No puedo odiarte.

Capítulo 40. George.

Llegué a esta fiesta literalmente escoltado por Albina y sus padres. MI “novia” se agarró de mi brazo como una garrapata. Parece que tenía miedo que yo podría escapar, aunque su padre me tenía sujetado por el cuello. Si, no hubiera firmado ese contrato con los coreanos, no estaría en una situación así, porque la misma empresa podría comprar sus acciones y disminuir la cantidad de accionistas, pero todo el dinero disponible ya estaba destinado a ese proyecto.

Por eso yo siguiendo los consejos de mi primo, interpretaba honestamente el papel del novio y tenía que presentarme en este evento.  Yo escuchaba con poco interés la charla de Albina con las periodistas, anunciando nuestra boda y miraba perezosamente a mi alrededor. Luego los fotógrafos de esta revista hacían unas fotos de la pareja del año, cuales, probablemente, venderán a todas las portadas de los periódicos y revistas de mañana. Una vez más me sonreí a la lente de la cámara con la esperanza de que pronto todo terminara y pudiera regresar a casa.

 Aunque quería ir junto a Nice. Me necesitaba ahora, necesitaba su amor y cariño, para olvidarme de la pesadilla que estaba pasando conmigo. ¡Dios! Pasaron diez días largos y terribles. Yo no solo la extrañaba, no solo la anhelaba, es decir, estaba cansado de vivir sin ella. Varias veces traté de venir, pero los restos de mi conciencia, de alguna manera revelada milagrosamente en mi alma, no me lo permitía implicarla en esto.

La extraña sensación de que ella estaba en algún lugar cercano, me hizo mirar alrededor de la sala una vez más. Todas las caras conocidas, muchos de los presentes aparecían regularmente en las pantallas de televisión o en las páginas de las revistas de moda. Conocía a muchos personalmente. Nada nuevo. Yo ocultaba diligentemente mi desesperación y aburrimiento detrás de una sonrisa cortésmente interesada. Con mucho mayor placer, habría pasado esta noche con mi ángel pelirrojo, acostado en su cama, mirando el viejo televisor. Pero este evento social era parte de mi vida. Debería tratarlo como un trabajo, como algo inevitable, así era más fácil para mí soportar lo inevitable.

— ¡George, mira, este es el mismísimo León Brown! — susurró entusiasmada Albina y me sacó de mis pensamientos. — ¡No tienes idea de lo bueno que era en el papel de Gradov!

Tenía razón, yo no tenía idea de quién era Brown o quién era Gradov, pero por si acaso asentí con la cabeza. Estaba más interesado en encontrar a Alex, que a Brown y Gradov juntos.

— ¡George, tengo que hablar con él!

— ¿Con quién?

— ¡Con Brown!

— Oh, bueno, habla ...

— ¿Espero que no estés celoso?

— Debería. – sonreí con ironía.

— ¡Eres un milagro! — Albina me besó en la mejilla y se fue volando. “¿Qué raro? ¿Hace cuatro días ella, sentada en una silla de ruedas, me acusaba de asesinato de su hijo y ahora hace un papel de una novia feliz? ¿Realmente cree, que me caso con ella?” – pensé enojado.

Cogí una copa de champán y tomé un sorbo, miré a mi alrededor, esperando encontrar a alguien con quien podría pasar relativamente bien esta aburrida velada. Mi atención se centró en una mujer con un vestido de satén rubí que dejaba al descubierto sus bronceados hombros muy bonitos.

Mi madre siempre trataba a las mujeres que se arriesgaban a usar este tipo de atuendo con bastante escepticismo: “Necesitas tener proporciones perfectas y una gran postura para tener el coraje de aparecer en público con los hombros descubiertos". La extraña tenía proporciones ideales y una postura de la realeza. Su pelo era de mi color favorito, aunque un poco más oscuro, que lo de Nice. Me deslicé mi mirada a lo largo del vestido de la mujer. ¡Bien! Incluso mi madre no habría encontrado un defecto en ella.

 La extraña estaba en compañía de dos hombres. Yo conocía a uno de ellos. Egor Kil era el rey del aluminio. Yo no apartaba los ojos de la desconocida con la esperanza de que tarde o temprano ella se diera la vuelta. La mujer encogió sus hombros desnudos, respondiendo algo a Kil y se dio la vuelta ...

El vaso de cristal que tenía en la mano de repente parecía estar hecho de plomo. Mi corazón empezó a latir con el mismo ulular plomizo. La mujer entrecerró sus ojos verdes. Este color y esta forma felina de entrecerrar los ojos ... Sólo conocía de una mujer que ... ¡Pero esto no puede ser! Un momento ... y ella me sonrió.

Parece que yo logré morir y renacer varias veces al mismo tiempo, que le llevó superar la distancia, que nos separaba. "Es ella ... no es ella", — el único pensamiento estaba latiendo en mi cabeza.

— Buenas noches, señor Celan.

Ahora ya no había ninguna duda de que esta mujer deslumbrante era mi Nice. ¿Cuándo le sucedió esta asombrosa metamorfosis? Esta mirada irritada, barbilla vuelta hacia arriba, sonrisa irónica ...

— ¿No me recuerda? ¿La amnesia de nuevo? – preguntó ella con una mueca.

— Nice ...

— ¿Entonces me recuerda? ¡Que felicidad! — Sus labios rojos se curvaron en una sonrisa sarcástica.

— Nice, déjame ...

— … Explicarme todo, — terminó por mí la chica. — No vale la pena, lo sé todo. La “inmersión total “es un nombre tan hermoso, para un acto tan feo.

- No, no es eso. Era una estupidez de entrar a ese juego, pero después te conocí y me enamoré de ti, por eso…

- ¿Por eso hoy anunciaste tu compromiso con Albina Storn? – preguntó ella de mala manera.

- No. Nice, es otra cosa, estaba obligado de hacerlo. – intenté explicarle, pero eso no era ni lugar, ni momento para una conversación tranquila.

De repente llegó una voz alegre de mi primo desde atrás.

— ¡George! ¡¿Por qué siempre obtienes las mujeres más bellas?! ¡Preséntame inmediatamente a esta adorable ninfa!

— ¡Oh, aquí está el capataz de la brigada de construcción ilegal! — Nice sonrió. — ¡Hola, Alex! ¿Cómo estás?

— ¿Nice? ¿Eres tú? - Alex gruñó confundido y se sonrojó.




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