No me olvides..

CAPITULO 1

—¿Estás segura de que podrás venir mañana? —preguntó mi madre con un tono preocupado al teléfono.

—Sí mamá, estaré allí. Les prometí la semana pasada que los visitaría —

—¿Incluso con todo lo que tienes pendiente? No quiero que tus hermanos retrasen tu trabajo en la redacción de tu nuevo libro —insistió ella

—No te preocupes, llegaré temprano para asegurarme de tener todo listo y no perder tiempo —intenté tranquilizarla.

De acuerdo. Avísame si algo cambia

—Así sera, no te preocupes—

Me despedí de ella al colgar el teléfono, sintiendo en mi corazón un torbellino de emociones. Hace mucho que no los veía.

—¿Vas a salir mañana con los chicos? —preguntó Will, mi mejor amigo, mientras me ofrecía una taza de café.

—Sí, les prometí llevarlos al parque de diversiones la semana pasada. Por eso me apresuré en terminar los últimos capítulos de mi libro —expliqué mientras tomaba un sorbo de café.

—¿Y qué hay del nuevo libro que prometiste empezar hace seis meses? Deberías empezar a trabajarlo—cuestionó, dejando al descubierto un aspecto de mi vida que preferiría evitar en ese momento al sumirme en mis auriculares.

—¿Qué dices? No te escucho —señalé los auriculares para bloquear cualquier distracción.

—No te hagas la desentendida, hablo en serio —se cruzó de brazos.

Aunque Will fingió estar molesto por ignorarlo, decidí enfocarme en mis preocupaciones cumplir mi promesa con mis hermanos y llevarlos al parque de diversiones. No nos habíamos visto en dos meses, salvo por llamadas, debido a todos los compromisos que he tenido: firmas de libros y conferencias.

Nunca imaginé que tener éxito me mantendría tan ocupada.

Después de pasar todo el día encerrada en mi habitación entre música y palabras, finalizando la redacción del último capítulo del libro, salí a la cocina en busca de otra taza de café. Fue entonces cuando un sonido familiar llamó mi atención, atrayéndome hacia la sala donde descubrí a William viendo mi primera conferencia como escritora.

“Hola mi nombre es Celineli, pero me gusta más cuando me llaman Celin”

—¿Qué estás haciendo? —pregunté al sentarme junto a él en el sofá.

—Estaba viendo tu entrada en el mundo de la fama hace dos años —sonrió recostándose en mi hombro—.

Mientras tanto, el sonido de William citando un fragmento de mi conferencia más popular llenaba la sala.

Tengo veinte años, amo el café, bueno más que amarlo, es mi compañero en las noches de insomnio — sonreí con cierta nostalgia al recordar aquello.

—Sabes que te considero como una hermana, ¿verdad? —expresó con ternura.

—¿Qué le hiciste a mi cocina esta vez, William Fiore? —me levanté para inspeccionar el estado en la que se encontraba, pero él me detuvo con un gesto negativo y una mirada grave en su rostro.

—No he hecho nada esta vez, te lo juro —expresó seriamente—. Necesitaba hablar contigo sobre algo importante—no entendía a que se refería—.Voy a mudarme

—¿Qué?—

—Ire a vivir con Mónica, he estado buscando empleos de medio tiempo que no interfiera con mis estudios y pues lo encontre en una cafeteria cerca de la universidad, al parecer dan buenas propinas—

—¿La chica con la que has estado saliendo? —pregunté con sorpresa y el asintió —al parecer has tenido todo preparado

—Sí, ella sabe que vivimos juntos, pero no quiero que se sienta insegura ni que haya chismes por que nosotros vivimos juntos —explicó William.

—Pero yo soy parte de tu familia —mencioné con un deje de tristeza en mi voz.

Lo sé, pero... —dudó antes de continuar—. Sus amigas le han llenado la cabeza de ideas falsas, y aunque aún no me ha dicho nada al respecto, siento que guarda sus pensamientos para sí misma —confesó, revelando sus preocupaciones.

—Deberías haberlo considerado antes, no en el último minuto —respondí con un tono de decepción palpable en mis palabras—. Además, mañana no podré ayudarte a empacar ni a despedirte, ya que tengo planes temprano con los peques —le recordé, cruzando los brazos de manera firme.

—¿Estás enojada? —preguntó William con cierta ansiedad en su voz.

—Para nada. Sé cuánto te importa Mónica, y que somos como hermanos, pero jamás sería un motivo de inseguridad para otra chica —afirmé, levantándome de su lado con pesar en mi corazón.

Decir que la noticia no me había afectado sería una falsedad, ya que William y yo llevábamos viviendo juntos desde hace cinco años, y lo conocía a la perfección; nuestras madres, antiguas rivales en la escuela, se unieron en un momento crucial cuando estaban a punto de dar a luz y sus esposos no estaban presentes. Un momento muy icónico entre ellas.

A pesar de tener diferentes progenitoras, éramos como hermanos.

En la escuela, siempre destacó por ser un hombre fuerte y musculoso, amante del ejercicio matutino y miembro del equipo de boxeo universitario. Con una imponente altura de 1,85 metros, piel pálida, ojos color miel y cabello del mismo tono. Ademas, de que sabia hablar en francés, su abuelo se lo habia enseñado desde pequeño, a él y a mí. Ya que siempre pasabamos juntos.

En cuanto al romance, sabía que siempre buscaba lo mejor para su pareja. Aunque en ocasiones la gente insinuaba que tendríamos un futuro juntos, pero en realidad solo nos queríamos como hermanos.

Conocer a Mónica, la pareja de William, fue un encuentro singular: una joven encantadora que al principio me pidió un autógrafo al no creer que yo fuera Celineli Dubois, la escritora española más joven en haber publicado sus obras en formato físico y con propuestas para llevarlas al cine.

Además, a diferencia de Virginia, la exnovia de William, Mónica no mostraba celos; por el contrario, era dulce, de estatura media, con ojos verdes y una figura esbelta. Su rostro delicado y sus pecas la hacían irresistible y adorable.

Mi primer pensamiento al conocerla fue: ¿Cómo logró Will conquistar a alguien tan bella como ella?



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En el texto hay: fantasia, tristeza, amor

Editado: 25.09.2024

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