No se cancela la boda

Diamante Rosa.

Dejó pasar al hombre con la puerta, inspeccionando el lugar al encontrar el rostro de su ex compañero, sonriendo amplio en lo que Davon le chocaba el puño.

—¿Qué onda, Papi? No pensé que iba a encontrarte en estas condiciones—emitió el puertorriqueño al colocar el objeto contra el desayunador—. ¿Cómo estás, amigo?

—Casado y obviamente con la hija que ya me conoces—murmuró, entre las palmadas del abrazo—. ¿Cómo andas tú? No te preocupes por la plata, que yo te pago lo del día.

—Lo del día y el extra, porque este trabajo lo hice exclusivo para ti—mostró, viendo mariposas moradas en el lado rosa—. Pa' que veas que sí me conozco a tu muchachita, pero ella no lo sabe, eh.

—Que no sepa que te lo dije porque me mata—pregonó—. ¿Con mil está bien?

—Es demasiado—admitió, sorprendido al ver que buscaba en el sobre—. ¿De dónde sacas tanta plata? ¿Eres un gigoló con tu rica esposa o algo así?

—No—suspiró, calmado—. Ella me pagó un servicio hace una semana, antes de casarnos—el trigueño elevó las cejas, sin comprender—. Te vas a confundir, solo... Don Juan quiso robarla, no se lo permití, le fui a devolver sus cosas, luego le hice un servicio de transporte privado y me pagó una buena cantidad de dinero que admito fue muy alta e innecesaria, pero ver a Isabela feliz y comprando cosas que quería, me hizo saber que no fue malo aceptarlo; además de que ambos lo merecíamos, ¿no?—Encogió los hombros, trayendo agua para ambos.

Oliver se hallaba en el mueble, atendiendo algo en su teléfono hasta que pusieran manos a la obra.

—Luego, ella me propuso matrimonio, dije que no y puse a Isabela de excusa—el chico abrió la boca, indignado—. Tenía un prometido y la dejó, porque prefirió irse de viaje a no sé dónde, así que ella decidió no seguir aplazando su felicidad y por mucho que quise negarlo, decidí tomar la oportunidad. Asistí a la boda que casi cancela si no llego, hablamos en privado y el resto es historia.

—¿Entonces estás comiendo bien todos los días, no?—Rodó los ojos, sin hablar—. Viven aquí, me imagino—le dio un movimiento de cabeza, viéndolo revisar cada espacio antes de oírlo silbar—. ¿Y por qué no hacen sus cosas en la habitación?—Cerró la puerta, caminando por el pasillo—. Esa cama es innecesaria ahí y la habitación donde debería estar, es enorme—exageró la palabra.

—Es diseñadora de interiores, así que necesitaba probar algo para un trabajo—expuso, volteando a verlo.

—Papi, no me digas que se trata de la rica esta de la que hablan mucho en la prensa. La que se iba a casar con un periodista, aunque era más un escritor de columnas de revista.

—Es ella—se atragantó con el aire, impresionado.

—Dios tiene sus favoritos—decidió, tomando su paga—. Quinientos son el extra para que el jefe no me mate a palos; está insoportable desde que te fuiste.

—Quinientos para él y quinientos para Sofía, que debe estar esperando lo de su mesada—su amigo lo vio, abrazándolo de pronto por la forma en que la tuvo presente, con Davon devolviendo el gesto al saberlo emocionado.

No lo podía negar; el chico había pasado una mala racha, sin embargo, se estaba recomponiendo con el negocio de su padre y el trabajo de taxista, del que sacaba lo necesario para pagar la manutención de su hija.

La chica vivía con su madre en uno de esas calles no tan seguras de la ciudad, no obstante, ambos lograban darle lo mejor que podían para sacarla de allí, porque aunque su ex novia trabajaba en una empresa de comidas rápidas, no siempre el dinero le alcanzaba para llenar las expectativas de su hija.

—Hermano, gracias—se apartó al verlo—. Papá ya casi va a pagar por mis servicios, solo debo terminar la libertad condicional—acotó—. Pondré un negocio o de plano, voy a quedarme fijo con él.

—¿Cómo está el viejo?

—Aún enojado—repuso, con el nudo en la garganta por lo que había hecho, aunque agradecía no haber llegado a más en ese trabajo de los suburbios, porque no iba a tener cómo darle ejemplo a su hija de lo que era hacer el bien si se arrimaba a delinquir.

Entre los tres, quitaron la puerta que Davon dejó a su disposición para que hiciera lo que quisiera con ella en el taller de Carpintería, con una idea surcando el cerebro del joven, lo que tendría que ser una sorpresa para los tres, si no le hacía algo de cumpleaños.

Al terminar, compartieron una limonada mientras hablaban de todo un poco, apreciando el oficio de Oliver, quien estudiaba diseño gráfico y buscaba trabajar de taxista durante sus horarios libres de la Universidad.

—Creo que es más cómodo si haces el proceso tú solo y no con el Sindicato—confesó el nuevo—. Podrías conseguir un vehículo e ir pagando las cuotas con lo que ganes.

—¿Y tú no recomiendas que ocupe tu lugar?—Miró a Davon en el otro extremo del reposo.

—El auto está disponible, es el costo de pago innecesario lo que sube cada vez que haces algo bien—enunció—. Sabía que no era algo normal pagar tanto, sabía que me estaban estafando, es solo que llevar comida a mi casa era más importante; porque podía comer Isabela, aunque yo no—habló.

—Bueno, no tengo a nadie y soy nuevo en la ciudad; es distinto cuando te independizas de tus padres—confesó—. Yo no quiero vivir de su fortuna.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.