No me toques!

Capítulo 13.

“Aunque vives una vida a base de mentiras, prefieres eso que soportar la realidad”

 

 

— ¡Wou! —Hago mi mejor actuación llevándome las manos hasta la boca—. ¡Me dejaron un regalo! Estoy muy sorprendida —Digo con un tono muy enérgico—. ¿Ves mi expresión de sorpresa?

Él me observa con la cabeza ladeada, achica sus ojos en mi dirección y trago saliva. Yo no nací para ser actriz.

—Creo que estas mintiendo… —Doy un paso atrás tragando saliva—. ¿Por qué mientes Sandra? ¿Quién te dio esa caja?

Sus preguntas tienen un tono acusador, un tono que me pone los pelos de puntas, ¿Será que él sabe algo? ¿Él me mando la caja?

—Yo…

No sé si solo estoy exagerando pero tener a alguien de la ley frente mío junto a una caja con un cuchillo y una foto mía es demasiado que mi pobre cerebro está por hacer corto circuito, madre mía.

—¿Qué hay en la caja, Sandra?

—¿Cómo demonios va a saber que hay dentro sino lo ha abierto? —Noah aparece en mi campo de visión, está en una posición segura para él, trae puesto unos pantalones negros, una camisa blanca y la gabardina negra que le da un toque misterioso. Mierda, necesito que parezcamos personas normales, no personas malditamente sospechosas, y los guantes negros del Señor Nieve son demasiado extravagantes—. Esa caja es mía.

El fiscal Jean da unos cuantos pasos atrás alejándose de mí, lo cual me deja exhalar el aire que estaba conteniendo por culpa del suspenso. Su vista va de Noah, a la caja y por último a mí.

—¿Tú le regalaste la caja?

Sonrío, muy bien, suspiro tranquila. Podemos fingir que él me dejo la caja con un regalo dentro y el fiscal no podrá decir nada.

— ¿Yo dejarle una caja a esa idiota? —Me señala con su bastón y abro la boca ofendida—, por favor Fiscal, tener que soportarla como vecina ya es suficiente, créeme que no le daría un regalo ni por todo el dinero del mundo.

Me cruzo de brazos mientras lo miro sumamente furiosa. El fiscal suelta una risa y rápidamente volteo en su dirección, éste se detiene y carraspea recobrando su postura.

— ¿Y tú para qué quieres una caja?

— ¿Y a ti que te importa? —Pregunta cabreado. Para mi sorpresa agarra la caja, y acomoda mejor su bastón—, siempre dejan mis cosas frente a su casa, es una molestia —Refunfuña mientras va hasta su casa y entra en ella.

Cierro los ojos con fuerza, ¿Por qué tiene que ser tan gruñón?

Cuando los vuelvo a abrir, él me está mirando con curiosidad.

—Si la caja no era tuya… ¿Por qué mentiste?

Resoplo, mi flequillo se desordena y lo peino con mis dedos.

— ¿No viste su actitud de mierda? —Pregunto enojada—, quería esconder su caja.

Él se ríe y agacha la cabeza. Asiente con esta y me mira algo apenado.

—Lo siento, últimamente el trabajo me está matando, no puedo confiar ni en mi propia sombra —Sonríe de costado—. Lamento las preguntas, pero a veces olvido que no estoy en el trabajo.

Bueno, bueno, si me sonríe de esa forma creo que podría perdonarle cualquier cosa. Niego con la cabeza, deja de tener pensamientos impuros con un sospechoso.

—No hay problema, a veces soy muy mentirosa —Río nerviosa—. ¿Y quieres pasar para hablar de Victoria? —Asiente, le hago un espacio para que entre y lo hace—. Siéntate en el sofá, ponte cómodo. ¿Quieres té, agua…?

Él se sienta en el sofá y mira su alrededor.

—Una taza de té estaría bien.

Asiento, voy hasta la cocina y caliento el agua. Miro detrás de mí un par de veces, no me fio por completo de él… pero algo muy en lo profundo me dice que él no tiene nada que ver con todo esto.

—Tu casa es muy acogedora —Habla mientras yo sirvo el té en ambas tazas.

—Me gustaría poder agregarle más color —Digo caminando con las tazas, cuando llego le extiendo una y él me agradece—. Mi hermana y cuñado arreglaron el lugar, así que también me gustaría poder darle mi toque.

Me siento en el sofá, él asiente mientras bebe el té.

—Entiendo —Deja su tasa en la mesita de enfrente y centra su atención en mí—. Victoria me pidió que fueras a visitarla mañana por la tarde.

—Eso es genial, pero estoy un poco sorprendida de que quiera verme.

Capaz está sea mi oportunidad para hacerle más preguntas, no estoy para nada tranquila luego de todo este alboroto.

—Salvaste su vida —Dice sacándome de mis pensamientos—, creo que te ve como una heroína.

—No soy una —Digo bebiendo el té incomoda—, solo llame a una ambulancia, en realidad Noah lo hizo.

Él se encoge de hombros y vuelve a agarrar la tasa.

—Tal vez para ella ese momento pudo ser mucho más significativo —Eso me deja algo pensativa—. En fin, ella será dada de alta a las cinco, si puedes pasar antes será mucho mejor.




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