No puedo odiarte.

Capítulo 46. Nice.

- ¿Eres tú? - finalmente susurré, mojando con saliva mi garganta seca del susto.

- Sí. Soy yo. Pero, ¿qué estás haciendo aquí? - preguntó Luigi, no menos sorprendido.

Me froté las rodillas con las manos y me estremecí de dolor.

- ¿Duele? - preguntó con simpatía. - ¿Te lastimaste mucho?

- No, estaba más asustada, - respondí, forzando una sonrisa. - No esperaba eso.

- ¡Qué suerte tuviste, niña, que yo estaba cerca, de lo contrario podrías estar en otro barrio ahora! Yo fui una mujer fuerte en mi juventud. Una campeona de lanzamiento de discos. Eso no es una tontería. ¡Todavía tengo fuerza! Pude arrancarte del suelo, y luego este hombre te agarró por la capucha y me ayudó a subirte a la anden. – Esa mujer con baúl de rayas entró en nuestra conversación y me preguntó. - ¿Necesitas ayuda?

- No, no es necesario. Muchas gracias. - le respondí.

- Vamos al banco. No necesita molestar a la gente más de lo que hicimos. - sugirió Luigi, me ayudó a levantarme y me sentó en un banco.

Les dijo a todos los espectadores que todo estaba bien conmigo y que él mismo me cuidaría, porque me conoce. Luego, para probar sus palabras, se sentó a mi lado y me abrazó por los hombros.

- Para ser honesto, también me asusté, cuando te vi abajo. No esperaba que, por el camino al aeropuerto, tendría que salvarte, - sonrió. - ¿Cómo acabaste abajo, en los raíles?

- No sé. Estaba parada en el andén y alguien me empujó por detrás. No pude resistir y caí. Y el tren ya estaba saliendo del túnel... Allí estaba esta mujer con su baúl. - conté confundida lo sucedido, mirando al baúl rayado a mi lado y tratando de recordar quién estaba detrás de mí.

- Bueno, como no necesitas ayuda, entonces me iré, de lo contrario, mi tren marchará sin mí, - dijo la mujer, y tomando su baúl, se dirigió a la plataforma.

- ¿Te has calmado? - preguntó Luigi después de un rato, cuando la gente dejó de prestarnos atención.

- Si, estoy bien.

- No sé a dónde ibas, pero mejor salgamos de aquí y tomemos un taxi. – sugirió el hombre.

- Querían matarme, - dije en voz baja, aunque yo misma apenas podía creerlo. - Pero no vi quién era.

- Creo que lo que sucedió fue solo un accidente, - dijo él. - Mira cuántas personas hay aquí.

- No sé, tal vez tengas razón. - Me froté la rodilla magullada de nuevo. - Pero me empujaron muy fuerte, como a propósito. Sé que suena a paranoia, pero tengo miedo.

- No es paranoia. - Luigi me ayudó a levantarme del banco. - Es solo una coincidencia, mala suerte.

- ¿Crees eso?

- ¡Ciertamente! Estoy seguro. Sí no, entonces dime, ¿por qué alguien querría matarte? ¿Tienes un enemigo serio?

- No, que yo sepa. - Respondí.

En ese momento, recordé las palabras de Eva de que las personas como Georg Celan pueden hacer cualquier cosa. Pero Luigi no tenía absolutamente nada que saber acerca de mis dudas, así que no dije nada.

– ¿Trabajas en una institución secreta y posees un terrible secreto de estado? ¿Eres una espía extranjera? – continuó irónicamente con sus suposiciones Luigi.

Por primera vez después de este accidente me sonreí.

- Por supuesto que no. ¿Qué clase de espía sería? Si, incluso, tengo miedo de mi propia sombra.

- ¡Aquí lo ves! ¿Por qué matarte? - dijo el hombre con convicción. - Esto fie un accidente, un conjunto fatal de circunstancias. No vuelvas a acercarte al borde del andén y estarás bien. ¿Acordado?

- Si fuera por mí, no bajaría más en el metro nunca jamás. - Respondí con confianza.

- En general, vamos. Ahora te llevaré a casa en taxi.

- ¡No! ¡No a casa! - exclamé, temerosa de que George pudiera haber esperándome allí. - Será mejor que me lleves con mi amiga.

- Bien. Como quieres. - Asintió, atribuyendo mi susto al trauma psicológico vivido.

Al salir a la superficie, tomamos un taxi, le di la dirección de Eva y fuimos a casa de mi amiga. Nuevamente agradecí al hombre que, por segunda vez en los últimos dos días, me ayudó a salir de situaciones desagradables. Luigi se fue al aeropuerto en el mismo taxi, y yo entré en casa de Eva.

- Bien. Entonces dime, ¿por qué pensaste que alguien te quiere matar? - Preguntó ella, después de que le conté todo. - ¿Tal vez es solo una coincidencia, un accidente?

- Luigi también cree que era una coincidencia, pero yo sé que no lo es. ¡Siento! Hace tres semanas, alguien me siguió en mi camino a casa desde el trabajo, y ahora me han empujado a las vías. Sentí un empujón muy fuerte.

- ¿Qué Luigi?

- Un hombre, que junto a una mujer me salvaron del tren del metro, - dije sin mencionar, que es la pareja de Fran Reveré.

- ¿Tú viste quien te empujó? ¿Fue Gor? – preguntó ella y me asusté.

- No. Él no estaba en el metro.

- Tal vez piensas que él no estaba allí. Claro, él no hace el trabajo sucio. Tiene a las personas adecuadas para eso, - se rio Eva, percatando mi nerviosismo.

- ¿Crees que es él? - Sentí una debilidad increíble, simplemente monstruosa, solo por pensar que hombre, al que amaba, quería matarme.

- ¡Escúchame, pero no interrumpas! - dijo Eva seriamente. – Todas estas cosas te empezaron a pasar justo cuando apareció Celan en tu vida. Tú misma dijiste que la primera vez él estuvo cerca, cuando Rick te atacó, y luego apareció en forma de salvador.

- Sí, pero luego terminó en el hospital con una conmoción cerebral, - objeté.

- ¡No me interrumpas! Tuvo una conmoción cerebral muy leve, que regresó dos días después y te sedujo. Cuando te siguieron desde el hospital, él también estaba allí. En el metro, fácilmente podría empujarte debajo del tren. ¿Hay muchos tipos sospechosos merodeando por el metro? ¡Nadie los presta atención! O ordenó a alguien más, que lo haga por él.

- ¿Por qué lo necesita? ¿Por qué me quería matar? - Todavía estaba tratando de encontrar una excusa para Gor.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.