No Nos Oyen

CAPÍTULO X

Tuvimos que aprender a sanar muchas cosas, tuvimos, sí, porque ambos estamos desechos, rotos, de alguna manera y aunque no somos las personas correctas para hacerlo aprendimos a ser como un uno en todo esto desde que nuestra relación padre-hija comenzó.

Estamos de camino...

Cuando ya estamos frente a la misma estación de policía que estuve hace unos días le digo no quiero hacerlo.

- Tienes que... Quedamos en enfrentar nuestros miedos. Lo prometimos, por lo menos intentarlo desde que empezamos esto.

- Sí, pero ya lo hice.

-No, no lo hiciste. Siquiera lo viste, no, ¿verdad? Te conozco. Lo hago aunque no lo creas, no tanto pero por lo menos sé que debes de hacerlo. Confío en ti y es mejor que te enfrentes a ello. Estoy aquí si me necesitas. No me iré y lo sabes.

Tiene razón, lo estuve evitando estos días y bueno, ya es hora de verlo. Sé que él está para mí desde que perdió a su esposa e hija en aquel accidente no volvió a ser el mismo. Lo sé porque sé cuándo a alguien le quitan su luz.

Ingreso a la estación y al oficial de la recepción le digo que vengo a ver a Botsi.
Me dice que espere, que ya regresa. Y se va por un pasillo.

Por el pasillo veo que se acercan unas personas, son dos oficiales que llevan a un hombre esposado al exterior a una patrulla.
Veo quién es el hombre y no logro reconocerlo. Creí que sería él. 
Sé que Botsi no anda solo, siempre va acompañado de esos dos.

El oficial vuelve a entrar por el mismo pasillo de hace rato y luego regresa para decirme que lo siga, lo hago y me lleva a una oficina que no es de interrogatorios, lo sé porque no tiene ese gran vidrio en una pared ni una cámara ni nada. O tal vez sea diferente esta.

Me dice que me siente y espere. 
Se va...

Abre la puerta un oficial o más bien detective porque va enternado, o eso creo, y tras él está el mismo oficial joven de la primera vez que vine con un hombre esposado quien ingresa con la cabeza agachada.

Lo sienta frente a mí y tras cerrar la puerta se va a una esquina de la sala con los brazos cruzados delante de él.

Me mira y sonríe. Maldito!
Me reconoce. 
No cambié mucho... traté de hacerlo comenzando con el color de cabello a uno más oscuro que el de mi madre, lo sé por una foto de ella y su cabello castaño claro; después la ropa, crecí, uso holgado todo dejando atrás los vestidos, medias de hilo, trenzas, cintillas al final de estas y vinchas.

Se pone cómodo con sus manos esposadas sobre la mesa estiradas tratando de alcanzarme un poco. El oficial no lo deja carraspeando su garganta como señal de ni se te ocurra.

Le pide unos minutos a solas ya que se alegra de ver a una amiga después de mucho.

No le hace caso y sigue en su misma posición.

- Sé que no es la mejor manera de vernos pero me alegro mucho de ver a mi niñita - esto último que dice hace que me hierve la sangre de la cólera, impotencia y rabia de lo que hizo. - ¿Te acuerdas, mi niñita?

- No me hagas acordar de eso que si pudiera ahora mismo te parto la cara - digo apretando tanto los dientes que casi creo romperlos.

- Vaya, vaya, mírenla nada más, ya creció y hasta se volvió valiente. No. Mas bien sigues siendo esa niñita cobarde, ¿verdad?... Te crié prácticamente así que a mí no me vas a mentir. Sé perfectamente quién eres, sé muy bien lo que hiciste... -

- Más bien lo que tú me hiciste - golpeo la mesa con la mano en puño. El oficial parecía ya estar casi encima de nosotros. No se lo esperaba, claro que no. Y lo que más me hierve es la sonrisita burlona y hasta de satisfacción, podría decir, tiene este infeliz cerdo maldito.

- Tranquila, tranquila leona. No tienes que ponerte así sino a quien sacarán es a ti y no a mí... Sabes gatita... Dany y Titán te mandan saludos.

- Esos nombres, ellos, ellos nunca se separaban y eso quiere decir que también los arrestaron. Al fin. Al fin se hace justicia. Si necesitan una víctima de estos infelices estoy más que dispuesta a declarar. Esto no se va a quedar así. Ellos me la van a pagar cada vez que me rompieron, cada vez que.... - Dany dice que extraña ese cuerpecito, ninguna niña fue igual a ti. Ninguna. ¿Qué le hiciste, dime, que nunca te olvidó, lo hacías muy bien, dime, eso era, porque ni siquiera te compartía, nunca entendí porqué pero...? - no dejé que siguiera que mi mano terminó estrellándose en su cara dejando una marca roja, espero que eso le quede marcado y de recuerdo comparado a lo que ellos hicieron conmigo.

...

Camino hacia el auto y recuerdo cada palabra que Bots dijo ninguna niñita fue igual a ti... eras tan hermosa, tan fuerte, y tan linda con él que no te olvida aún después de ellas no hubo nadie como tú... Y luego sólo sonrió. Gracias a mi bofetada el oficial pidió apoyo y me sacaron de la sala y casi de la estación no sin antes que él dijera eso último.
Hubieron más. Se supone que ellos fueron arrestados. 
Ellos... los apresaron. 
Yo estuve ahí. 
Los vi después de cada interrogatorio, después de cada tarde en la corte frente a un juez, con el fiscal, médico legista, todos... Todos los que sobrevivimos a ese infierno los acusamos. 
Cómo carajos hubieron más después de mí sí yo fui con quien se desquitaron último.
¿Cómo?

... 

Camino a casa no digo nada. 
Creo que Joe lo entiende aunque en realidad no, él no sabe lo que pasé en aquel entonces pero lo que sí sabe es que mi infancia fue muy dura pero esto no evitó que me adoptara. Él también la pasó muy mal.

Al llegar subí directo a mi habitación y me encerré. No lloré, solo me senté en mi cama y miré a la nada. Me recosté después de no sé cuánto supongo que varios minutos.

Ya estando a punto de caer en un profundo sueño Joe desde la puerta dice que mañana no asistiera mejor.

No sólo fue un largo día sino que también será una larga noche y toda la semana aún más hasta..

 



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En el texto hay: crimen, asesinato, muerte.

Editado: 15.03.2021

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