No puedo odiarte.

Capítulo 77. George.

"Ella se fue… ella no está", - susurraron mis labios en silencio. Seguí las órdenes de los policías, sólo después de un empujón por la espalda, porque ignoré por completo sus exclamaciones: “¡A la pared! ¿Apellidos? ¿Nombre? ¿Acusado de…?”

- Celan... George... - dije, pero en mis pensamientos sólo había una cosa: "Yo te maté... lo siento, mi amor...".

Mi cuerpo se movía lentamente, como oxidado, los ojos veían como a través de un velo, incluso los sonidos, las órdenes sonaban como a través de algodón. Finalmente me llevaron a una celda con poca luz. Estaba solo allí, lo que me sorprendió y alegró a la vez. Me tumbé en la dura cama y cerré los ojos.

Nice... Su rostro ensangrentado, sus labios azules y sus ojos cerrados y sin vida se elevaron con renovado vigor en visiones aterradoras delante de mis ojos. El olor a hierro de la sangre todavía persistía en mi nariz. "¡¿Cómo pude hacerle esto?! ¿Para que vine a su casa? ¡No, no puedo vivir sin ella! ¡Si no me matan, me volveré loco!" - Pensé abatido.

Toda la noche al cerrar los ojos, vi a Nice sonriente, viva, sonrojada de vergüenza, susurrando mi nombre... Pero la imagen dulce había reemplazada inmediatamente por otras visiones siniestras y la desesperación tocaba mi corazón con tentáculos helados. Cada vez saltaba de la cama sudando frío y caminaba por la celda, orando en silencio a un Dios desconocido con una petición: “¡Es injusto! Devuélvemela... Toma lo que quieras de mí, pero devuélvemela”.

No sabía qué hora era, cuando sonó la cerradura de la puerta. El escolta me esposó y me condujo por un pasillo oscuro y que olía a humedad. Debería haberme preocupado por mi destino, por mi madre, por mi negocio, pero no pude. La vida ha perdido su significado por completo. La reputación, la posición en la sociedad y la opinión de esta misma sociedad se desvanecieron como estrellas al amanecer. Sin Nice, todo cayó en la oscuridad.

Me condujeron a la sala de interrogatorios, donde vi a Alex.

-Buenas noches señor Celan, seré su abogado. – Mi amigo me saludó formalmente y se presentó.

Por orden suya, me quitaron las esposas y me sentaron en una silla frente a Alex. El guardia arrojó casualmente la carpeta con los documentos sobre la mesa, encendió la lámpara sucia y andrajosa y se fue, cerrando la sala de interrogatorios.

- ¿Cómo estás? - preguntó mi amigo con preocupación en su voz.

Me encogí de hombros con indiferencia.

- ¿Por qué acudiste a ella de nuevo? ¿No te llegó con el escándalo que montaste ante las puertas de los tribunales? – preguntó él con ansia.

- Quería castigarla... - grazné, recordando la cicatriz en su espalda. - Quería castigarla, pero ella me castigó a mí.

Alex miró la transcripción de mi primer interrogatorio, suspiró y la dejó a un lado, como si fuera papel de desecho insignificante.

- ¿No entiendo por qué te declaras culpable de la agresión a Berenice Della Altavilla?

- Yo la maté… Porque si no hubiera acudido a ella, si no la hubiera atado a la pared, si... No pasaría nada y ella habría seguido viva. Y ahora no me importa lo que me pase. - Respondí, bajé la cabeza y me tapé la cara con las manos.

-  Ella afirma que Rick Novach lanzó los golpes y tú la salvaste.

- ¿Cómo afirma? ¿Nice está viva? - volví a preguntar, pensando que mi amigo se había equivocado.

- ¿Qué te hace pensar que ella murió? Por supuesto que está viva, aunque todavía tiene que permanecer en el hospital. – respondió Alex y luego añadió con miedo. - ¡No saltes, idiota! Hay cámaras aquí.

- Esta viva, - respiré con un gran alivio. - Gracias Dios por devolvérmela.

- Sí, está viva y se siente bastante bien, a pesar de los golpes recibidos. - dijo mi amigo afirmativamente.

- Mataré a este bastardo. - Gruñí.

- Espera, querido primo, todavía estás bajo investigación por un ataque y ya estás planeando otro. - Él se rio. - Abordemos este caso primero.

- ¿Qué? Tengo que ir al hospital. Tengo que verla ahora mismo. - dije nerviosamente.

- No, amigo mío. Ya has hecho cosas tontas. Ahora sólo harás lo que yo te diga. Primero, necesito convencer a la investigación de que tú llegaste a la escena del crimen completamente por casualidad, viste la pelea e interviniste para salvar a su futuro socio.

- ¿Qué socio? - No entendí.

- Un nuevo accionista mayoritario. "V&A" ya ha comprado en estos dos días casi el veinte por ciento de las acciones. - dijo Alex.

- ¿Y tú?

- ¿Qué yo? Compré la participación de Torn, como me ordenaste, pero no esperaba que los otros dos pusieran sus acciones en el mercado libre, después de ver tus fotos en los periódicos y leer aquel artículo. - explicó mi amigo disculpándose.

Ahora entendí perfectamente la intención de Nice. Mi chica inteligente quería mi lugar en la empresa. Así quería castigarme y quitarme lo que, en su entender, era más importante para mí, que ella. En ese momento empecé a reírme como loco, recordando mis oraciones y la promesa que le hice a Dios.

- ¿Has perdido la cabeza por pena de tu negocio? —preguntó Álex.

- ¡No, no de pena, sino de felicidad! Sabes, El Dios, él todavía existe. Ahora sé…

- Está bien, dejemos esta disputa filosófica y pongámonos manos a la obra. – Alex me interrumpió. Entonces, Nice afirma que tú acudiste a ella para hablar sobre los asuntos del holding.

- ¿Ella lo dijo? ¿Dijo, que hablamos de negocios?

- Sí. Luego tú fuiste y ella se olvidó de cerrar la puerta. Cuando fue a ducharse, Rick entró al apartamento por la puerta. Se suponía que iba a matarla por orden de una persona aún desconocida para la investigación, pero como tenía un vínculo de larga data con ella, decidió aprovechar la oportunidad para violarla. Ella se enfrentó y estalló la pelea.

- Espera. ¿Rick vino a matarla? - No entendí.

- Sí, eso dice Nice, pero no podemos preguntarle a Rick sobre si realmente había esta orden y quien le dio, porque está en coma y los médicos tienen un pronóstico reservado. - respondió Álex. - Lo machacaste bien. Ahora te enfrentas a una pena de prisión por excederte en la legítima defensa.




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