"Cuanto mayor la riqueza, más espesa la suciedad.
-John Kenneth Galbraith."
Domingo, 1 de abril del 2018.
Apenas he tocado el suelo de Phoenix y ya extraño a mi Barcelona querida. Algo que mi hermana y mi cuñado me han contado es que aquí nunca llueve, el ambiente siempre es soleado y hace un calor de cojones. Entonces me pregunto... ¿Por qué coño está lloviendo?
—Tienes tanta suerte Sandra —Hablo en voz alta. Una mujer que va con su paraguas voltea a observarme de manera extraña y yo solo le sonrío—. ¿Ahora cómo pido un taxi?
Al salir del aeropuerto pensé que mi hermana se dignaría en honrarme con su presencia para recogerme y enseñarme mi nueva casa pero lo único que encontré al bajar del avión y revisar mi celular es un mensaje de ella excusándose que no podrá recogerme porque está lloviendo y que llamé a un Taxi. No tendría problemas con eso... si no estuviera lloviendo a cántaros.
Decido mojarme, por un demonio ¿Qué tanto daño puede hacerme la lluvia? Mi vestido azul marino que caía suelto hasta mis tobillos ahora parece ajustarse a mi figura voluminosa. Mi cabello castaño está empapado y mi flequillo me molesta en los ojos, arrastro mi enorme maleta, realmente la arrastro porque está demasiado pesada, aunque tenga las rueditas ya siento que metí demasiadas cosas al empacar. Veo un Taxi venir a toda velocidad entonces me acerco al final de la acera y le hago una seña con mis dedos.
Y entonces pasa.
El taxi pasa enfrente de mí a toda velocidad, un charco de agua estaba allí y al pasar tan rápido toda esa agua sucia me empapa de pies a cabezas. Suelto mi maleta y me quedo con las manos suspendidas observando el desastre.
— ¡Maldito gilipollas! —Grito furiosa. Hago una mueca cuando observo mis brazos con manchas negras... ¿De dónde demonios salió esa agua? Lloriqueo al imaginarme de donde proviene ese tipo de agua sucia. Escucho unas risitas atrás de mí y cierro los ojos con fuerza.
Pensé que mi suerte podría mejorar este año pero hoy primero de abril, lo único que estoy consiguiendo es una dosis de desgracia. Y para colmo la lluvia no para, mi ropa está hecho un asco y me alegra que mi hermana no me vea en estas fachas. Un Taxi vuelve a venir en mi dirección y muevo mis brazos hacia arriba para que me vea, gracias al Dios bendito me ve y se detiene en mi frente, parece que no quiere mojarse porque me dice que puedo poner mi equipaje en el maletero.
Mínimo esperaba que él lo hiciera, que mal servicio. Guardo mi maleta y entro al taxi solo con mi billetera en mano, busco dentro de ella la dirección de mi nuevo dúplex y luego me recuesto en el asiento. El taxista me mira con disgusto por el espejo retrovisor.
— ¿Podría no ensuciar mucho los asientos?
Lo miro ofendida y me cruzo de brazos.
— ¿A caso piensa que soy una mujer sucia? —Levanto la barbilla.
—El olor llega hasta aquí —El señor con todo el descaro del mundo se tapa la nariz con su mano. Olisqueo el aire y para mi desgracia tiene razón, huelo mal.
Lloriqueo por segunda vez en el día, miro mi piel morena que ahora se encuentra sucia al igual que mi hermoso vestido. Cruzo mis brazos y no inicio una pelea porque no saldré victoriosa de está. Aunque no se salva de que le tire unas cuantas maldiciones en español.
Me alegra que por lo menos mi celular esté dentro de mi maleta, si se moja no podré comunicarme con mi hermana. El viaje me la pasó mirando la ciudad, la lluvia continúa siendo intensa y culpo a mi mala suerte por esto. Poco a poco lo grandes edificios comienzan a desaparecer dando lugar a casas muy bonitas, miro todo asombrada y realmente no puedo creer que viviré por aquí de ahora en adelante.
—Llegamos —El Taxi se detiene y observo hacia el frente para echarle una mirada a mi dúplex pero me sorprendo cuando veo que al subir las escaleras son tres, están pegadas la una con la otra pero tienen diseños distintos.
Pago al taxista y bajo para buscar mi maleta, apenas al poner un pie en el suelo mi tacón derecho casi se dobla y por suerte logro estabilizarme rápidamente. Saco mi maleta y el Taxi se va lo más rápido que puede, ruedo los ojos y me percato que la lluvia ahora es sólo una simple llovizna. Levanto mi maleta en la acera y luego la arrastro para caminar hacia mi nuevo hogar, las rueditas hacen ruido mientras la jalo, veo una rendija larga en el suelo y no le hago mucho caso y paso encima de ésta. Grave error.
Mi tacón queda atascado en una de las rendijas y frunzo el ceño, bajo la mirada y tironeo de mi pierna pero no sale. Y tal vez ahora solo sea una llovizna pero continuo empapada por lo que si sigo aquí terminaré enfermándome.
Cojo aire, suelto mi maleta y con toda mi fuerza doy un paso hacia el frente empujando mi pie derecho hacia el frente. Pero lo siguiente ocurre muy rápido.
Mi tacón se rompe, y debido a la fuerza que estaba ejerciendo voy hacia el frente perdiendo totalmente el equilibrio y choco contra un cuerpo que no se esperaba que una chica lo embistiera por lo que cae al suelo y yo le sigo cayendo encima suyo.
Un quejido adolorido me hace abrir los ojos, un hombre está debajo de mí con los ojos cerrados frunciendo el ceño. Mis ojos recorren todo su rostro pasmada.
¡Madre mía! ¿Cómo puede ser tan guapo? Su cabello negro se pega a su frente, sus cejas son pobladas pero me sorprende que estén perfiladas, no lo notarías si no estuvieses tan cerca como lo estoy yo ahora, su mandíbula se marca de una manera deliciosa y no tiene ningún rastro de barba.
Sus ojos se abren, negros, son profundamente negros y abro la boca sorprendida. No sabía que aquí hay hombres tan malditamente guapos. Sus ojos tardan como cinco segundos en escanear mi rostro y sonrío como tonta, él no lo hace. Lo primero que hace es olisquear el aire y mi sonrisa se esfuma cuando hace una mueca, mira mis brazos que están a los costados de su cabeza y quiero morir de vergüenza por lo sucia que estoy. Sus ojos se abren y parece totalmente asustado...
Pum, en un solo movimiento brusco termino en el suelo. Pero que... él se levanta de golpe y yo me siento en el suelo para observarlo, mira su camisa blanca ahora manchada de suciedad y luego sus puños se aprietan busca algo en el suelo y lo veo agarrar un paraguas negro.
—Lo siento —Digo. Intentando no parecer una loca que se avienta a las personas. Aunque esa será la primera impresión que se llevara de mí—, mi tacón se atasco.
Él no me responde en realidad piensa huír de aquí, su expresión es de pánico puro y no entiendo que está mal. Me levanto rápidamente y doy un paso hacia él. Ahora que estoy de pie puedo notar que mide como 1,85 o mucho más, él levanta su brazo para apuntarme con un dedo.
—Detente allí —Dice. Su voz es mucho más varonil y potente de lo que esperaba, parece como si su garganta esté rasgada, es interesante. Le hago caso algo confundida y me detengo.
Pensé que diría algo más pero lo que hace es salir corriendo con el paraguas sobre su cabeza, escucho un ruido detrás de mí y me percato de que mi maleta cayó al suelo. Suspirando me quito mi zapato y lo tiro para levantar mi maleta, giro en busca del hombre de mirada fría y no lo encuentro, confundida miro a mi alrededor pero nada ¿Dónde pudo ir tan rápido?
Encogiéndome de hombros le resto importancia y en una de mis manos agarro mi zapato y con la otra mi maleta, con la poca dignidad que me queda camino hasta la escalera y subo los peldaños paso a paso. No tengo dificultad en saber cuál es mi dúplex puesto que la puerta del medio tiene un cartel que dice en español "Bienvenida Sandruuu". Sonrío y saco la llave de mi billetera, la introduzco y abro la puerta, entro a mi nueva casa empapada, dejo mi maleta a un lado de la puerta y la cierro detrás de mí.
Enciendo el interruptor de la luz y volteo para observar el lugar emocionada, veo una mesita cerca y arrojo la llave ahí. Doy unos pasos observando todo. El lugar es moderno, las paredes blancas me gustan, siempre me ha gustado el espacio abierto así que el lugar me parece una monada, veo que en la segunda planta se puede apreciar un pequeño balcón con flores negras que mira hacia la entrada, la sala tiene un sofá largo rojo y otro más pequeño de color azul oscuro, el piso de madera es hermoso y me odio por estar ensuciándolo tan rápido.
Con mis zapatos arruinados en mano voy hacia la cocina, los electrodomésticos son muy modernos y busco el basurero para tirar mis ex's zapatos favoritos. Paso mis dedos por la encimera de granito negra, este lugar es demasiado hermoso.
Corro escaleras arriba y al ver mi cama me dan unas tremendas ganas de tirarme en ella y dormir lo que resta del día, es enorme y las sábanas blancas y negras son perfectas pero creo que al lugar le hace falta más color. Entiendo que esté fue el dúplex de mi cuñado y que cambiaron ciertas cosas por mí pero le sigue faltando ese toque femenino. Mis cosas ya están aquí, traerlas desde España me costo un poco pero mande todo antes así cuando llegará no tendría que preocuparme por nada, mi hermana mayor fue tan generosa en ubicar todo por mí.
Voy hasta el closet y busco un jean que ponerme para ir a casa de mi hermana, encuentro uno blanco y luego agarro una blusa de color rosa pastel. Como dije, la mayoría de mis cosas ya están aquí pero no mi ropa interior por lo que vuelvo a bajar y esta vez llevo mi maleta hasta arriba, la abro y tiro toda la ropa en la cama. Siempre desorganizada.
Busco unas bragas y sujetador para poder ir a darme un baño, si continuó mojada será peor para mí. Luego de agarrar una toalla voy al baño y chillo cuando veo que hay una bañera.
—Creo que ellos pueden esperar un poco más por mí.
Emocionada cargo la bañera con agua caliente, pienso disfrutar de esto al máximo antes de salir nuevamente.
🍁🍁🍁
— ¡Sandru! —Mi hermana mayor me abraza con tanta fuerza que pierdo el aliento. Con los ojos abiertos miro a mi cuñado pidiendo ayuda pero él sólo se carcajea—. Me alegra que ya estás aquí, ¿Te gustó el dúplex?
Cuando por fin me suelta, cojo una gran bocanada de aire y aireo mi rostro con mis manos, ella sigue con una gran sonrisa pegada en el rostro y se la devuelvo.
— ¡Me encantó! —Chillo y ella aplaude emocionada.
—Cariño permíteme saludar a mi cuñada —Bromea. Andrea sin borrar la sonrisa da un paso atrás y tengo a Hyram Kenneth abrazándome—. Sigues igual de enana que siempre.
Me alejo para lanzarle una mala mirada y el estúpido desordena mi cabello castaño. Mi hermana ríe y agarra del brazo a su esposo.
—Enano tú, gilipollas —Respondo en español. Él y mi hermana se ríen con ganas y aunque no lo parezca también estoy divertida con la situación—, ¿Y Maxon?
Maxon Kenneth puede ser considerado mi mejor amigo. Cuando vivíamos en España, la familia Kenneth se mudó a Barcelona, unos guapos norteamericanos resultaron ser nuestros nuevos vecinos, mi hermana que en ese entonces tenía quince se enamoró de Hyram muy rápido. La desgracia ocurrió cuando luego de tres años ellos debían volver a Estados Unidos, una historia de amor y de mucho drama protagonizado por mi hermana y su novio, pero lo que ocurrió después nos dejó a todos sorprendidos , se casaron en secreto.
Sí, mi hermana se casó a los dieciocho años con Hyram y desde ese entonces siguen juntos. Mi hermana tiene ahora treinta años y él treinta y dos, ambos son profesores y se complementan de una manera única.
Todos esperaban que Maxon y yo termináramos igual de enamorados que ellos dos, pero las cosas no fueron así. Maxon se convirtió en mi mejor amigo en esos años e iba a España como dos veces al año para visitarme pero nunca pensamos en una relación, más bien lo veo como mi hermano mayor. Él y yo somos mejores amigos desde ese entonces.
—Su programa en radio debe comenzar en cualquier momento —Mira el reloj de su muñeca—. En cinco minutos para ser exactos.
—¡Enciende la radio! —Chillo—. Quiero escuchar a my little milk.
Cuando conocí a Maxon, recuerdo que él estaba bebiendo un cartón de leche. Me ofreció tomarlo y yo recuerdo haber dicho que odio la leche y que prefiero el café, él se sorprendió porque una niña tomará café y no cola cao pero lo que él respondió fue:
"—Entonces traeré más leche y tú busca café, pequeña."
A partir de ese día, Maxon y yo tomábamos café cada tarde en mi casa. Y la tradición era la misma yo me encargaba del café y él de la leche. Desde ese entonces él para mí es "Mi pequeña leche" y yo para él soy "Su pequeño café". Los padres de Maxon alegaban que en unos años sería la prometida de su hijo, mientras mis padres, que en paz descansen, decían que éramos adorables juntos pero por alguna razón no nos veían como una pareja. Concuerdo con eso, Maxon y yo somos demasiado parecidos y aunque eso parezca bueno en realidad para mi sería algo molesto si fuéramos parejas, no lo sé, me gustaría un polo opuesto. Creo que eso sería más divertido.
Él es genial pero lo conozco tan bien que sé que no podríamos complementarnos como desearía, ambos tenemos personalidades divertidas y fuertes que terminarían explotando en cualquier momento.
Nos acomodamos en el sofá, yo me siento en el pequeño y la pareja en el más grande.
<<Hola, Hola Seattle —Saluda Maxon en la radio e inmediatamente aplaudo—. Sé que en este momento my little coffe debe estar sintonizando la emisora y quiero mandarle un abrazo gigante que se como le gustan.
—Maxon tiene una voz increíble —Digo orgullosa.
—Ya dime cuando van a casarse —Mi hermana junta su manos suplicante—, quiero tener la precisa.