—Eric por favor cálmate —está fuera de sí, muy pocas veces lo he visto de esta manera y si en un día normal es impredecible no me quiero imaginar ahora.
—¿Como carajos quieres que me calme? ¿¡Cómo pudiste ser tan estúpida!? —me toma por los brazos zarandeándome y Chloe intenta intervenir, pero yo la detengo, no quiero que empeore las cosas.
—Estamos en una fiesta.
—No me interesa, nos vamos ahora mismo —mierda, yo sé lo que esto significa, irnos para llegar a casa y que pueda descargar su ira conmigo.
—Estas tomado, Eric —tiene los ojos rojos de rabia y me da miedo, mucho más del usual. Aun no me suelta y aprieta el agarre sobre mis brazos donde seguro quedaran marcas.
—¡Suéltala imbécil! ¡Ella no va contigo a ningún lado, estas borracho! —Chloe le grita.
—¿¡Quien mierdas te crees tú que eres? ¡Vete de aquí! —me suelta y se voltea hacia ella, pero como tengo miedo de que le haga algo me pongo en el medio.
—Chloe, por favor, solo vas a empeorar las cosas —me volteo y me dirijo a el—. estas borracho Eric, no puedes conducir así.
—Te dije que no me interesa, si no quieres que hagamos una maldita escena ¡camina! Si no te voy a arrastrar hasta el coche— Sin esperar respuesta me empieza a jalar hasta el auto por la puerta trasera de la casa. Me monto en el coche esperando que si no lo enfurezco más la situación no sea tan mala cuando lleguemos a casa.
—Por favor, Eric...
—¡Cállate! ¡Eres una maldita estúpida! ¿¡Cómo pudiste dejar que esto pasara!? —me grita y sus nudillos se ponen blancos por lo duro que agarra el volante.
—Yo...
—¡Que te calles! ¿No entiendes que ya tengo suficiente contigo? ¿O tu creías que no eras suficiente carga? —a medida que grita cada vez más aumenta la velocidad y me empiezo a asustar y no puedo controlar las lágrimas.
—¡Baja la velocidad por favor! —me mira, sonríe diabólicamente y aumenta la velocidad.
—Todo sería más fácil sin ti y ahora esto.
—Por favor, Eric. ¡vamos a chocar! —le grito llorando desconsoladamente.
—Esa sería una solución.
—¡Eric! —es lo último que grito antes de sentir el impacto y que quede todo en negro.
Me despierta un toque en el nombro, abro los ojos y descubro a la azafata.
—Ya vamos a aterrizar —asiento y ella se va.
Mierda, otra vez la misma pesadilla que no me deja vivir ni dormir. No recuerdo cuando fue la última vez que dormí bien. Me paro y voy al baño, estoy toda sudada como me pasa cuando sueño con eso. Me lavo la cara y tomo unos cuantos segundos para tranquilizarme, tengo que hacerme a la idea de que este es un nuevo comienzo, una nueva vida.