CAPÍTULO VIII

El camino estuvo algo largo, pareció una eternidad pero al fin llegué.

¿Una estación de policía? Ahora sí que no entiendo nada. Si antes estaba perdida, pues ahora lo estoy en un 1000% peor.

No me dijeron nada del por qué venía para acá, ni la Sra. Love-Hewitt ni su esposo, bueno de hecho no le pregunté pero al parecer era algo importante y urgente que me presentara. Supongo que me dirán allí adentro sobre qué hago aquí así que esperaré nomas.

Bajo del vehículo e ingreso. Un oficial que está tras recepción conversa con un colega suyo le dice que lleve los papeles al Jefe, es algo mayor y le dio indicaciones a uno más joven que él, que no se distraiga y se los lleve, lo golpea con el folio con papeles en el brazo y éste último se va por un pasillo.

No había nadie más que nosotros ahora.
Me ve y dice que espere y tome asiento. Lo hago y veo cuadros en una pared frente a mí y a su costado un mural como en la escuela, los que nos hacían hacer por cada fecha significativa, en este habían hojas sobre hojas con fotos de personas desaparecidas y que se buscaban en las letras bajo las mismas. Unas tan viejas que penden del pin que las sostienen contra este mural.

Mientras espero unos minutos, el oficial que me atendió ingresa a uno de los pasillos de la estación y luego regresa con alguien más, él se queda en su puesto y su acompañante sale de la estación.
Busca unos papeles y los coloca encima y empieza a ordenarlos.
Mientras lo hace ingresan a la estación dos oficiales, lo noté por la esquina de mi ojo, y uno de ellos le dice que ya está listo todo con Botsi.

Al escuchar esto último dejo lo que estoy haciendo, de mirar mis manos y jugar con ellas, y dirijo mi vista hacia ellos.

Agradezco haber asistido hoy con algo ligero, como para correr, como lo estoy haciendo ahora.