No puedo odiarte.

Capítulo 23. Nice.

Contrariamente a mis temores, la mañana siguiente no trajo consigo ninguna incomodidad. De lo contrario. Gor no intentó fingir que no pasó nada, al revés se comportó con mucho cariño y ternura. Preparó el desayuno y de nuevo pidió perdón por lo de ayer.

— Bueno mi niña, tengo que irme, — dijo Gor.

— ¿A dónde?

— Al trabajo, a donde más. Has olvidado que ahora tengo trabajo. – sonrió él.

— Tu tendrás éxito hoy. — dije y añadí. – ¿Vendrás por la noche?

— Hoy tardaré un poco al venir. ¿No te importa?

— Está bien, te esperaré para la cena, — dije, aun sin entender, si eso era, lo que quería.

 Aunque por la mañana él era muy cariñoso y atento, las dudas crecían en mi corazón. Lo que pasó anoche con él, fue horrible y empezaba a dar sus frutos. Traté encender la cabeza y explicarme a mí misma, que todo lo que pasó, fue una locura, que no debería haber sucedido.

Parece, él también pensaba lo mismo, y prometió que eso no sucediera más. A lo mejor yo simplemente confundí el amor con otro tipo de sentimiento, como lástima, o preocupación, o agradecimiento. Me sentía sola y estaba muy confundida. Necesitaba escuchar las advertencias y consejos de Eva, a pesar de que ella no veía con buenos ojos mi relación con Gor.

De todos modos, yo tenía que conseguir el perdón de mi amiga. Ahora, con la cabeza encendida, entendía la reacción tan negativa de Eva. Si me dijeran, que me enamoraría de un vagabundo no lo creería para nada. Era cierto, que yo no tenía ni dinero, ni buen trabajo, ni familia, pero tenía sueños. Lógicamente en ellos un indigente no figuraba, como “Príncipe azul”. Estar con Gor, aunque era guapo y educado, significaba un paso atrás para lograr mis sueños.

No solo por ser vagabundo, a por lo quien era realmente. Después de anoche, sobre todo por su mirada loca y manera de cómo me cogió, ya no estaba tan segura, que Gor era un santo.  Por eso ahora entendí las fuertes palabras de su amiga.

Después de las clases empecé a buscar a Eva por toda la universidad, pero nadie sabía dónde estaba mi amiga. Decidí llamarla por teléfono, cuando vi a mi amiga entrar en la cafetería.

— Hola, Eva. Pasé por aquí, te vi y pensé: " debería invitarle a una taza de té," — empecé amigablemente.

— Hola, Nice, pensaste bien, porque yo también pensaba tomar algo contigo, — respondió ella y sacó un paquete de su mochila. – Es para ti.

— ¿Para mí? – pregunté sorprendida.

— Hoy estábamos en una granja de ovejas, haciendo un reportaje, — contó Eva, — y nos regalaron los quesos y los yogures, pero ya sabes, que no puedo tomarlos, por eso los cogí para ti. Dicen que es más saludable que de vaca. Por cierto, ¿Cómo estás?

Así era mi amiga. A pesar de las palabras fuertes que le dije, ella siguió pensando en mí.

— Bien. Gracias, Eva, — dije con la voz temblada de emoción, abracé a mi amiga y lloré. — Yo no te merezco.

— Vale, bien, acaba hacer aquí un pantano, porque ya nos están mirando, — dijo Eva y empezó a contarme sobre su viaje, como que no pasara ninguna bronca entre nosotros. — Tu imaginas, me llevaron a la granja de verdad... ¡Que olor! ¡Por Dios! Hasta que parece, que yo misma huelo como una cabra.

— Ovejas no son cabras, pero claro, tu prefieres una granja de sementales, — bromeé, recordando su última entrevista con Alex Mortis.

— Uh, como olía, Alex, — Eva inhaló el aire y cerró los ojos de placer, — perdí la cabeza totalmente, solo acercándome a él.

— Yo también la perdí. – suspiré.

— ¿Qué? — Eva fue alertada de inmediato. — ¿Vino tu “príncipe”?

Asentí con la cabeza.

— ¿Y qué?

— Todo.

— ¿Lo que todo? – seguía preguntándome mi amiga y yo no encontraba las palabras adecuadas para expresar lo que pasó anoche.

— Lo tuve todo con él. ¿Lo entiendes? — por fin dije y miré a Eva, que comenzó a entender el significado de lo dicho.

— Me quieres decir, que tú y este “príncipe de los vagabundos” tuyo sin domicilio fijo ... — Eva sacó un cigarrillo, aunque casi no fumaba, solo en ocasiones extremas. — Nice, ¿quieres decir que te acostaste con él?

Yo asentí afirmativamente.

— ¡Guau! ¡Tú, “la virgen del milenio”, decidiste hacerlo con un vagabundo! — La chica puso los ojos en blanco con fingido horror. — ¡Circo con pingüinos!

— No sé cómo pasó, estaba loca, seguramente, — respondí tristemente. – Fue horrible, no lo esperaba, que fuera tan doloroso y vergonzoso.

— ¡Oh! ¡Madre! – exclamó Eva. – ¿Y qué esperabas? La primera vez siempre es una mierda. Y si pensar en tu chico, que no tuvo mujer en mucho tiempo. Te devoró.

Escuchando eso de la boca de su amiga, se encendió un pequeño fuego en su corazón, casi apagado.

— Si, tienes razón, como siempre. Lo pasé mal, porque era virgen y no entendía nada, pero después, quizás todo iría mejor.

— Esta bien, lo que pasó, no es nada del otro mundo. Aunque sigo pensando que no es un buen partido para ti, porque de una relación amorosa, debes experimentar emociones como si estuviera recibiendo dinero en un cajero automático, y no como pagar un préstamo.  – intentó tranquilizarme Eva, — pero me tienes que presentarlo. ¿Quiero ver este semental, que sedujo a mi amiga? – se rio.

— No sé, si vendrá hoy por la noche, — dije ya más animada, — con él no sé nada, a parte encontró un trabajo.

- ¿Un trabajo? – exclamó ella. – ¿Dónde cogen la gente así?

- Dijo que en la construcción.

- Entonces, entiendo. Esos buitres se aprovechan al máximo de la miseria humana. – dijo Eva y añadió. – Pero hoy no puedo, tengo que repasar la entrevista, mejor invítalo para fin de semana.

- Okey, pero no sé si puede venir, a lo mejor trabaja y los sábados. También dijo que le dieron un…

— Deja de pensar en él. – interrumpió ella. - Mejor vamos el mes que viene a la celebración del aniversario de la revista de mi padre.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.