No mires atrás

"EL REGRESO DEL SILENCIO"

Emma Godoy

Martes, 7:38 a.m.

Un día después de la nota…

Emma se quedó mirando su reflejo en el espejo del baño del colegio durante más tiempo del que tenía permitido. El timbre ya había sonado y los pasillos estaban prácticamente vacíos, pero ella no podía moverse. Su cara estaba distinta hoy. No era por el maquillaje, ni por el sueño mal dormido, era por lo que sabía y por lo que no se atrevía a decir.

Se mojó la cara con agua helada. Respiró profundo. Repitió en voz baja, como si fuera un mantra:

—No pasó nada, no pasó nada, no pasó…

Pero el temblor de sus dedos le desmentía cada palabra.

Apretó el papel que guardaba en el bolsillo interior de su chaqueta, la nota. La misma que había recibido Lía. La misma que tenía Lucas. La misma letra. El mismo mensaje.

“Alguien no es quien dice ser. No mires atrás.”

Y la fotografía. La maldita fotografía.

La imagen la había perseguido toda la noche, esa mesa, esa fogata, ese cuerpo cayendo hacia atrás, como si el tiempo hubiese capturado justo el momento exacto en que todo cambió.

Emma había estado ahí. Todos lo habían estado, pero ninguno lo había dicho en voz alta. Habían hecho un pacto de silencio. Un pacto que ahora se estaba resquebrajando.

Durante la clase de Lenguaje, Emma escribió en su cuaderno una lista sin título. Era una costumbre que tenía desde niña, escribir cuando no entendía lo que estaba sintiendo. Solo nombres, uno bajo el otro.

1. Lía

2. Valentina

3. Lucas

4. Dante

5. Yo

Los cinco. Los que habían estado esa noche en la casa del bosque. Los que habían hecho promesas. Los que tenían algo que perder. Y ahora alguien los estaba llamando a cuentas.

Emma no podía evitar preguntarse, ¿Quién más sabía lo que ocurrió? ¿Quién estaba detrás de todo esto? ¿Y qué significaba 1 de 5? ¿Había más fotos? ¿Más pruebas? ¿Más secretos por salir?

Cerró el cuaderno cuando la profesora la miró directamente.

—¿Puedes repetir lo que dije, Emma?

Emma se aclaró la garganta.

—Estábamos hablando de… de los símbolos en la narrativa de suspenso. Del narrador poco confiable.

La profesora asintió.

—Exacto. Y tú, ¿confiarías en un personaje que oculta información incluso al lector?

Emma sintió cómo su estómago se contraía.

—Supongo que no —dijo.

La profesora sonrió y volvió al pizarrón.

Qué ironía, pensó Emma. Yo soy ese personaje.

(...)

Emma no pensaba en esa noche desde hacía meses. O al menos, trataba de no hacerlo, pero ahora, mientras caminaba al almuerzo junto a Lía, las imágenes volvían solas. La risa de Valentina, borracha con una copa de más. Dante, corriendo por el patio con una linterna, fingiendo que era una película de terror. Lucas, contando historias urbanas sentado junto a la fogata. Ella y Lía, escondidas tras una manta, hablando de cosas que nunca se dijeron al día siguiente.

Y después… el grito.

Un grito seco. Como si alguien se hubiera tragado el aire. Un golpe. Un cuerpo cayendo y luego el silencio. El silencio más profundo que Emma había sentido en su vida. Después vino la decisión, la promesa, la mentira.

“Nadie dice nada. Nadie lo cuenta. Nadie estuvo aquí.”

(...)

En el casino del colegio, los cuatro se reunieron. No por decisión, sino por necesidad. La nota los estaba arrastrando como una marea.

Lía llegó primero. Lucas, después. Emma les hizo señas desde una mesa en la esquina. Valentina apareció al final, con la cara rígida y los ojos oscuros.

Ninguno saludó, solo se sentaron. Como si hubieran ensayado ese momento desde siempre.

—¿Alguien más la recibió? —preguntó Lucas en voz baja.

—Dante no está —respondió Valentina—. No ha venido en días.

—¿Y si es él? —dijo Lía—. ¿Y si todo esto lo empezó él?

—O alguien que sabe lo que pasó esa noche —añadió Emma.

Lucas sacó la nota de su bolsillo y la extendió sobre la mesa.

—Esto no es un juego. 1 de 5. Claramente están jugando con nosotros.

Y en este tipo de juegos, alguien siempre pierde primero.

—¿Y si ya perdimos? —preguntó Lía, con la voz quebrada.

Un silencio incómodo se instaló entre ellos. Emma los miró uno por uno. Eran sus amigos. Sus cómplices. Sus testigos y sin embargo… ninguno parecía confiable ahora.

Algo se había roto.

—Tenemos que saber quién más sabe —dijo Emma al fin—. Alguien lo está haciendo por algo.

Esto… esto no es solo venganza. Esto es personal.

Valentina levantó la vista por primera vez.



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En el texto hay: misterio, suspenso misterio

Editado: 31.07.2025

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