No puedo odiarte.

Capítulo 9. Nice.

Durante todo el camino a casa, Eva me seguía regañando por mi indiscreción e imprudencia.

- No puedes dejar pasar esto a Rick, porque ya se pasó de la raya. Eres una futura abogada, sabes que ahora puede ser procesado fácilmente por intento de violación y hostigamiento sexual, - añadió al final.

- Te dije que después de la universidad iré a la comisaría. - respondí sin mucha seguridad, porque todos mis pensamientos ahora estaban dirigidos a Gor.

- Creo que mejor no posponer la visita a la comisaria. Después de todo, la policía vio que tu mendigo fue llevado al hospital, pero se escapó de allí. Si no empiezas a mover piedras ahora, de nuevo te quedarás sin nada, ese criminal andará libre y al final te hará daño. – Insistió mi amiga.

- Vale, pero me interesa más saber adónde ha ido Gor. - Respondí.

- ¿Dónde podría haber ido? Lo más probable es, que pensó como no tenía dinero, no lo atenderían, así que se fue cuando se sintió mejor. - respondió ella con indiferencia.

- ¿Dónde puedo buscarlo ahora? - pregunté.

- ¿Como dónde? En la calle, por supuesto. ¿Por qué lo necesitas? – preguntó Eva con cautela, mientras estacionaba su auto frente a mi camino de entrada. - ¿No me digas que lo vas a buscar?

- No, pero aun así me ayudó y sufrió por mi culpa. - Respondí.

- Nice, detén esa idea idiota. ¿Por qué quieres encariñarte con un vagabundo? Créame, las personas que alguna vez se encontraron en la calle ya no regresan a la sociedad normal. - dijo con severidad. - Será mejor que te ocupes de Rick y deshazte de este idiota ya. Si todavía no haces eso, entonces yo, a pesar de la promesa que te di, le contaré todo a mi padre.

- No, por favor no lo hagas. - dije rápidamente y prometí ir a la policía esta mañana.

- Bien. - dijo y con una sonrisa me entregó un billete de cien dólares. - Cuando puedas me los devuelves, simplemente no le des todo a los desamparados, porque a este ritmo luego tú misma te convertirás en una como ellos.

- No, ayer no se como sucedió eso. - Me sonrojé, pero tomé el billete. - Gracias. Buena suerte en el examen.

- Espero que todo salga bien. Aunque “Mimra” es una bruja de cuidado, - Eva me sonrió y se fue, yo subí a mi casa.

Fue entonces cuando me di cuenta, de que no había cerrado la puerta, cuando me fui con Gor al hospital. "Eva también tiene razón, he perdido la cabeza por completo". - pensé y entré a mi apartamento. Me fui a la cama, pero no podía dormir en absoluto. Gor no se salía de mi cabeza. ¿Cómo pudo pasar lo que pasó? – esa pregunta no me dejo dormir.

Así que di vueltas de un lado a otro hasta las siete de la mañana y, como le prometí a mi amiga, fui primero a la policía. Esta vez me trataron con mucha atención, aceptaron una declaración sobre un intento de violación, causando daño físico a un tercero que me defendió. Tenía que decir la verdad que Gor es un vagabundo y nos conocimos por casualidad en el mercado ayer y realmente no tenía ninguna información sobre él.

Luego fui a la universidad, pero se me hicieron sentir dos noches de insomnio, mis ojos se cerraban por si solos. Después de un par de conferencias, regresé a casa, donde me esperaba una sorpresa increíblemente buena. Cuando me acerqué a nuestra entrada, mis vecinas ya se estaban agolpando allí.

- Por fin llegaste, pero ya es tarde, tu novio fue llevado a la policía. Ahora no lo verás pronto, - se rio con sarcasmo una de ellas.

- ¿Qué novio? - No entendí.

- ¡¿Cómo qué?! Él que ayer rompió la cabeza a tu vagabundo. Querida, absolutamente no sabes cómo elegir hombres, - la segunda vecina apoyó a su amiga con una risa malvada. – En nuestros tiempos eso no pasaba.

- Exactamente! No es de vuestra incumbencia a quién elijo, - espeté.

- ¡Pues no, querida! Queremos vivir en paz, pero tú y tus muchachos no nos dais la paz, antes escuchamos solo gritos, luego chillidos, y ahora esto.

- Sí, ¡¿cómo puede decirlo?! Le pedí que respaldara mi declaración a la policía sobre el acoso, pero se negó, - exclamé indignada.

- Entonces no nos preocupaba, pero ahora empezaron a matar gente en la entrada. - dijo la vecina.

No discutí más con ellas, porque hubiera perdido de todos modos, ya que no quería bajar a su nivel en absoluto, porque ellas no entendían los argumentos normales. Pero la increíblemente buena noticia, de que no veré a Rick por un tiempo, reconfortó mi alma y me permitió dormir en paz unas horas hasta la tarde.

Pero al despertarme, volví a recordar Gor. Tenía muchas ganas de verlo y asegurarme de que todo estaba bien con él. Por eso me vestí y fui al mercado, con la esperanza de encontrarlo allí, y al mismo tiempo comprar algo de comida, porque después de la cena de ayer no me quedaba nada.

Caminé alrededor del mercado varias veces, pero Gor no estaba por ninguna parte. Un sentimiento de ansiedad por el pobre vagabundo se instaló firmemente en mi alma. No tenía idea de lo que le pasó, a dónde fue del hospital, cómo estaba su cabeza.

Al notar a varias personas que parecían vagabundos, superé mi miedo, me acerqué y les pregunté por Gor. Al principio me pidieron unos dólares por la información, pero no pudieron decirme nada en concreto. Rápidamente entendí que me estaban vacilando y tratando de sacar me la pasta.

Luego traté de averiguar algo sobre el paciente desaparecido en el hospital, pero también fracasé allí. Como mentí sobre su nombre y número de identificación, no pude preguntar en la recepción, y el personal médico inferior no sabía nada de Gor.

- ¿Sabes cuántos de esos desafortunados vienen a nosotros? Pero todos huyen tan pronto, como se sienten mejor. O tienen miedo a la policía, o no quieren ir al refugio. ¿Quién saben? - dijo la anciana limpiadora con un suspiro. - Tal vez sea mejor que vayas a la policía, si realmente lo necesitas.

- Sí, por supuesto, - respondí, aunque sabía perfectamente que no iría a la policía.




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