No puedo odiarte.

Capítulo 8. George.

— George, ¿Que pasó contigo? ¿Qué hiciste para llegar al hospital? ¿Por qué saliste de tu zona? Todo el mundo estaba loco buscándote. — Escuché la voz de mi amigo.

Yo con dificultad abrí los ojos y me sorprendí al ver que estaba en mi apartamento y no en el hospital, mi insustituible amigo estaba sentado a mi lado y no aquel ángel pelirrojo.

— Yo no recuerdo nada de lo que pasó, — dije la verdad, — como si las luces se hubieran apagado, solo recuerdo que estuve en el hospital y una chica pelirroja. Ella estaba en la habitación conmigo y me sujetaba la mano.

— No había nadie allí, y casi tuvimos que secuestrarte para no desvelar tu identidad. — dijo Alex. — ¿Es posible que fuera un sueño?

— No era ningún sueño. Definitivamente la vi. — respondí y pregunté. – ¿Mamá sabe?

- No, no me atreví decirle nada. Tampoco pude abrirle el tema del “Juego”. Como el medico dijo, que no tienes nada grave y en un par de días estarás como nuevo, así que decidí seguir con tu mentira sobre las vacaciones en Havas y te traje aquí. – dijo Alex.

- Esta bien.  ¿Puedes averiguar dónde estuve antes del hospital?

— Por supuesto, “Juego” grabó todos tus movimientos, hasta el momento, cuando saliste de la zona. Pero, ¿por qué lo hiciste? ¿Dónde estaba tu dispositivo de seguimiento? Ganaste el Juego y deberías presionar el botón para el equipo de evacuación. – pronunció mi amigo con cierta incomprensión.

— No lo sé, pero quiero ver cómo gané, — respondí y cerré los ojos.

Aún me dolía la cabeza, pero lo más molesto era, que no recordaba nada del último día. No importa cuánto lo intentaba, no me venía nada a la memoria, solo el rostro de aquel ángel pelirrojo. Fue una lástima no recordar las sensaciones, que prometía el “Juego”, sobre todo ¿cómo podía ganar? ¿Cómo conseguí los cincuenta dólares? Quizás no había nada en absoluto, pero el mensaje en mi teléfono decía claramente: "Sr. Celan, nos complace anunciarle que se ha convertido en el ganador del Juego del mes. La cantidad de $ 50,000 se ha transferido a su cuenta personal. Gracias por participar."

Al anochecer, los dolores de cabeza casi desaparecieron, pero los recuerdos no volvieron. Por eso Alex fue a hablar con el presidente de club, que organizó ese “Juego” y pidió el video de mi aventura.

— Espera, a ver si tu cerebro se ilumina, cuando ves el video. — sugirió mi amigo.

— Está bien, enciéndelo, al menos sabré lo que estaba haciendo y cómo gané este dinero, — sonreí, — ¿Espero no haber hecho nada criminal?

Alex insertó la memoria USB en la computadora y comenzamos a mirar.

— ¡Ay Dios mío! ¡¿Ese bicho soy yo?! — exclamé, cuando me vi a mí mismo en la forma de vagabundo.

— Aún no me viste, — se rio mi amigo. – Imaginas, quería ganar dinero, tocando música en la entrada al metro. Educadamente pedí el instrumento a un chico, que tocaba guitarra muy mal. Se asustó al verme, dejo todo y se escapó, igual que la gente. Parece que no todos entendieron mi música.

-No creo. Pienso que, con estas pintas, la gente no se acercaba mucho a nosotros, sobre todo a ti, - me reí.

De hecho, Alex tenía un físico brutal. Una mente aguda y una educación brillante se combinaron sorprendentemente con la apariencia de un líder de un grupo de gánsteres. Alto, rechoncho, casi rectangular, con una gran cabeza rapada, una frente baja y una mandíbula inferior maciza ... El legado de su padre, alemán.

Ni las elegantes gafas con montura dorada, ni los trajes hechos a medida, ni los perfumes caros podían arreglar el cuadro. Incluso, cuando sonreía dulcemente, los camareros, crupieres, secretarias y otros caían en un estupor y no entendían de inmediato, lo que quería de ellos ese tipo terrible con una sonrisa depredadora y una mirada pesada. Aunque, Alex era la persona más amable del mundo, pero pocos lo sabían.

— Al juzgar por el video, de mí se escapaban hasta los perros callejeros. ¿Cómo me las arreglé para vender este caballo horroroso por cincuenta dólares? — pregunté, cuando ya vi casi todo el video.

— Nadie entendió, pero no hubo trampa. — explicó mi amigo, — ¡Pero mira!

En la pantalla apareció una chica pequeña y delgada, con una mata de pelo rojo. Llevaba vaqueros y un suéter holgado de color gris.

— ¡Esa es ella! ¡Exactamente, esa es mi ángel pelirrojo! – exclamé, cuando la vi.

— Parece que la molestaste tanto, que te dio dinero, solo para deshacerse de ti lo antes posible. — se rio Alex.

— El último billete de cincuenta dólares, — pronuncié, porque de repente mi memoria se aclaró y vi claramente una barata billetera vacía.

— ¿La conciencia no te tortura? — seguía riéndose mi amigo.

— No, probablemente, si me los dio ella misma, así que no eran los últimos, — me encogí de hombros. — ¡Mira! Yo la seguí. ¿Para qué?

Alex silbó sorprendido.

— ¡Eso es genial! Por primera vez no te siguió una chica, sino tú la seguiste a ella. Al parecer, era una niña muy especial.

— No lo sé, pero necesito encontrarla. — dije. — Siento que ella me salvó y me gustaría hablar con ella.

— Quizás fue ella, quien te trajo al hospital.

— Todo es posible. — dije y en ese momento terminó la grabación, — ¿Dónde está el otro video?

— No hay nada más. Tú, primo, estabas en aquellos tugurios, donde no solo no hay cámaras, allí no siempre se dejan coches con grabadoras durante la noche. — Alex levantó las manos.

— ¿Quizás mejor enviar a Max a buscarla y averiguarlo todo sobre esta chica? ¿A lo mejor ella sabe qué pasó? ¿Y al mismo tiempo descubrir cómo me golpeé la cabeza?

— No, la gente del club ya está investigando, solo que no les pregunté por la chica. Les llamaré ahora, — dijo mi amigo y sacó su teléfono.

-Tienes razón, si Max averigua lo del “juego”, mi madre me matará con sus reproches y escenas. – sonreí.

Al día siguiente me sentí en plena forma, por eso a pesar de las “vacaciones” decidí ir al trabajo, pero me interrumpió Alex.




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