No puedo odiarte.

Capítulo 66. Berenice.

Al salir de la oficina de Storn fui a la policía, donde me encontré con mis abogados. De nuevo repasamos la denuncia añadiendo los datos, que me proporcionó Peter Lister después de hablar con George Celan. Luego tenía que visitar a Kovalsky. Aunque era bastante tarde él me avisó, que seguirá esperando, porque tenía una información muy urgente y muy confidencial para mí, que no quería desvelar por teléfono.

Cuando su secretario me acompaño al despacho de Kovalsky, de nuevo sentí la ola del frio. “Este viejo no tiene calefacción, o es solo de su presencia me da escalofríos,” – pensé. Estar en este sitio mucho tiempo yo no quería para nada, por eso le pregunté directamente, sin más preámbulos:

- Entonces, ¿qué es tan importante y secreto que quería decirme?

- Pienso que diez millones es muy poco para el trabajo que hice.

- Por cierto, ¿cómo se las arregló para sacar adelante esta estafa con la pared? - pregunté.

- No fue difícil sobornar al capataz y su persona de confianza, encargado de los materiales de construcción. – sonrió el viejo zorro. -  El cemento y los ladrillos de alta calidad se fueron a otro lado, a nuestra obra, y el edificio de “Construcciones North” se construyó, se podría decir, con arena y aire. No era de extrañar, que a la hora "X" el muro colapsara por un impacto mínimo desde el exterior. Encontramos el momento, cuando la gente no estuviera trabajando en el almacén y oficina, para que nadie resultara herido durante ese "impacto menor".

- Espera! Ese edificio fuera construido mucho más antes de nuestro acuerdo. ¿Usted planificó ese sabotaje mucho antes? – pregunté sorprendida.

- Sí, pero el resultado llego justo a tiempo, - se rio Kovalsky.

- Usted tiene razón, pero yo no pensaba llegar a estos extremos, eso era su idea y yo no pienso pagarle algo más de lo que nosotros acordamos. En el contrato, que usted firmó, el precio de su ayuda estaba claro, diez millones. – dije firmemente.

- Pero usted podrá sacar de “Northinvest” mucho más que diez millones por los daños, aparte las cotizaciones del holding ya bajaron en esta semana un doce por ciento. – insistía el viejo.

- Doce por ciento no es un pánico y los accionistas mayores aun no piensan venderlas y para recibir la indemnización, primero hay que ganar el juicio. ¿Sabe usted cuanto vale esto? – pregunté con sarcasmo.

- Entonces, le va a interesar otra información, que podría derrumbar la cotización aún más.

- ¿Cual?

- Los materiales defectuosos fueron enviados a unas obras más.

Esto yo no lo esperaba. Me sorprendió que Kovalsky planificó todo antes, pero no sabía que era un loco asesino, porque en otros edificios podría haber gente en el momento de derrumbamiento. Yo no quería tener nada que ver con esto. Desde luego esta noticia me preocupó mucho, pero no demostré que estaba asustada. Por el contrario, me acomodé en la silla y con calma pregunté:

- ¿Qué provecho me dará esta información?

- Usted, como parte afectada, puede exigir a la policía la revisión de estos edificios y también encontraran problemas con materiales de baja calidad. Nadie va a querer tener los contratos con “Construcciones North” y el pánico llegará a todo lo que está vinculado a esa empresa, sobre todo los coreanos.

- Muy astutamente inventado, - sonreí un poco más tranquila de que no habrá destrucción masiva, y empecé a calcular en mi cabeza los posibles beneficios. - Pero, ¿cómo les puedo explicar que sé sobre un posible defecto en estos edificios?

- Esa información le va a costar un poco más.

- ¿Qué quiere para una lista de esos edificios e información?

- Ahora bien, empezamos una conversación seria. Necesito "Construcciones North" - respondió Kovalsky

- Bien, pero usted sabe muy bien que Celan nunca separará esta empresa de “Northinvest”.

- Ya veremos, pero quiero garantías, que en caso de separar esta empresa me la da a mí.

- Tengo que pensar y consultar con Cardini, - dije y sentí muchas ganas rápidamente abandonar la casa de ese viejo zorro.

Pero cuando salí y senté en el coche, en la ventanilla de mi lado de repente vi la cara de Rick. Yo ya no tenía ninguna duda, que era él. Su asquerosa sonrisa me puso en un estado de pánico y yo presioné acelerador.

Por increíble que sea, pero yo aun tenía miedo animal hacia este hombre. En mi cabeza como en una película aparecieron las escenas de mi pasado, de como me perseguía, asustaba e intentaba violar. A pesar de los años y mi nuevo estatus le seguía teniendo mucho miedo y ningunas clases con Annabelle, parece, no pudieran hacer nada al respecto.

Conduje el coche sin rumbo y dirección, con un solo deseo de alejarme de Rick más lejos posible. Me calmé, cuando aparecí cerca de aquel complejo residencial donde vivía Gor y de donde escapé el día de Navidad. No sé, si por el susto que experimenté al ver a Rick, o por otro motivo, pero fui allí. Sentí un deseo increíble de que alguien fuerte me abrazara y me diera una parte de su fuerza. En ese momento no pensaba que Gor era mi enemigo, que era el objetivo de mi venganza, que debería odiarlo y no buscar su ayuda. Mis sentimientos en ese momento eran muy confundidos y cabeza empezó a trabajar con un ritmo natural, solo cuando un guardia me preguntó a donde iba.

En ese momento, me hice la misma pregunta. ¿A dónde fui? Parece que un miedo increíble me llevó a un lugar donde nunca debí haber ido. Pero justo ahí en mi cabeza, surgió la idea de que podría encontrar esos edificios averiados sin la ayuda de Kovalsky, sino del propio Gor, si tendría la conversación adecuada.

- ¿No me recuerda? —pregunté, bajando la ventanilla del coche. - Estuve aquí hace diez días con el señor Celan. Así que decidí visitarlo.

- La recuerdo perfectamente, pero el señor Celan aún no ha regresado y no me ha dado orden ninguna sobre su visita. - respondió secamente el guardia.




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