No puedo odiarte.

Capítulo 25. Nice.

Hoy ha sido un día maravilloso. Me reconcilié con Eva. Después del trabajo entré en el super, para comprar algo para la cena, por si volviera Gor, y me esperó allí una grata sorpresa.  Resultó, que he sido la compradora número un millón. Me entregaron unos cien cheques de la compra y unos vales de descuento en cualquier establecimiento de nuestro centro comercial. Nunca me tocaba nada, ni loterías, ni descuentos válidos, ni simples rifas en las fiestas de nuestro barrio. Pero hoy sí. Incluso, el gerente llamó a un chico de seguridad para ayudarme con la compra, las flores y globos. Estaba impresionada.

Por la noche llego Gor, vio todos los manjares que me regalaron en el super y exclamó:

— ¿Nice, que ha pasado? ¿Tú atracaste un supermercado?

— ¡No, tonto, he sido la compradora número un millón! – contesté alegremente y le conté lo que pasó en el super.

Gor intentó besarme otra vez, pero yo, recordando lo que pasó anoche, me aparté.

—No, Gor, por favor. Mejor vamos a cenar. ¡Mira, cuantas cosas hay! – dije, intentando de destararlo con los manjares.

Me pareció, que Gor se preocupó, o se enfadó, o entristeció, por mi comportamiento, pero no pude enfrentarme a otra noche loca y desastrosa. Por eso, cuando él se ofreció arreglar mi vieja tele, estaba encantada.

No sabía como proponerle suavemente, que no quería un acercamiento muy estrecho, por así decirlo. De verdad, tenía miedo, que el dolor e incomodada se vuelva. Esperaba posponer lo a máximo, pero él arreglo la tele en un momento. Me senté a su lado y él suavemente me atrajo hacia él. Miramos la película muy romántica y buena, pero en un momento me besó en la cien y después en el cuello, apartando mi suéter.   

Yo esperé, que ahora sería lo mismo de ayer, por eso me aparté automáticamente. No quería ofenderlo, pero era inevitable.

— Nice, lo siento, — susurró Gor apresuradamente, abrazándome por los hombros y sin soltarme. — Ayer perdí la cabeza, me comporté como un salvaje ... Yo mismo me sorprendo, como pude ser tan idiota. Pero te aseguro, que no haré nada que no te guste.

No dije nada, porque sentí que él realmente estaba muy arrepentido, por eso me incliné a su hombro y dejé que me besará en el cuello. Sus besos eran tan tiernos, casi sin tocarme, por eso los acepté. ¿Por qué? Lo primero, fie en él, lo segundo, me gustaron sus besos así, que eran muy distintos a los de anoche y el tercero, tenía interés, ¿qué pasará hoy? ¿sentirá dolor? Eva me aseguró, que doliera solo la primera vez, pero el miedo aún estaba dentro de mí.

— Créeme, niña, no se repetirá lo de ayer, — seguía susurrando Gor, atormentándome con los besos. – Relájate. ¡Déjate llevar por la corriente de las emociones!

Y yo me relajé. Me pareció, que el mundo entero estaba patas arriba. O, era mi cabeza que de nuevo se apagó y dio la vuelta. El tiempo se ralentizó, volviéndose fibroso y viscoso. Era como si estuviera cayendo en otra realidad, donde no había nadie más que Gor, sus besos, sus caricias. En un momento envolví mis manos alrededor del cuello de ese hombre. Sus manos se deslizaron bajo mi suéter, acariciando mi cuerpo. Yo capté su mirada codiciosa, pero no devoradora, sino estudiosa y caí en un agujero profundo, donde solo sentí el deseo pulsando en la parte inferior de mi estómago y ganas de tocar su piel caliente.

Gor puso su mano sobre mi barriga, donde un manojo de energía latía en el fondo. Luego la guío más abajo. Yo sentí cómo una bola dorada iridiscente subía a la cabeza y luego, como una cascada, se desmoronó en pequeñas partículas y rodó hacia abajo, sumergiéndome en una euforia mágica. Pude sentir cómo temblaban todas las células y ni siquiera escuché mi grito de placer.

— Nice, mi niña, ¿eres magnifica? – susurraba Gor.

— Te quiero, — respondí.

Toda la noche absorbía cada movimiento de mi amante, que me elevaba al cielo y me arrojaba hacia atrás. Solo a la mañana me quedé dormida, aunque el estado en que me caí, difícilmente podría llamarse un sueño. Estaba presionada contra Gor, él movía lentamente sus dedos sobre mis hombros y espalda. Pude sentir sus manos deslizándose sobre mi cuerpo.

Nos despertamos muy tarde. Gor saltó de la cama con los gritos:

— ¡Maldita sea! Llego tarde al trabajo.

— Espera te preparo el desayuno, — dije, levantándome también.

— No, cariño, no tengo tiempo, — respondió el, vistiéndose rápidamente.

— ¿Vuelves? – pregunté en voz baja.

— Claro, mi niña, como puedo dejarte, después de la maravillosa noche que pasé contigo. – contestó Gor, me abrazó, levantó mi cabeza y mirando a los ojos, preguntó, — espero, ¿que a ti también te gustó esta noche?

Yo no respondí, me sonrojé y sonreí. Él me entendió sin palabras y me besó con toda la pasión de la noche.

—Espérame a las nueve. Tenemos que seguir mejorando.

Y mejoramos tanto, que al cabo de cuatro días yo no pensaba mi vida sin Gor. Estaba completamente enamorada de él. Estaba ya preparada para presentarlo a mi amiga, pero Gor dijo, que su cuadrilla tenía que ir a otra ciudad a reparar una casa durante toda la semana. Al escuchar eso y pensando que debería quedarme sola, lloré y él hombre no sabía, como consolarme.

—Nice, mi dulce niña, sería solo una semana, — susurraba él, besando mi cara mojada.

— Si, será una larga, insoportable semana sin ti. – sollocé.

— ¿No tenías que estudiar? Ya verás que el tiempo pasará volando.

No sé porque, pero no quería separarme de él ni un minuto, por eso una semana me parecía una eternidad. Pero él tenía razón, tenía que cumplir con sus deberes.

-Mira, me dejaron un avance de pago, así que quiero que lo coges y te compras algo bonito para ti. – de repente dijo él, sacando unos billetes del bolsillo.

- No. Yo tengo todo, las compras ahora las pago con los vales del super. – negué.

- Yo no digo de los alimentos. Te digo, que compras algo para ti. Una ropa, o maquillaje, o cosas de mujeres, - dijo Gor, pero al ver mi cara de incomprensión, añadió. – Tu eres bonita como estas, pero a lo mejor te apetece algo de adorno. Quiero que seas más guapa del mundo.




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