Quedó aplastada bajo el cuerpo de su prometido, sintiendo la tonelada de su fuerza al tener las manos amarradas bajo de sí.
Fue la única forma en que su novio había logrado detenerla de alejarlo y aunque el intento de golpear su entrepierna casi tuvo éxito, el hecho de aunarla a los besos la debilitó.
Si bien sabía que su casi esposa no estaba preparada para lo que él sí, no quería dejarle un mal sabor de boca, ni mucho menos darle una percepción distinta de lo que era, ni de quien era, en realidad.
La quería, la ansiaba y su cuerpo lo tentaba de muchas formas, no obstante, ¿cómo podría decirle que no estaba cien por ciento listo para ella?
¿Cómo le diría que se sentí insuficiente a su lado? No solo por el puesto o su trabajo, sino porque Evia se había forjado en el mundo empresarial desde muy joven.
Era muy buena controlando las cosas y no toleraba si algo se salía demasiado de control.
Precisamente por eso había aceptado las veces que posponía la fecha boda, no obstante, supo en esa semana, que no habría forma de cambiar su intención.
Ella ya estaba lista, solo que él no.
—¿Me vas a dejar salir?—La escuchó preguntar, aplastada en el lado de su corazón, habiendo mordido esa área, aunque no lo suficiente para que se alejara.
Su prometida necesitaba mucho más que eso para estar muy lejos de sí.
—Todavía no—refunfuñó, bajando para ir por sus labios, llevando la palma hasta su glúteo sobre el pantalón, rodeado de sus piernas en su cintura—. Te amo—pregonó, acoplada a los besos de los que no logró escapar, presionada las veces que buscaba más.
—Ron, ya—pidió, impregnada del espanto al quedar sobre él, mirándolo directo a los ojos.
Pudo irse, correr para estar más lejos, sentirse un poco más segura por no llegar a lo hondo, sin embargo, se quedó mirándolo un largo rato, pasando las manos por su expresión con algo de congoja.
—Vete—frunció el ceño, atenta a lo dicho en lo que el hombre se inclinó—. O tal llevo conmigo al baño y ya sabes en lo que terminamos—la joven apartó sus manos, asintiendo al darle libertad, evitando mirar más de lo debido.
Aun así, no tardó en ver cómo se desnudaba al darle la espalda de esa forma tan respetuosa con que siempre lo hacía, a pesar de que en ese instante sentía algo distinto a los escenarios anteriores.
Su novio se mantuvo allí, de pie, al recorrer cada parte de él con la mirada, intensa para su compañero, aunque muy sutil para la fémina que de a poco subía, buscando guardar cada trozo de su futuro esposo en su cabeza.
Bajó la cabeza en el suspiro, girada en busca de la salida que no le permitió al ir por su novia, quien rodeó su cintura de forma instintiva, fundidos en un beso lleno de pasión.
La guió con él hacia el cuarto de baño, tirando las prendas al suelo, sentidos y tocados en el proceso que no le generaba seguridad, a pesar de quererlo.
Lo quería, aunque no ese día, sino cuando nada ni nadie los pudiera separar.
—No lo hagas—se alejó, viendo su rostro al pasar las palmas por sus músculos, inspirando tanto como pudo—. Por favor—la puso sobre sus pies, colocando la frente contra su pecho al dejarle los besos allí, poniéndose de puntillas al besar su mentón, mejillas, el punto de su nariz y la frente, antes de abrirle el grifo y salir.
Retuvo sus dedos otro poquito, recogiendo las ropas del piso en lo que volvió a cambiarse antes que él terminara.
Arregló la estancia, sacando de su clóset lo que guardaba de su acompañante para el momento en que se vistiera, esperando sentada en la esquina al término del proceso.
Ron salió, sin expectativas de verla, solo que la encontró allí, cabizbaja, con las prendas ordenadas sobre el colchón, moviendo los colchones de sus palmas en cada pantalón, como si necesitara regular lo que le había pasado.
Generalmente, cuando hacía eso, sabía que ordenaba sus ideas, lo que tenía atorado, lo que ansiaba decir y lo que prefería archivar en caso que pudiera lastimarlo.
—No—elevó su dedo al saberlo a punto de hablar, resignado en lo que lo vio vestirse, ya más enderezada, cruzando sus brazos al estar su espalda contra la pared.
Tragó, contenida por lo que había sucedido, liberando las sensaciones debido a lo que había hecho y lo mucho que casi flaqueó.
Evia se levantó para salir, más calmada y tranquila al saberlo bien, listo para irse sin tomar en cuenta lo que sucedería en la relación.
Ron aprovechó para asaltarla al tomar su beso de despedida, nerviosa por lo que ahí experimentó, mientras el cuerpo le iba cosquilleando.
Cedió al colocar sus manos en su cintura, exhalando por lo necesario de salir de allí, parada en lo que le sostuvo el rostro, prendado a su mirada donde le notó completa seguridad.
—Vuelvo, nos casamos y me das tu ass—rodó los ojos, intentando zafarse, aunque no lo logró—. No dijiste nada de las palabras en inglés.
—No te voy a esperar—sonrió, burlón ante lo expresado, al fin terminando de arreglarse para cubrir su poco espacio personal.
—No hablas en serio—rezongó.
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Editado: 19.11.2024