No puedo odiarte.

Capítulo 73. Berenice.

Eso era todo. Mi venganza estaba terminada. Prácticamente destruí al hombre al que amé más que a mi vida. Miré a Gor, que estaba sentado con la cara perdida, claramente sin entender lo que había sucedido. Su abogado intentó explicarle algo al juez, pero el mal estaba hecho. "Construcciones Norte" dejará de existir, lo que sin duda afectará a todo el holding.

Ya no había ninguna razón para que me quedara aquí, sonreí con amargura. La chica del barrio marginal, la pobre huérfana engañada logró su objetivo. Yo gané el juego con el nombre "Inmersión total" ... Traté de no pensar en el precio pagado por esto. Salí del juzgado acompañada de mis guardias. No quería hablar con los periodistas, por eso fui con un paso bastante rápido hasta mi coche.

— ¡Sra. Della Altavilla! — Escuché una voz resonante detrás.

Me detuve y con leve curiosidad miré a Gor, que bajaba del porche del edificio de los juzgados. Ya no parecía roto, como unos minutos antes en la sala de juzgado, ahora estaba furioso. Sin embargo, yo no esperaba nada distinto. Aún él no había aprendido a perder con dignidad.

— Sr. Celan, tengo poco tiempo. Si su empresa tiene algún reclamo contra “V&A”, comuníquese con mis abogados. – dije con desprecio.

— ¡Oh, tú ...! — gritó y corrió hacia mí.

Por su tono altivo, entendí que Gor perdió el último grano de sentido común y la compostura, pero aún no sabía hasta qué punto. Yo no me moví, porque vi en su mirada ese fuego de ira, que entendí rápidamente. Se acercaba a mí para matarme, estrangulándome ahora mismo con sus propios manos.

Yo estaba inmóvil, pero mi seguridad respondió al instante. Uno de los muchachos agarró a Gor por el brazo, pero él lo imprimió en el asfalto con una zancadilla. El segundo guardia rápidamente sacó la pistola y apuntó a la cabeza de Gor.

— ¡Alto! ¡No te mueves! – gritó.

Gor giró la cabeza y vio con sorpresa el rostro indiferente de mi guardia, a una persona con esa cara no costaría nada matar alguien por orden de su jefe. En este momento el primero se levantó del suelo y agarró a Gor por los brazos.

— Bueno, — dijo Gor con cansancio. 

La pistola se balanceó amenazadoramente.

— ¡No! — notas de acero sonaron en mi voz. — ¡Andrey, baja el arma!

— Estoy haciendo mi trabajo, — murmuró el guardia y con evidente desgana escondió la pistola.

— Lo estás haciendo mal, — le dije. – Estamos a las puertas del juzgado, rodeados de periodistas.

— Te aconsejo de tomar más en serio la selección de tus guardaespaldas. Estos no son buenos y es posible que necesites protección en un futuro muy cercano. – añadió Gor, pero el guardia subió su brazo y él gimió de dolor.

— ¿Me estás amenazando? — pregunté.

— Te lo advierto, — murmuró. — Una zorra como tú siempre tendrá un par de enemigos.

— Tomaré en consideración tu consejo. — Estaba a punto de irme.

— ¿Quizás puedas responderme a un par de preguntas? – de repente me preguntó Gor.

— Te estoy escuchando. – de nuevo giré hacia él.

— ¿Qué tipo de juego estás jugando?

— El juego se llama “Inmersión total”. ¿Te acuerdas de este juego?

— ¿De qué? – preguntó con sorpresa.

— ¡Me engañaste, burlaste de mí! Y por esto me vengué de ti. Porque no dejaré, que nadie más me humille.

Lo miré. Aquí estaba ese momento. En los ojos de Gor vi el dolor, pesar, angustia, desesperación ... “Esperaba esto tantos años. Logré. Entonces, ¿por qué me duele el alma?” – pensé, sintiendo, que no había fuerzas de soportar ese dolor, como si alguien apretaba mi corazón con unas tenazas ardientes... Aquí estaba mi venganza. ¿Dulce? Nada. Podría morir de esta dulzura ... No esperaba mi reacción así ...

¿Dónde está la alegría? ¿Dónde está el placer de hacer justicia? ¿Dónde está la satisfacción con el castigo del infractor? ¡Nada de eso! ¿Qué sentí? Un dolor infernal en el alma, un sentimiento de pérdida desgarrador ... ¿Pérdida de qué? Pérdida de su ternura y caricias, sus fuertes manos pacificadoras, su caliente pecho masculino, sus labios suaves y dulces besos, sus ojos azules desbordados del placer y deseo, sus susurros de amor a mis oídos. Ahora nada de eso sería para mí.

Yo rápidamente subí al coche, porque no podía más verlo, era insoportable. Mis guardias dejaron a Gor y también subieron al coche. Menos mal que en ese momento me llamó Lister, avisándome, que las cotizaciones de “Nothinvest” empezaron a caer mucho.

-Pienso, que alguien sacó al mercado su paquete de las acciones. ¿Qué hacemos? ¿Compramos?

 Después del artículo de Eva, nuestro caso adquirió el carácter mediático. Todos los clientes de “Construcciones North” estaban siguiendo el proceso, para ver si yo ganaría el juicio, para encontrar alguna excusa para no pagar los bienes construidos. Hablé con Cardini y decidí, que no me hacía falta tener acciones de holding de Gor, porque pensé a hundirlo en el juzgado. Incluso Lister vendió aquellos tres por ciento que compramos antes.

- Compra. – dije de repente.

- ¿Estás segura? Pueden caer aún más, la situación es dramática.

- Compra. – repetí.

Aún no sabía por qué hice esto, pero las palabras de Cardini resonaban en mi cabeza: "Puedes arrojar a un hombre, como George Celan, desde lo alto del Olimpo, traicionándolo y engañándolo, pero después, si quisieras volver, tendrás que darle el doble de lo que conseguirás.”

- Señora Della Altavilla, ¿A la oficina? – preguntó el guardia.

- No. Vamos a casa, estoy cansada, - dije y añadí. - Podéis volver a Cecilia. Ya no me necesitará más la protección.

- Pero señor Cardini, nos ordenó estar con Usted hasta la vuelta a Capri. – negó él.

- No pensaba que vas a sacar el arma en cada momento, sobre todo delante de los periodistas.

- Era un momento de la tensión, el señor Celan no se controlaba sus emociones. – se justificó el guardia. – Tenía que pararlo.




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