Jueves 31 de abril del 2018.
Noah
—Bueno, Señor Myers, esta vez si me contará... ¿Cuál es la razón por la que ha decidido acudir a consulta?
Debo de darme algo de crédito por eso, busque a alguien muy especializado porque no quería que volviese a ocurrir lo mismo que la primera vez que acudí por ayuda. El Doctor Wilson es psiquiatra, psicólogo y uno de los más conocidos en tratar trastornos de la personalidad. Eso fue lo primero que me hizo acudir a él pero eso no significaba que volvería una segunda vez. Tal vez algo que no me hizo salir corriendo es el hecho de que su consultorio está impecablemente limpio, todo se encuentra ordenado y el doctor luce como alguien decente, aseado y prolijo. Juro por Dios que si me encontraba algo distinto no hubiese durado nada antes de salir corriendo.
Evite decir la razón la primera vez que vine, porque no era algo que todavía podía decir en voz alta. Pero esta segunda vez siento que debo decirlo o sino explotaré.
—Me gusta alguien.
El doctor sonríe, evado su mirada.
—Es una buena razón ¿Existe alguna más?
Asiento, claro que hay más razones pero creo que la razón por la cual estoy aquí es ella.
—No me gusta ser así —Observo mis manos enguantadas con disgusto—, pero es todo lo que sé, mis padres fueron muy estrictos con la limpieza y el aseo desde que tengo memoria... esto es lo normal para mí.
— ¿Cómo definirías lo normal?
—Desinfectantes, limpieza, organización —Lo observo anotar algo en su libreta y jugueteo con mis manos —. Eso es normal para mí pero no por eso significa que llegue a gustarme a todo rato.
— ¿Cuáles son esos momentos en donde no te gustan?
—Cuándo me impiden hacer las cosas que me gustan.
Cuando ni siquiera soy capaz de tocar a la persona que me atrae porque tengo miedo de hacerlo.
Todavía siento un terrible disgusto conmigo mismo debido a como actué cuando Sandra estaba esperando que la besará. Tan imbécil no soy, algo cambio entre nosotros luego de ese día y la tensión que hay en el aire cada vez que estamos juntos es difícil de ignorar.
Nunca antes había sentido tantas ganas de tocar a alguien hasta que apareció ella. Creo que al principio me dio curiosidad el conocerla al ver como se esforzaba tanto en ayudarme pero poco a poco me fue agradando más al punto de que comencé a hacer locuras por ella.
El día que me invito a beber me sentí un verdadero perdedor al no poder hacer algo tan simple como beberme una lata de cerveza del supermercado. Esas cosas antes no me molestaban, por supuesto que no lo hacían pero cuando no pude hacerlo frente a ella... odie ser yo. Odie el hecho de que si hubiese sido alguien normal no iba a tener ningún problema de beber junto a ella, así que por eso me anime a hacerlo pero la realidad es que cuando volví a mi departamento fui directo al baño a vaciar mi estomago, fue demasiado para mí.
A parte de todo eso, el día en el que esa joven se encontraba en mi puerta desangrándose... todavía puedo recordar el entumecimiento de mi cuerpo. Ella estaba muriéndose frente a mí y no pude hacer nada, creo que ahí fue el momento donde me replante todo y pedí ayuda a Sandra, ese fue el comienzo pero aceptar el cambio después de tantos años no es sencillo.
Salgo del consultorio y voy directo a la farmacia por los medicamentos que me receto el Doctor, el tratamiento comenzara dentro de unos quince días debido a que quiere que comience con las pastillas primero. Una vez que tengo todo lo guardo directo en mi bolso, cuando ya estoy dentro del auto me quito los guantes y desinfecto mis manos antes de agarrar mi celular y llamar a mi hermana. Pero el celular me marca directo al buzón de voz, me imagino que debe estar con Sandra.
Sonrío ante la imagen de ellas dos juntas, no me sorprende que se volvieran cercanas tan rápido, deduje que eso pasaría solo que me sorprende como Sandra sigue soportándola. Riendo pongo en marcha el auto y voy directo a casa, ya se ha hecho demasiado tarde, salir de la empresa e ir a consulta es la única opción que tengo debido a que tuve que aplazar varios trabajos debido a ella. Aún me cuesta darme cuenta cual fue el momento exacto en donde Sandra comenzó a voltear mi vida, tal vez fue debido a su mirada. Creo que ella no se da cuenta en la forma en la que a veces se queda varios segundos mirándome, me observa con sus ojos marrones de una forma que me pone la piel de gallina y me hace contener la respiración.
Cuando hace eso es que quiero acortar nuestra distancia y besarla, pero no es tan sencillo como suena, al menos no para mí.
Cuando llego voy directo a mi departamento a asearme, es la rutina que siempre he tenido y que a veces sé va al caño debido a mi vecina. Antes de ducharme voy directo al armario y elijo una camisa gris, unos pantalones negros y los dejo todo en mi cama de forma ordenada, cada prenda debe estar en el lugar de siempre un solo mal movimiento y me pondrá ansioso. Una vez hecho eso voy a la ducha pero me detengo al oír el tono de mensaje de mi celular, retrocedo y observo que es un mensaje de Kathia. Desbloqueo el celular y al abrir el chat me percato que es una foto, al momento de descargarlo siento un escalofrío. En la foto Kathia se encuentra dormida en la parte trasera de un auto, pero al ver mejor la foto y la posición en la que se encuentra en vez de parecer dormida parece que está desmayada ¿Quién me mando la foto? Respondo rápidamente preguntando qué significa esto pero los mensajes ya no le llegan... comienzo a sentir el latido de mi corazón mucho más rápido y sin importarme nada bajo las escalaras con el celular en la mano y salgo corriendo de casa yendo directo a la puerta de Sandra, la golpeo con la mano libre sin pensar en que no llevo los guantes puestos.
—Ya va, ya va —Oigo la voz de Sandra y en ese momento siento pánico.