No puedo odiarte.

Capítulo 49. George.

Ya han pasado dos semanas. Nice ha desaparecido. Como si se hubiera evaporado. Fui un tonto y no presté mucha atención a la llamada de Briso, avisándome, que Nice quería cambiar las prácticas en su asesoría y probar con el derecho matrimonial. En aquel momento yo no pensaba en ella, de verdad. Tenía que salvar la imagen de buen novio e invitar a Albina al teatro.

Cuando me liberé de Barbie fui a la casa de Nice, pero ella no pasaba las noches allí. Yo durante varios días estuve de guardia hasta altas horas de la madrugada delante de su portal, pero ella no aparecía. Después, desesperado mandé a Briso a la universidad, pero lo único que él descubrió, fue que Nice se fuera a otra ciudad.

Luego conseguí la dirección de esa “pitufa” y fui personalmente a su casa. Me recibió su madre y muy amablemente me respondió, que no sabe nada sobre Nice e, incluso, si lo supiera algo no tenía ningún derecho de contarme nada sin su autorización.

- Escúchame, señor Celan, si la chica se esconde de usted a propósito, entonces simplemente no quiere saber nada de usted. Le aconsejo dejarla en paz. – dijo la mujer. – A parte escuché rumores, que usted se casa pronto con Albina Storn. ¿Para que busca a Nice?

- Yo solo quería hablar con ella. Es muy importante. Por favor, señora Rodríguez, la suplico darme una oportunidad de explicar a Nice todo. – pedí.

- No lo sé, en que puedo ayudarle. Puede probar a hablar con mi hija. Seguramente, ella sabrá algo más sobre Nice, que yo. Pero, como dije antes, sería mucho mejor, que la olvida. – Me aconsejó ella.

No quería hablar con la belicosa “pitufa” para nada. Recordando nuestra última conversación, cuando ella me amenazó abiertamente, entendí que la amiga de Nice no me diría nada. Solo que ahora no podía olvidar a mi amada niña, o mejor dicho, no quería.

La forzada comunicación cercana con Albina en estos días me parecía una tortura insoportable y cada vez más me devolvía a los recuerdos sobre mi ángel pelirrojo. La extrañaba muchísimo. Me regañaba constantemente por no poder convencer a Nice, para que me diera un poco de tiempo para arreglar las cosas con la familia de Barbie.

Interpretar el papel de un novio feliz se me volvía más y más difícil cada día. Albina me molestaba de una manera increíble. Me esforzaba por no gritarle y seguir con el juego. Le pedí a Alex que preparara todo lo que pudiera de mis propiedades para la venta, pero él me explicó que eso le llevaría varios meses, así que no tuve la oportunidad de salir de esta situación, encontrar dinero, comprar el paquete de acciones de Storn y enviarlos a todos lejos para siempre.

Yo no tuvo más remedio, que volver a la oficina, pero el trabajo no salía bien. No me interesaban las cotizaciones, ni las nuevas oportunidades, nada, en absoluto. Por eso después del trabajo, fui a ver a Max. Al principio, no quería involucrar mi jefe de seguridad en la búsqueda de Nice, porque sabía, que todo sería conocido por mi madre, pero no tenía otra opción. Max tenía unas amplias comunicaciones en la policía, así como en las fuerzas de seguridad del estado. Él era mi última esperanza de encontrar a mi chica.

— Buenas noches, Max, — dije, mientras entraba en la oficina del jefe de seguridad.

— Buenas noches, señor Celan, — dijo el hombre, fuerte, de mediana estatura, calvo, que hacía que su frente pareciera aún más alta, y con una mirada de escáner.

— Max, déjalo. Nos conocemos desde la infancia. — me reí entre dientes. — Necesito tu ayuda.

— ¿No oficial? Entiendo.

— Sí, necesito encontrar a una persona.

— ¿Tienes algunos datos? ¿Fotos? – preguntó.

— También vas a preguntarme las direcciones y apariciones, — me sonreí y le contó todo, lo que sabía sobre Nice.

— No mucho, — respondió Max, mirando sus notas, — pero el hecho de que sea amiga de la hija de Rodríguez es bueno. Por lo menos hay algo a lo que aferrarse.

— Solo a mi madre, por favor, no le digas nada. Esta es mi petición personal. — dije al final.

Después de esperar los resultados durante otras dos semanas, recibí un mensaje ridículo de mi jefe de seguridad de que Nice Hudson se había casado y se había ido al extranjero, pero él no pudo averiguar el nombre de su marido, ni el país a donde se fue. Simplemente no podía creerlo, así que, armándome de valor, o más bien de paciencia, crucé el umbral de la redacción de la revista donde trabajaba Eva Rodríguez, la única persona que podía saber algo de Nice.

Eva estaba trabajando con el ordenador, cuando yo irrumpí en su oficina sin llamar.

— ¡Oh! Él que faltaba, — siseó la chica con los dientes apretados en lugar de un saludo. - ¿Qué quieres?

— Yo también me alegro de verte, — repliqué con mismo ánimo. — Necesito hablar con Nice.

— Bueno, no estás solo con ese deseo, — dijo la chica con regocijo. — Mi amiga se ha hecho muy popular desde hace algún tiempo. Así que el Sr. Kil también quiere verla. Es extraño, verdad, pero ella no está ansiosa por comunicarse con hombres tan poderosos, resultó ser muy peligroso para ella.

Yo apreté las manos en puños, solo el pensamiento, de que Egor Kil estuviera buscando a mi chica, me enojó. Antes, ni siquiera imaginaba, que mi Nice pudiera interesar a otra persona, pero ahora las palabras de Max sobre su boda y ese comentario venenoso de Eva revolvió mi memoria y de repente recordé, cómo todos los hombres la devoraban con los ojos, babeando, aquella noche de celebración de la maldita revista…

“Y si ella se casó con uno de esos invitados?”- pasó por mi cabeza. En este instante me sentí tan acalorado y sofocado, que tuvo que aflojarme la corbata y desabrochar el botón superior.

— ¿Quizás ella haría una excepción para mí después de todo? — Pregunté cogiendo aire en el pulmón.

— ¿Después de que no pudiste deshacerte de ella empujándola debajo de un tren?

- ¿Qué tren? No entiendo de que me hablas.




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