“No puedes esconderte”
Jueves, 13 de abril del 2018.
—Ay no, no, no —Con los ojos abiertos al máximo vuelvo a mirar la caja, pero sin ser capaz de volver a mirar el contenido para asegurarme de que lo que vi es realmente real—. Yo sabía que no debíamos meternos en esto.
Me arrastro hacia atrás hasta que mi espalda choca contra la pared, no creo poder ser capaz de levantarme.
—No pensé que esto iba a pasar.
Levanto la mirada en su dirección furiosa, el enojo me da la fuerza necesaria para levantarme.
—¡Te dije que no debíamos meternos! ¡Ahora estoy en la mira de un asesino!
—Estamos —Hace una mueca y ladea la cabeza—, estamos en la mira de un potencial asesino.
Estiro mi cabello con frustración y cogiendo aire me agacho para mirar nuevamente dentro de la caja. El cuchillo empañado en sangre me da repulsión, estiro mi mano para agarrarlo pero Noah me lanza algo a la cabeza y volteo en su dirección.
— ¿Eres estúpida? —Veo los guantes esterilizados en el suelo. Su ceño está fruncido—. Ponte eso, no puedes dejar tus huellas en la evidencia, además con algo de suerte pueden encontrar algo en ella.
Resoplo, no digo nada porque tiene razón. Me pongo los guantes con nerviosismo, Noah sigue manteniendo unos cuantos pasos atrás, se lo ve nervioso, no, mejor dicho… asustado.
¿No qué muy valiente?
Me armo de valor y vuelvo a la caja, lo primero visible es el cuchillo con sangre reseca, con la mano derecha hecha un manojo de nervios lo agarro. Apenas la saco de la caja un olor a hierro característico de la sangre aparece en el aire y dejo caer el cuchillo en el suelo.
Miro al Señor Nieves el cual se tapa la nariz y no tarda en correr dirección a su casa, entra dejándome sola y me paro con la boca abierta. ¿Volverá verdad?
Miro el cuchillo en el suelo, es el típico cuchillo que utilizan las madres en una cocina para cortar un pedazo de carne para la cena. Mierda, mierda, mierda. Mis ojos vuelven a observar la caja y dentro de ella veo una foto volteada, trago saliva y me agacho para agarrarla.
Me enderezo lentamente y volteo la foto despacio, en eso Noah sale de su casa pero esta vez trae puesto un tapaboca.
— ¿Qué es eso? —Pregunta, volteo la foto por completo y jadeo al ver que somos Noah y yo—. Vamos a morir —Es lo primero que sale de mis labios—, voy a morir por tu culpa.
El extiende su mano para que le pase la foto, ahora trae puesto unos guantes negros mucho más gruesos que los que me dio hace segundos, parece de un material especial pero no me distraigo mucho pensando en eso sino que directamente se la extiendo.
Él agarra la foto con cuidado y la examina. Se me pone la piel de gallina, la foto fue sacada en el momento donde discutíamos, ambos cara a cara dentro de la distancia que siempre solemos mantener. Absortos en una pequeña pelea sin siquiera percatarnos de que alguien muy peligroso estaba junto a nosotros.
—Llamare al fiscal.
Nosotros no podemos meternos en esto, bueno, ya lo hicimos. Pero en mi defensa ¡No pensé que nos espiaban! Esto se salió por completo de control, trago saliva con dificultad y miro los alrededores asegurándome de que nadie nos observe.
—No puedes —Dice acercándose a la caja, mira adentro donde la sangre reseca mancha las paredes rosas de la caja. Deja caer la foto ahí y se aleja llevando una mano en su pecho, cierra los ojos adolorido y camino junto a él preocupada—. No, no te acerques.
Me detengo y nada contenta doy unos pasos para atrás.
— ¿Te encuentras bien?
Camina hacia la entrada de su casa, se saca el tapabocas e inhala con profundidad.
—Muchos… muchos gérmenes —Dice con cara de dolor—. Necesito lavarme. Cierra la caja y déjala afuera, no llames a nadie por el momento.
Prácticamente entra corriendo dentro de su casa. El señor Nieves realmente está enfermo, aunque él se niegue en aceptar mi ayuda estoy segura de que sabe que la necesita. Hago una mueca y me encargo de la caja, dejo todo como estaba, ni siquiera la muevo de lugar, la dejo en el pasillo frente a mi puerta y solo entro a mi casa con los nervios hasta el cielo
Me quito los guantes y los tiro a la basura, me lavo las manos y el rostro incapaz de creer lo que acaba de pasar. Me siento en el sofá y atraigo hasta mi pecho una almohada, creo que el sentimiento que tengo en este momento no es miedo, sino que sigo en shock y no estoy pudiendo procesar la información como debería, todo es tan irreal que me parece hasta un sueño… más bien, una pesadilla.
Mi celular comienza a sonar, me levanto para atenderlo con recelo pero al ver que se trata de mi hermana me calmo.
—Sandru ¿Estás libre? —Pregunta sin siquiera saludar—. Una compañera de trabajo está necesitando de una traductora.
Muy bien, una oferta de trabajo cuando prácticamente tengo los días contados.
—Oh… ¿Ahora mismo? Tengo algo que resolver…
—¿Sigues intentando que el vecino te hable? —Pregunta con tono burlón—. Creo que deberías darte por vencida.
Si tan solo supiera que ya hablamos y hasta que estamos metidos en tremendo embrollo juntos.
—Sabes que no me doy por vencida tan fácilmente —Respondo como si nada—, pero la verdad es que Maxon me dijo que su novia vendrá en cualquier momento.
—¡¿Novia?! —Chilla por lo alto, alejo el celular de mi oreja—, pero, pero… ¿Qué hay de ustedes? —Aquí vamos de nuevo—. Escuche lo de la novia pero conociendo a Maxon pensé que era solo algo informal.
Ruedo los ojos.
—Te lo he dicho muchas veces —Digo con cansancio—, somos amigos, hermanos, compañeros de vida pero nunca en un sentido romántico. Es un amor muy especial pero creo que ya debías saber que no terminaríamos juntos.
Escucho su berrinche al otro lado de la línea.