No puedo odiarte.

Capítulo 72. George.

Ese día tenía muchas ganas de emborracharme, por primera vez en cinco años. Alex dijo que mí divorcio pasó a los tribunales y a pesar de la desgana de Albina, en un mes, se acabará mi pesadilla personal. Finalmente podría sentirme libre y comenzar una nueva vida. Pero en ese momento no tuve mucha alegría, porque todo el mundo estaba contra mí.

Nice volvió a desaparecer, acusándome de todos los pecados y no queriendo aceptar mis explicaciones. Su amiga no sólo me ayudó a volverla, sino al contrario me destruyó con su artículo en el periódico, que se volvió viral y acabó con "Construcciones North". Después de eso, ninguna de las empresas de construcción locales quiso comprarla, ni siquiera en partes, por temor a una publicidad mala, o simplemente esperando un precio de ganga.

No podía declararla en quiebra porque temía el efecto negativo sobre todo el holding. Los viejos descaradamente echaban la culpa solamente a mí y amenazaban de vender sus participaciones en mercado abierto.

La única posibilidad que me quedaba, aunque parecía raro, fue el juicio, que inició el fondo “V&A”, encabezado por Berenice Della Altavilla, exigiendo una compensación millonaria. Fue allí donde quise aportar pruebas de la culpabilidad del proveedor, que me proporcionó de manera fraudulenta materiales defectuosos. Por fin encontramos el nombre de ese malnacido.

Pasé toda la semana en el laboratorio y la oficina de mi director del departamento jurídico, presentando declaraciones y ensayando respuestas a posibles preguntas del juez, sabiendo que, si perdía este caso, me vería obligado a perder una increíble cantidad de dinero, mi puesto de CEO y mi reputación. Pensar, que sería con la cotización de “Northinvest” no me atrevía.

El día del juicio resultó ser extremadamente asqueroso. Parecía, que también el tiempo no estaba de mi parte. Empezó a llover por la mañana, estaba muy frio, a pesar de la primavera. Yo podía confiar en mis abogados y no asistir a la audiencia en persona, pero la reputación de mi empresa ya se había visto gravemente dañada por los periodistas y los procedimientos, que se avecinaban y amenazaban con agravar la situación, que ya era difícil, me obligó a dar la cara. Como dueño de “Northinvest”, no podía permitir que me tomaban por débil, tenía que estar presente.

También tenía muchas ganas de ver la cara asquerosa y vieja de esa italiana, que decidió acabar conmigo. No sé por qué, pero siempre pensaba, que tenía que ser una vieja bruja con bigotes y me hacía sospechar, que era “V&A”, quien estaba detrás del sabotaje. Yo maldije, pensando en Berenice Della Altavilla. ¡Todos mis problemas empezaron con su aparición y de alguna manera estaban relacionados con esa mujer!

— Voy a estrangular a esa perra tan pronto como la encuentre, — murmuré con los dientes apretados.

— Sr. Celan, creo que pronto tendrá esa oportunidad. La Sra. Della Altavilla también asistirá hoy personalmente a la sesión de la corte. — dijo mi abogado.

— ¿Espero que intentes conseguirme una sentencia mínima por asesinato? — sonreí irónicamente.

— Haré lo mejor que pueda, — respondió el abogado con bastante seriedad.

Condujimos hasta el edificio de los juzgados. Como era de esperar, los periodistas se agolpaban todo el territorio, armados con cámaras y micrófonos. Bajé del coche acompañado de abogados y asistentes, pero eso no los detuvo. Me atacaron como pulgas.

- Señor Celan, como puede comentar, que se han encontrado grietas en el centro comercial de Plaza España. - se escuchó en algún lugar desde un lado.

- No puedo comentar nada sobre eso, - espeté. - Porque nuestra empresa no tiene nada que ver con ese centro comercial.

- ¿Qué siente en este momento? ¿Espera ganar?

- Sí. Ganaremos sin duda, porque no somos culpables de nada.

- Entonces, ¿quién cree que es el culpable de lo que pasó?

- Personas sin escrúpulos a las que les da igual la palabra dada.

- Señor Celan, ¿su padre también fue procesado por un cargo similar?

Quise mirar a la cara a aquel sinvergüenza que pronunció el nombre de mi padre en una acusación completamente ridícula, pero el abogado me agarró del brazo con fuerza y ​​resueltamente me dirigió hacia la entrada. El interior del juzgado estaba mucho más tranquilo. Llegamos a una puerta marcada como "Sala de Tribunal 6".

- Espérame aquí, Señor Celan, iré a comprobar, cuando comience nuestra audiencia. - dijo el abogado y caminó rápidamente por el pasillo, maniobrando entre la gente.

Yo con los brazos cruzados sobre el pecho, estaba de pie junto a una ventana grande, cuando se produjo un avivamiento en el pasillo. Los ojos de los presentes se dirigieron a la mujer que caminaba hacia mí, acompañada de dos guardias. Vestida con un traje de negocios, con un peinado estricto, barbilla levantada, y mirada altiva, pero tan querida.

— ¡¿Nice?!

Ella se detuvo y miró en mi dirección.

— Nice, ¿qué haces aquí? — yo no apartaba los ojos de ella.

Pasaron dos meses, desde que la vi por última vez en aquella gasolinera. Entonces ella estaba muy ofendida, irritada, dolida y perdida. Pero ahora ella parecía completamente distinta. Una reina de Saba con su escolta.

— Hola, Gor, — sonrió afablemente. Sus guardias se quedaron paralizados a un paso de ella. — Tengo un pequeño asunto aquí. Podría prescindir de él, pero quería estar presente.

— Por extraño que parezca, yo también tengo un caso aquí, aunque no lo llamaría pequeño. – sonreí. Estaba tan emocionado por nuestro nuevo encuentro, considerándolo como un buen presagio.

— Todos tenemos su propia cruz, — asintió con comprensión.

— ¡Sra. Della Altavilla! — Un joven, con aspecto pálido, como todos los ingleses, corría hacia nosotros a velocidad extraordinaria.

Me volví, para ver. ¿Dónde está esa perra?

— Hola, Berni, — le saludó Nice.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.