No puedo odiarte.

Capítulo 44. Nice.

Cerré la puerta detrás de él, como si estuviera construyendo un muro entre nosotros.  Tratando de compensar el aliento perdido después de su ultimo beso, me apoyé en la pared y me hundí en el suelo. Ahora entendí perfectamente que estúpido e infantil era mi deseo de creer, que él me amaba, que recapacitó de lo que hizo y estaba dispuesto a casarse conmigo. ¿En qué estaba pensando?

No podía o no quería casarse conmigo, eso era indiscutible. Yo no era rival para su novia, que estaba junto a él y lo abrazaba posesivamente delante de todos, porque era igual como él. George Celan solo se estaba divirtiendo conmigo, jugando, como si estuviera jugando con un gatito, para que luego, cuando se cansara, pudiera volver a ponerlo en una caja o, dárselo a otra persona. Claro estaba, que yo nunca sería igual para él, como su verdadera novia hermosa, orgullosa, rica. Nunca podré estar junto a él delante de todos. Solo a escondidos, ocultando los sentimientos, disimulando. Cerré los ojos y me apreté las sienes con los dedos, porque de tanto pensar ya me empezó a doler la cabeza de nuevo.

Era tres veces tonta. La primera, cuando creí en sus mentiras de pobre vagabundo que perdió la memoria, la segunda, cuando me enamoré de él y le entregué mi corazón. Idiota sin cerebro. Y para el colmo, olvidándome del orgullo y dignidad, corrí tras el hombre, que me ofreció ser su juguete oficialmente. ¿Porque me pareció que él se arrepintió? ¿Porque creí, que no le era indiferente? ¿Por qué, si él me había engañado tantas veces? Porque lo amaba con locura. ¡Me propuso ser su amante! ¿Eso era todo con lo que podía contar? Una mujer de segunda, que en cualquier momento la tomaría suavemente por los hombros y la empujaría fuera del camino. O simplemente diría: "Nice, vete ...".

Extraño, pero a pesar de que mi corazón latía como loco, mi alma estaba sorprendentemente tranquila. No me abrumé del dolor, simplemente tenía rabia a mi comportamiento estúpido y un enorme cansancio.  Parece que lo más difícil y doloroso ya pasó y como después de una tormenta furiosa, llegó de repente la calma. Yo hizo todo bien. Preferiría arrancarme el corazón, pero no permitir que me humillara una vez más.

Me levanté y fue a la cocina, donde me estaba esperando Eva con una botella de vino y unos pinchos.

— Bueno, ¿ahora entiendes qué mierda es él? — preguntó mi amiga.

— Él no me ama, — simplemente susurré.

— Bueno, eso está claro, ahora te voy a curar. — Me tendió una copa de vino a su amiga. — Tú no comiste nada en la fiesta, por eso yo me decidí traerte algo. Sabía que va a ser falta algo de calorías vacías para superar esto. Tardarás unos días y lo olvidarás, como una pesadilla.

— No lo sé. Pero me duele.

— Eso es normal. Pasará. — Eva me guiñó un ojo alegremente, — Al menos no te entregaste por primera vez a un vagabundo, sino a un millonario.

— Sí, pero cuando era un vagabundo, era mi Gor, y ahora es un extraño George Celan, que quiere que sea su amante. — suspiré.

- ¿Qué? ¿Te ofreció eso? – exclamó Eva.

— Si. Dijo, que no puede casarse conmigo. Aunque le quiero con locura, pero no seré su amante. No quiero ser el segundo plato.

— ¿Este canalla te propuso eso? – se ofendió mi amiga.

— Si, no con esas palabras, pero estaba claro, lo que él quería de mí.

— ¡Vámonos a mi casa! ¡Recoge tus cosas, mientras llamo al taxi! No te dejaré aquí sola con este sinvergüenza. – exclamó Eva.

-No, Eva. Me quedaré aquí. – respondí tranquilamente.

- ¿Y si él vuelve y empieza a molestarte de nuevo?

- No, no vendrá. Por lo menos ahora. Mañana iré a la accesoria para pedir despido, después hablaré con el decano y pediré mi antiguo sitio para pasantías en bufete de “Hunter & son”, -dije.

- ¿Para qué? Ese bufete estaba en otra ciudad. – preguntó Eva sin entender.

Tenía que contarle, que todo eso era la obra de Gor y también compartí con ella mis dudas sobre otras rarezas que me pasaron últimamente. 

-Esto es increíble, pero puede ser cierto. La gente como Celan puede cambiar tu vida como para bien, tanto para mal. – respondió ella pensativa. – Pienso que irte de aquí a otra ciudad para unos meces sería buena opción. Después pensaremos en algo.

- Yo no le tengo miedo. Me asusto yo misma. Le quiero demasiado y puedo no aguantar. – suspiré.

- Entonces hoy me quedo contigo. – dijo Eva con firmeza.

- No, vete a casa a descansar. Mañana te llamó y te diré, cuando marcho de la ciudad. – prometí y tranquilicé a mi amiga.

Al día siguiente antes de ir al trabajo, pasé por la panadería, compré unos pasteles y refrescos. Todo eso puse en comedor de la oficina. Después pedí sita con señor Briso. Él me recibió muy amable, incluso ofreció el café. “¿Como antes yo no notaba eso? Tonta, pensaba que a todos los empleados el jefe trata así.” – pensé y dije:

- Señor Briso, me gustaría pasar mis prácticas en otro lugar.

- ¿Por qué? ¿Le está molestando alguien? ¿No le hacen caso? ¿No le enseñan bien el trabajo? – preguntó él con cierto nerviosismo.

“Claro, si Celan averiguará que me tratan mal aquí esta accesoria no durará ni un día,” – paso por mi cabeza.

- No, pero me gustaría hacer algo diferente. Pienso, que el derecho comercial, no es lo mío. Me gustaría probar el derecho matrimonial. – expliqué con sonrisa.

- Si, esto está bien, pero… - murmuró el hombre.

Sabia, que él tenía que avisar a George Celan sobre mi deseo de marchar, por eso yo también me preparé.

-Decidí avisarle personalmente, porque realmente estos trámites son prerrogativa de la universidad, pero usted y todos los compañeros eran tan amables conmigo, que me pareció muy mal solo traerle la carta del decano. Por eso compré unos pasteles y refrescos para despedirme de vosotros.

- Es muy amable por su parte, señorita Hudson. -  sonrió Briso más tranquilo. – Pero necesito la carta del decano.




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