No puedo odiarte.

Capítulo 68. George.

Estaba enojado con todo el mundo y conmigo mismo, porque Nice se fue, otra vez no me dio la oportunidad de explicarle, que Albina no era en absoluto mi esposa de verdad, que no teníamos relación desde hacía cinco años y no me había divorciado, solamente porque pensaba que nunca podría estar con ella y así al menos mi madre estaría tranquila y el negocio a salvo. Por supuesto, tenía mujeres, que no significaban nada para mí, pero cuando la encontré y tuvimos aquella noche mágica de Navidad, todo cambió.

 La conversación sincera que yo esperaba empezar por la mañana con desayuno, no salió bien, aunque yo fue prevenido y saque las llaves del coche de su bolso, cuando ella estaba en la cocina. Nice no quiso quedar conmigo más tiempo.

A pesar de mal comienzo, el día transcurrió sorprendentemente tranquilo, a pesar de las amenazas de Storn, las acciones de “Northinvest” estaban en plano y ya no hubo pánico de los días pasadas. Mis inversiones en Asia habían sido un éxito y eso daba seguridad a los accionistas.

Llamé a Alex para averiguar cómo iban las negociaciones con Liam Storn para comprar su participación en mi impresa. Si podría conseguirlo, me sentiría más libre.

- Tu suegro está dando las vueltas y jugando por el tiempo, pero creo que estará de acuerdo, porque los viejos votaron por mi candidatura. – dijo mi primo y agregó. - Aunque, ayer leí el acuerdo de accionistas y encontré un punto. Tiene derecho a vender sus acciones sin el permiso de los accionistas, si la cotización cae más del diez por ciento en un día.

- No creo que llega a eso, - le aseguré. - Pero aun así presiónalo, ofrécele un mejor precio.

- No se trata del precio. No quiere que yo compre su paquete. Sabe perfectamente que de esta manera no te hará daño. Y eso es exactamente lo que quiere.

- Entendido, - dije. - Entonces esperaremos hasta que “V&A” no tenga suficiente dinero para superar nuestro precio.

- Bien. - respondió. - ¿Vamos al "Prime" hoy?

- No, no puedo. Le prometí a mi madre que la acompañaría al teatro, ya que Albina se fue de casa.

- ¿Significa eso que aceptó vuestro divorcio?

- Sería bueno, pero creo que ella con su papá están resolviendo problemas globales, cómo golpearme más fuerte. No me dejaran ir tan fácilmente de sus redes.

- Cálmate, amigo. Todo en este mundo tiene su fin. - se rio Álex. - Mañana iré a tu oficina.

- Maravilloso, entonces hablamos con tranquilidad. - Respondí y colgué la llamada.

Me senté por un rato y simplemente giré el teléfono en mis manos. De repente, en mi cabeza surgieron unas ganas increíbles de llamar a Nice e invitarla al almuerzo, pues no en balde ayer metí la mano en su bolso y llamé desde su teléfono al mío, para conseguir su número.

Llamé a Nice, pero ella cortó mi llamada al escuchar mi voz, y luego me escribió pidiendo que no le moleste más, que no reuniría conmigo más. No quería creer en eso, porque a pesar de sus palabras dolorosas esta mañana, no le creí. A noche todo era maravilloso. Ella estaba cariñosa, receptiva y ardiente, pero por la mañana parecía haber cambiado y se convirtió en un pedazo de hielo. “Probablemente se sintió mal. ¿Con que la ofendí? ¿Ofreciéndole las llaves de mi apartamento?” – pensé y recordé como le ofrecí ser mi amante y como ella me respondió. – “¡Desde luego, no aprendo!  Con ella eso no funciona.”

Entendí que ella necesitaba algo más, que las citas escondidas, por cierto, igual como a mí. Estaba tan feliz, que quería gritar a cuatro vientos sobre mi amor. Debería tener la libertad, para comenzar una relación con ella nuevamente, desde cero, esta vez sin mentiras, engaños y omisiones.

"Nada, mañana Albina y yo tenemos nuestra primera audiencia en el juzgado. Quizás ella esté de acuerdo conmigo y decida que el divorcio es nuestra única salida". - En este momento, sabía que estaba haciendo lo correcto. Era la hora de poner fin a este matrimonio irreal. Sería mejor para todos. En primer lugar, para la propia Albina. Tenía solo treinta años, era una mujer bastante joven, muy guapa y con dinero. Ella será feliz con ese marido a quien siempre trató de moldear de mi con sus métodos equivocados.

Por la noche, como prometí, acompañé a mi madre al teatro. No me gustaba el ballet desde la infancia, tal vez porque ella siempre me había llevado a todos los estrenos y decía que “sacrificio” había hecho por el bien de la familia, dejando su carrera de bailarina. No la entendía, pero simplemente le obedecía, aunque me interesaban cosas completamente diferentes, igual como hoy. Me encantaría estar ahora mismo en el gimnasio, golpeando el saco de boxeo con toda mi ira contra la familia Storn y rechazo de Nice.

Entramos en el vestíbulo del teatro. Toda la nobleza y riqueza de la capital ya estaba allí reunida. Pasamos lentamente de un grupo al otro, saludando a nuestros conocidos y pronunciando frases corteses y sin sentido.

De repente escuché la voz de una niña:

— ¡Gor! ¡Sabía que nos volveríamos a encontrar!

Miré a mí alrededor y vi a una niña en un vestido rojo de terciopelo, corriendo hacia mí. "¡Dios! Su hija, igual de bonita como un ángel pelirrojo," - pensé y mi corazón me dolió de ternura. Me puse en cuclillas frente a la niña.

— ¡Hola Erika! ¿Estás aquí con tu mamá? — Preguntó esperanzado.

— ¡No! Mi mamá trabaja mucho, no tiene tiempo. Estoy aquí con mis abuelos-madrinos.

- ¿Como? ¿Abuelos-madrinos? – pregunté sonriendo.

Pero la niña no tuve tiempo explicarme.

— ¡Erica! ¿A dónde corriste tanto? — llegó la voz de una mujer muy asustada.

Me levanté y la niña se agarró de mi mano. La madre de Eva se acercó a nosotros.

— ¡Oh! Señor Celan, discúlpenos, — dijo ella, tomando a la niña de mi mano. – Erika le vio y hecho a correr como loca. Tenía muchas ganas de verle de nuevo.

— Hola, Ana, — dijo mi madre. — Preséntanos a tu encantadora compañera.




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