momento no había pasado nada raro, todo iba con naturalidad, hasta parecía que el ente sabía lo que íbamos hacer y se escondía como un cobarde, sin mostrar la cara como un hombre, aunque pensándolo bien, ¿aquella cosa era un hombre?

—No puede ser —dijo preocupada Vanessa.

—¿Qué paso? —pregunté preocupado acercándome a ella.

—Es que… me estoy quedando dormida y apenas son las 10:00 p.m., así no podre aguantar ni a la media noche —contestó avergonzada.

—Me habías asustado —Suspiré de alivio—. Iré a preparar café para que aguantes —dije levantándome del colchón y yendo a la cocina.

—Te acompaño Thiago —mencionó Vanessa siguiéndome.

En la cocina puse a calentar el agua mientras Vanessa me sacaba platica. Todo iba con relativa tranquilidad hasta que hizo acto de presencia el ente cuando ya los cafés estaban servidos.

—Thiago, ¿es el? —preguntó Vanessa abrazándome por el miedo a la oscuridad.

—Lo más seguro es que si, así se fue la luz cuando me dijiste lo del sueño —respondí, prendiendo una linterna que tenía acerca.

Todo se fue a la borda, cuando aquel ente aun mas enojada, empezó a tirar los utensilios por los aires, tirando los platos y vasos al suelo, rompiéndolos y asustando a Vanessa en el acto.

—Cúbrete la cabeza y sígueme —dije agarrándola de la mano y llevándola a la sala donde estaban las cosas.

—¿Te había sucedido esto esta semana? —preguntó Vanessa levantando el artefacto que había traído, iluminando toda la sala con una luz verde—. Mira si funciona —dijo volteando a verme.

—Me daría mucho gusto si no estuviéramos en esta situación ahora —contesté desviando los tenedores y cuchara de la cocina con una almohada.

—Lo siento, se me había olvidado por un momento —comentó apenada sacando la tableta.



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En el texto hay: juvenil, romance colegial, suspenso

Editado: 06.09.2025

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