"Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina. Es mortal.
-Paulo Coelho."
Lunes, 17 de abril del 2018.
El día de ayer fue un día bastante tranquilo, mi hermana me pidió que pasara tiempo con ella. No voy a mentir, era algo incomodo para mí el estar con ella y no poder hablar de los problemas en los que me había metido, ella no se dio cuenta de mi incomodidad ni pareció sorprendida cuando le dije que Maxon no podría venir porque su novia estaba enferma. Cosa que debo aclarar que es mentira, todavía no he hablado con él y tampoco tengo ganas de hacerlo, por lo visto él tampoco quiere hablar conmigo por eso ni siquiera ha venido junto a mí.
No soy de ese tipo de chicas que les prohíbe a su mejor amigo tener novia, al contrario sé que estuve sorprendida cuando él mencionó que está en una relación. Pero en mi cabeza no era nada malo, digo, no pensé que su novia era una maldita bruja.
Golpeo la puerta del Señor Nieves y espero a que salga. Hoy tengo un reto para él, ayer cuando llegaba a casa por la tarde lo encontré frente a mi puerta, le pregunte si me estaba buscando y al verme se asustó, dijo que solo salió a tomar un poco de aire porque estaba un poco estresado algo que me pareció raro. Luego empezó a regañarme por llegar a esas horas, para mí no era muy tarde pero en fin, él dijo que se tomaría el día libre hoy así que aquí estoy. Ocho de la mañana en punto frente a su puerta, dispuesta a molestarlo.
— ¿No tienes casa? —Niego con la cabeza sonriendo, el achina sus ojos—. Esto no es un refugio.
Piensa cerrar la puerta pero pongo mi pie antes de que siquiera lo intente, él mira con desagrado mi pie que está pisando su piso y me hace una señal para que me aleje. Eso hago, doy pasos atrás y él sale afuera cerrando la puerta tras él.
—Tengo una y justamente te estoy invitando a entrar en ella —Ladea la cabeza. Su cabello negro parece más largo hoy tal vez porque no lo tiene peinado para arriba y hacia un buen tiempo que no lo había visto de manera más "sencilla" aunque apuesto que esa camisa en el precio no tiene nada de sencillo.
—Tengo que limpiar mi casa así que mejor ve a molestar en otro lado.
— ¡Yo también voy a limpiar la mía!
— ¿Y ese milagro? —Da un paso más al frente y mira el cielo—. El clima está demasiado bueno como para estropearlo con una lluvia por tu culpa.
— ¡Hey! Limpio mi casa de vez en cuando —Arquea una ceja—, muy de vez en cuando ¡Pero lo hago!
Él niega, cruza sus brazos sobre su pecho y me mira con curiosidad. Sonrío de manera inocente, creo que en este poco tiempo ya se hace una idea de lo que una sonrisa así de inocente significa en mí porque da un paso atrás.
—Lo que sea que estás pensando olvídalo. Mi respuesta es no —Da media vuelta para irse pero sin importarme la distancia entre nosotros soy más rápida y me adelanto hasta ponerme de espalda a la puerta extendiendo los brazos a los costados para bloquearle la entrada.
Cosa que el Señor Nieves realmente no esperaba, porque cuando sus pasos se detienen él está frente a mí a solo un paso de distancia, sus ojos se encuentran con los míos y siento algo de nerviosismo, a tal punto de que mis hombros se tensan. Es la primera vez que estamos tan cerca, pero no a la vez, nadie dice nada, solo nos observamos, hasta que su vista cae a mis labios, tal vez fueron solo unos segundos pero la verdad lo sentí como minutos eternos.
—Tienes una mancha de crema dental en los labios —Sus labios se arrugan con desagrado y su vista vuelve a subir a mis ojos—. ¿Cómo demonios te lavas los dientes?
—¡Deja de molestarme! —Mis hombros se destensan al escuchar sus palabras y hasta puedo sentir como mis mejillas arden. Rápidamente llevo mi mano derecha hasta mis labios para limpiarlos y Noah da varios pasos atrás haciendo muecas.
—Eres desagradable.
—Oh, tu siempre tan halagador —Digo con sarcasmo—, no cambies el tema. Intentas evadir lo que voy a decirte ¿No?
—Ya te di mi respuesta así que muévete —Me mantengo firme en mi lugar.
—No, vengo a decirte que es lo que haremos hoy —Suspira exasperado y levanta la vista al cielo maldiciendo—. ¡Vamos a limpiar mi casa!
Como un rayo su vista baja hasta cruzarse con la mía, busca algún signo de broma en mi rostro pero no va a encontrar nada porque no estoy bromeando.
—¿Tu plan es que no limpie mi casa para limpiar la tuya? —Pregunta incrédulo. Asiento repetidas veces—. Pero vete al infierno, ¿Qué tan idiota crees que soy?
Ya no me sorprenden sus insultos, capaz antes sí lo hacían pero ahora sé que es parte de su personalidad ser así de idiota. No es un mal plan, al limpiar mi casa se enfrentara a suciedad, polvo o gérmenes que solo él puede "ver". Conociéndolo debe limpiar su casa todos los días, si se concentra en la mía no podrá limpiar la suya cosa que será algo nuevo para él.
Sé que no estoy siendo de mucha ayuda, solo leo información de internet para ayudarlo por eso hoy quiero buscar una forma de convencerlo para que busque algún tipo de ayuda, por lo que estuve leyendo hay terapias para este tipo de trastorno así que aunque capaz rechace ese tipo de idea al principio soy demasiado insistente para hacerle recordar de esto todos los días.
—Bueno, si no quieres hacerlo tengo otro plan.
—Muy bien, porque limpiar tu casa no está en mi lista de cosas que hacer hoy.
Una risita escapa de mis labios.
—Okay, entonces vamos a ir a una alberca pública hoy.
Me da una mirada aterrorizada y arqueo las cejas, ¿A caso pensó que la segunda opción sería mejor que la primera?
—¡De ninguna manera!
—Pero dijiste que en tu plan no estaba limpiar mi casa hoy.
Él sonríe burlón.
—Tal vez debamos limpiarla, últimamente me persigues demasiado y quien sabe con cuantos gérmenes sales de ese basurero, mejor prevenir que lamentar.