No puedo odiarte.

Capítulo 67. Berenice.

- Lo siento, me apresuré a entrar sin permiso. No regañes al guardia, lo persuadí para hacerte una sorpresa. - dije, recuperando el sentido después de su beso.

- ¡Que va! ¡Lo recompensaré por tal sorpresa! - exclamó Gor con alegría y me abrazó de nuevo para besarme, pero me aparté.

- Espera, pedí la cena en un buen restaurante. Ahora voy a poner la mesa y luego hablamos.

- Yo te ayudaré, - se ofreció.

- No hay necesidad. Yo puedo sola. Quiero que te descanses. - respondí, fui a la cocina, donde había cena en los paquetes del restaurante.

No tenía ni idea de lo que trajeron, porque hice pedido muy rápido, casi si leer, pero la comida olía bastante bien. Puse todo en los platos y los llevé al salón. En el camino, en el pasillo, noté un maletín de cuero, que al parecer Gor trajo consigo, porque no había estado allí antes. "¿Tal vez hay dentro algo que me interese?" - Pensé, pero pasé de largo. Todavía tendré tiempo para investigar. Desde luego me sentí como una espía en el campo de enemigo.

- Sabes, acabo de recordar que una vez me diste las llaves de tu apartamento en aquel barrio cerca del mercado. - dijo de repente Gor, cuando entré en el salón.

- Oh sí. ¡Hace cuánto tiempo fue eso! - exclamé. – Yo ya vendí aquel apartamento.

Eso no quería recordar, como muchas más cosas.

- No hace mucho para mí, - Gor tomó los platos de mis manos y los puso sobre la mesa. - Entonces, también quiero darte las llaves de esta casa. - Sacó un manojo de llaves de su bolsillo. - Quiero que me sorprendas con tus visitas todos los días.

- Las sorpresas cotidianas dejan de serlas y se convierten en una rutina, - respondí, sentándome en una silla.

- Tú nunca serás rutina para mí. - dijo, puso las llaves en mi mano, se acercó su silla a mi lado y besó mi cuello.

- Bien. En realidad, vine a agradecerte por Erika. - Traté de cambiar de tema.

- Sí. Ella es maravillosa, tan abierta y sincera como tú.

- Gracias. ¿Qué estabas haciendo en el aeropuerto?

- Regresaba del festival de cine, donde estuve por invitación de Valeria Corn. – respondió sin mucha importancia.

- Oh, conozco a esta joven actriz. Vi su última película, - dije y sentí que los celos comenzaban a surgir en mi pecho. "¡Por la invitación! ¡Ahora se llama así! ¡Es un bastardo! Ella es su amante, por eso el guardia me confundió con ella. Después de acostarse conmigo, estaba con otra, con una más joven y más famosa." - Pensé de repente, y Gor, sin darse cuenta, reforzó en mí este asqueroso sentimiento.

- Sabes, ella es muy talentosa. Ella puede interpretar a cualquier papel. Como un camaleón, puede transformarse en cualquiera. Seguro que tiene un gran futuro.

“¡Todavía no sabes cómo puedo transformarme yo!” - exclamé para mis adentros, y pregunté sonriendo en voz alta:

- ¿Tu esposa te dejó ir con ella sin dudarlo?

- Sí, porque no le pregunté. Nos estamos divorciando. - respondió con firmeza.

“Por eso Liam Storn me ofreció su paquete de acciones, quería presionarlo y parar el divorcio de su hija,” – pensé y exclamé con sonrisa:

- ¿Aun así? ¿Por qué?

- Porque nuestro matrimonio nunca fue real y cuando te vi en la fiesta de Egor Kil, me di cuenta de que debería estar libre.

- ¿Para qué?

- Porque pienso conquistarte de nuevo, - susurró él acercándose a mí y tomó mi mano. – Sé, que fui un idiota, pero era joven y estúpido, no supe explicarte que te quiero, que eras mucho más importante para mí que cualquier otra cosa, que sin ti mi vida no vale nada.

"Estoy en un problema. Un problema muy grande. ¿Por qué mi corazón late ensordecedor en mi pecho? ¿Por qué estoy reaccionando tanto por sus toques y susurro? ¡Definitivamente no soy yo misma! Es un tipo de percepción malsana de la vida. Tengo que odiarlo, pero no puedo ahora obligarme hacerlo. ¡Es una jodida locura experimentar lo que estoy sintiendo ahora mismo! ¡Quiero creerle!"– pensé.

- Si decidiste divorciarte por mí, entonces en vano. Estoy casada. Tengo que irme. - Respondí en voz baja y me levanté de mi silla, con la intención de dejar este lugar y a él.

Gor me tocó el brazo con un gesto tranquilizador, haciendo arder mi piel bajo el jersey, enviando corriente a través de mis venas. Me hubiera gustado retroceder, pero miré fascinada en sus ojos azules, mientras sus largos dedos trazaban los patrones en mi piel bajo la tela gruesa.

Finalmente, reuniendo toda mi voluntad en un puño, lo empujé, tratando de irme, pero Gor me interceptó y me estrellé contra su cuerpo, encerrada en el anillo de sus manos.

– Por favor, Nice. – Me susurró en la parte posterior de la cabeza. – Por favor. Perdóname por lo que pasó... con nosotros... Pero lo arreglaré, te prometo.

Podía sentirlo inhalando el aroma de su cabello, provocando que la piel de gallina corriera apresuradamente por la parte posterior de mi cuello hasta mi espalda tensa. Escuché el sonido de su corazón, más bien lo sentí y a causa de estas ligeras vibraciones, el deseo de tocar lo se hundió en la parte inferior del estómago, concibiendo una excitación viscosa.

– Déjame ir ... Déjame ir ... - Emití un ronroneo medio gemido.

– No, Nice, no. – Me acercó más a él. – No puedo, cariño. Mátame, dispárame, pero ya no puedo dejarte ir ...

No podía matarlo, ni dispararle. Me quedé. Al diablo con todo... Cerré los ojos, obedeciendo en silencio a sus manos, permitiendo que Gor me llevara al dormitorio.

—Cómo amo tus ojos, Nice... —susurró Gor con voz ronca. - Me encanta tanto... Mírame. Te amo. Te amo.

“Te amo” en sus labios sonaba como música para mis oídos, la mejor caricia del mundo… Yo mismo encontré los labios de Gor y lo besé. Vacilante, apenas tocándolo, rompiendo de nuevo en un torbellino de pasión. Él jugaba conmigo como con una muñeca de voluntad débil. Él controlaba mi cuerpo, como un musico virtuoso controla su instrumento. Al carajo... Si solo él sabía mejor lo que me hacía tintinear de placer...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.