No puedo odiarte.

Capítulo 34. Nice.

Después de que Gor se fuera, toda mi vida se convirtió en una continua espera. Del trabajo, volaba al apartamento con la esperanza de ver a Gor, y en casa me levantaba de un salto y corría hacia la puerta, al escuchar algún crujido en la entrada, pero él no había aparecido en casi cinco días. No sabía qué pensar. "¿Qué pasaría, si recordara que no tenía esposa, sino una chica a la que amaba en su vida pasada? ¿Qué voy a hacer entonces?" - un pensamiento de alguna manera se me escapó, pero inmediatamente lo boté de mi cabeza, porque me hizo sentir aún peor. En general, traté de no pensar en lo que sucedería, sino que esperé, trabajé y estudié con más entusiasmo que antes.

Cuando la jornada laboral estaba llegando a su fin, Eva vino a mi oficina para recordarme del almuerzo de mañana con sus padres, pero en realidad, ella vino para ver, dónde trabajaba ahora. Yo estaba sentada frente a la computadora con una taza de té verde.

— ¡Uf! ¡Qué bueno que aún no te hayas ido! — Escuché desde la puerta la alegre voz de mi amiga. – No está mal este sitio.

Me levanté la vista de la computadora y dije:

— ¡Hola, amiga! Espera un segundo, ahora acabo.

 Eva me besó en la mejilla y miró por encima del hombro al monitor de la computadora.  

- ¿Northinvest? ¿Tienen problemas con la ley? – preguntó sonriendo.

- No, son documentos para un donativo a una ONG.

- Ok, - se sentó en la mesa, cruzó una pierna sobre la otra, lanzó su flequillo súper elegante y puso un sobre negro largo frente a mí.

— ¿Qué es esto? – pregunté, girando el sobre en mis manos.

— ¡Esto, querida, es el sueño de muchas chicas en este país! ¡Esta es la invitación a la fiesta de aniversario de nuestra revista!

— No, no voy. — yo negué con la cabeza.

— ¡¿Y por qué?!

— ¡¿Eva, no entiendes?! ¿Qué haré yo entre esos famosos y ricos invitados?

Mi amiga se encogió de hombros ligeramente.

— Te divertirás, socializarás, tal vez encontraras un marido adecuado.

— ¡Eva! ¡No necesito un marido adecuado!

— ¡Oh si! Olvidé por completo, que ya tienes un novio perfecto. — La amiga sacudió su flequillo con enojo. — No te ofendas, pero es una historia increíblemente oscura con ese Gor tuyo. No cuenta nada sobre el mismo, no aparece contigo en público, no quiere conocer a tu mejor amiga.

— Pero me presentó a su amigo el domingo pasado, — dije con resentimiento, — una persona muy agradable, por cierto.

— ¡Oh, qué progreso! - Exclamó ella. – ¿Era igual de vagabundo?

-No, pero no me gusta que hables así de gente. Estas convirtiéndote en un snob. – dije con reproche.

- Yo no soy snob, pero no puedo aceptar que mi amiga pierde su vida por una ilusión, que no existe. ¿Por qué no quiere venir contigo a mi casa y conocerme? – preguntó ella, mirándome a los ojos.

- Porque no… - yo no encontré nada que decirle, por eso dije la verdad. – Él recordó algo de su pasado.

- ¿Qué recordó?

- No lo sé, no me lo dijo, porque quería averiguar primero por él.

- ¿Y tú lo crees?

- Si, creo.

- Estás perdida en este mundo, Nice. No se puede ser tan ingenua y naif. No te dijo lo que recordó, si es realmente era verdad, entonces o no le importas mucho y no quiso compartir contigo, o recordó algo, que puede cambiar tu opinión sobre él. – explicó Eva.

- ¿Tú viniste para ponerme aún más depresiva? – pregunté enfadada.

- No, pero enciende la cabeza, chica. Realmente, él tiene algo que ocultar. Mi intuición periodística no me falla. Así que, hasta que vea a tu misterioso novio con mis propios ojos, ¡no me calmaré! Por cierto, admira de qué tipo de hombres tienes que enamorarte y puedes encontrarlos en nuestra fiesta. — Eva sacó de su bolso un nuevo número de la revista y lo tiró sobre la mesa. — Allí, en la decimoctava página, está mi artículo sobre Alex Mortiz y sus fotografías.

— Está bien, veamos a tu señor Perfección. — yo abrí la revista ...

Alex, el amigo de Gor la miró desde la página brillante. No era exactamente igual, como yo le vi en mi casa, pero definitivamente era él. Yo no podía estar equivocada.

Un traje de negocios, un corte de pelo elegante, los ojos grises burlones, una sonrisa condescendiente de una persona segura, era un verdadero amo de la vida. No estaba en aquel mono azul, calcetines gastados, ni anteojos feos, pero aun así el hombre de la foto era Alex.

Yo hojeé el artículo. Alex Mortiz, el dueño de un famoso bufete de abogados, heredero de una gran fortuna, joven, exitoso, rico, uno de los pretendientes más deseados del país ...

— ¿Qué, impresionada? — Eva interpretó mi silencio a su manera. — Ya te lo dije, Alex es un hombre cien por cien, un semental y está en la lista de invitados a la fiesta. ¿Qué pasa? Tal vez lo consigas que te presente a su primo, Bueno, ¿por qué estás callada? ¿Estás de acuerdo?

— Parece que ya nos conocemos, — dije con voz caída.

— ¡Tonterías! ¡¿Cómo puedes conocerle?!

— Eva, este es Alex, el amigo de Gor.

— ¡Tonterías! — Eva movió obstinadamente su flequillo. — ¿Qué puede tener en común Alex Mortiz con tu indigente?

— ¡Te juro! — agarré la revista con tanta fuerza, que mis nudillos se pusieron blancos. — Yo misma no entiendo cómo puede ser esto, pero así es. O él tiene un hermano gemelo.

— Está bien, cálmate. Vamos a averiguarlo. ¿Qué te hace pensar que este es el amigo de Gor?

— Lo veo. Es Alex, aunque este vestido de otra manera. — abrí la revista de nuevo y señalé con el dedo la foto de Alex.

— Algo es muy raro. No me lo creo que tuviera un hermano gemelo, robado al nacer. Si, Alex es amigo de tu Gor, entonces, ¿quién es Gor? ¿También es un millonario? Sabía, que te engañaba con algo.

Me levanté bruscamente de la mesa, porque no pude aguantar más los insultos de Eva.

— Lo siento, Eva, tengo que irme a casa, — empecé a apagué la computadora.




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