No puedo odiarte.

Capítulo 76. Berenice.

Yo recuperaba el conocimiento por breves momentos y luego, al sentir dolor en todo mi cuerpo, volví a caer en el olvido. Me parecía escuchar la voz histérica de Gor, quien me pedía que abriera los ojos y lo mirara, pero no pude hacerlo. Entonces sentí que me llevaban a alguna parte y nuevamente escuchaba gritos, pero esta vez eran de Eva. No percibía con claridad lo que pasaba a mi alrededor, lo único que tenía seguro era que estaba viva y mi hija no quedaría huérfana.

Finalmente, me recobré el sentido de nuevo, esta vez por completo. Yo yacía con los ojos cerrados, temerosa de mover un dedo. Poco a poco comencé a sentir mi cuerpo, que me dolía mucho, pero no tanto como antes. Me sentía falta del aire y la cabeza no pude ni levantar, como si pesara una tonelada. Mi boca estaba terriblemente seca y repugnante, porque todavía tenía un sabor metálico a sangre.

Fue un esfuerzo colosal abrir los ojos, pero los tuve que cerrar de inmediato, ya que la luz de la lámpara de la mesa, parecía quemarme la córnea. Solo en el cuarto intento logré abrir completamente los ojos y mirar a mi alrededor. Estaba acostada en una cama en una habitación, que no era mi dormitorio.

Al oír un movimiento cerca, me tensé. Alguien respiró hondo y escuché la voz ansiosa de Eva.

— ¡Gracias a Dios! ¡Despertaste!

— ¡Eva! Agua, — dije, superando el dolor.

— Tranquila, querida, estoy aquí. — respondió mi amiga y me acercó un vaso de agua con pajita. — El doctor vendrá ahora. Estás en el hospital.

— ¿Cómo? — lo único, que pudo decir.

— No cerraste la puerta detrás de Gor, y ese bastardo de Rick estaba esperando el momento para entrar. — explicó Eva. – O estaban compinchados los dos. No lo sé. La policía está investigando.

De repente recordé las palabras de Rick que alguien le ordenó matarme.

— ¿Erika?

— No te preocupes, está bien, — respondió rápidamente mi amiga. — Llamé a Fran y le dije que te pasó y que estas en el hospital.

Yo suspiré con angustia. No quería que alguien supiera que pasó, no quería ni molestar, ni preocuparlos, pero Eva lo hizo de buena fe. Después de breve descanso, hice otra pregunta que me atormentaba:

— ¿Rick?

- No te preocupes, está en coma. Parece, que Gor lo machacó mucho. – sonrió ella.

- ¿Gor?

— Sí, — respondió mi amiga insegura, — estaba allí, no sé a qué vino a tu casa, pero a tiempo.  Lo llevaron a la comisaría.

— ¿Por qué?

— Él dio un puñetazo al guardia del edificio, el cual subió a tu apartamiento y encontró a Gor rompiendo el cráneo a Rick. La policía piensa, que es él quien te golpeó antes de entrar Rick.

Yo negué con la cabeza, porque hablar fue muy difícil para mí.

- Yo tampoco estoy de acuerdo con la policía. Claro está, que Gor es un bastardo, pero no es un asesino, lo que no puedo decir sobre Rick. Cuando estarás mejor, el investigador hablará contigo, está esperando en el pasillo. — sonrió Eva.

Yo cerré los ojos. "Así que todo esto no era un sueño, Gor regresó y me salvó del psicópata Rick. Estaba listo para protegerme y defenderme incluso cuando lo traicioné." — pensé. Sí, él me castigó, incluso me humilló, en cierto sentido, pero no había ningún odio real hacia mí. Podría entender porque se puso rabioso. Yo quería quitarle lo suyo, pero era por su naturaleza de un hombre cien por cien, acostumbrado a tomar decisiones de cualquier grado de complejidad y severidad. Hombres como él siempre defenderán lo que le pertenece. Por eso me protegió, porque yo le pertenezco.”

En realidad, ¿por qué estaba pensando en él ahora? ¿Porque George Celan fue mi obsesión, mi debilidad, mi dolor y que ahora entendí que le pertenecía hasta la última célula o, simplemente porque era la persona, que me salvó de una muerte segura? No. Yo pensaba, porque Gor no pudo querer matarme. Entonces, ¿Quién? ¿Kovalsky?

Rick trabajaba para Kovalsky. Yo no le di “Construcciones North”, pero le pagué lo acordado y hice daño a “Northinvest”. Él deseaba eso más que yo. ¿Por qué me quiso matar?

-Más agua, - pedí a Eva.

Bebí y dije:

- Me quieren matar.

- No te preocupes, Rick esta en coma y Gor en la comisaría, un policía al pasillo. Estas a salvo. – quiso tranquilizarme Eva.

- No es Gor. Gor me salvó. – dije con mucho esfuerzo. – Yo no sé, quien es y no puedo confiar en nadie.

- Okey, yo voy a estar contigo todo el tiempo y nadie entrará por esta puerta. – respondió ella y preguntó sonriendo.  – ¿Pero el medico puede entrar? Ya verás, que guapo es.

Asentí con la cabeza, sonreí y di gracias a Dios, que me mandó una amiga como Eva.

Dentro de unos minutos vino ese médico, un hombre joven con rasgos faciales bastante fuertes, justo a gusto de mi amiga, y muy atento. Me miró con cuidado sin hacer daño, mandó a la enfermera hacerme una infección calmante, después del cual empecé a respirar mucho mejor.

- A pesar de los golpes recibidos, usted no tiene ningún órgano interno dañado. Es un milagro. – sonrió él. -  Solo tiene una fractura en la costilla izquierda, por eso le duele a respirar, y unas contusiones.

- ¿O sea, que no es nada grave? - preguntó Eva.

- Cualquier trauma es grave. – dijo el médico, seriamente mirando a Eva. – A su amiga necesitará un tratamiento a seguir y un reposo, evitando el exceso de movimiento en la zona torácica. Después unos masajes descontracturantes, cyriax (masaje transverso profundo) en caso de elongación o desgarro intercostal. Para calmar el dolor unas inyecciones, mejor por la vía.

- Me preguntó, - empezó a ponerse nerviosa Eva, - ¿Mi amiga tiene que permanecer en el hospital mucho tiempo, o puedo llevarla a casa?

- Si usted quiere, no tengo ninguna inconveniencia en darle el alta, aunque sea mañana, pero el cuidado tiene que ser muy especializado. – con mucha paciencia dijo el médico.

- No quiero estar aquí, - supliqué yo al médico.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.