Se removió en el espacio, bajo el silencio incómodo entre los tres, con Davon fijo en la médico y ella tratando de no ver del todo a la mujer.
Liberó los hombros en el instante, observando a la presente descansar sobre el borde del colchón, buscando sus ojos.
—No lo hice—musitó, fuera de sí al no entender lo que hablaban.
—¿A qué se refieren ustedes dos?—demandó, confrontado, encogiendo los brazos.
—Les pedí que se mantuvieran en un chequeo constante después de lo del sangrado y ninguno...—Negó, abriendo la boca, inspirando—. Sé que me fui por unas semanas por asignaciones del trabajo y un seminario, pero te dejé en buenas manos y te atreviste a decirme que sí fuiste cuando no fue así.
—Es que no quise ir—amplió los ojos, sorprendido de escucharla, girando en el sostén en de sus brazos, pidiendo en esa mirada una respuesta—. Estaba nerviosa, y sí fui el mes siguiente, solo no pedí un chequeo, todo lo dije de boca; lo del retraso también me había ocurrido antes y no asumí que fuera algo de esta índole hasta hace unas semanas que lo pensé del todo—recalcó—. Y quería darle la sorpresa a Davon el día que no me llegara la regla, haciendo esa prueba de embarazo.
—Debiste ponerme al tanto, si no te sentías cómoda, tal vez, lo hubiéramos evitado—suspiró, mientras el hombre negaba, sentado en el borde cerca de su cabeza.
—En realidad, no—musitó, apretando las manos de su esposa, volviendo a sentir el peso de lo hablado—. La doctora dijo que fue un embarazo ectópico, sin posibilidad de llegar la gestación normal—expresó, bajo—. No quiero que haya culpas alrededor, yo también me di cuenta de sus cambios, de las fechas, pero no dije nada; de algún modo, me sentía emocionado—la mirada de la mujer cambió por completo al escucharlo, descubriendo que también se ilusionó, solo que ninguno se lo había dicho antes—. Me puse a leer cosas cuando tenía mis tiempos de descanso en el trabajo y...—Negó, pegando la cabeza de la pared.
—Lo siento—tocó la palma de la joven, acoplada al gesto de confort—. Estaba molesta, pensé que en serio habría hecho una diferencia el haberlo descubierto antes.
—Quizás me hubieran intervenido en vez de perderlo—expuso, abrazada—. Tengo algo de frío, siento como si temblara por dentro.
—Es uno de los síntomas de...—Paró, subiendo la sábana al saber que no debía seguir—. Antes de venir, me dijeron que hay un espacio en la Unidad de No Natos para que puedan ver al...—aceptó en un movimiento, inspirando hondo—. Cuando estén listos, puedes llevarla. Estaré con ustedes.
—Quisiéramos estar solos—eludió, sincero.
—Hablaré con ellos—Oriana los dejó en ese asentimiento, con él tomando sus manos para besarlas, buscando que sintiera menos frío luego de hablar con la enfermera.
La evaluaron en medio de las lágrimas, asegurándose que todo estuviera bien en lo interno al cambiar el suero luego del baño donde la limpió.
La guió, con esa bata de mangas largas hacia el lugar, haciendo el recorrido a solas por ese pasillo, llegando al cubículo donde estaban sus pertenencias.
Davon casi maldijo al ver la ropa manchada y todo lo que dejaron ahí, como si eso no iba a dolerles, siendo algo que no necesitaban en el instante.
Intentó quitarlo, bajo la molestia y el enojo que le generaba pensar en hacerle un escándalo a esa mujer, mordiéndose la lengua ante la queja por la mano de su mujer sobre la suya.
—Está bien—dijo al fin, luego de que quisiera mover las prendas, elevada como pudo para quedar a su lado—. Pienso que tú construiste a esta mujer con tu paciencia y encontraste el tesoro que había en mí en las veces que perdí el control—emitió, pegada a su costado—. No me reconozco, Davon, pero contigo sé quién soy y me gusta creer que desde nuestro matrimonio, lo que hemos pasado ha sido un propósito—volvió la vista hacia ella, masajeando su rostro—. Incluso esto que pasamos ahora, que no vimos venir el resultado, aunque nos ilusionó, lo es—retuvo su cintura, rodeada para ser su fuerza en el sostén—. No importa lo que digan, fue nuestro bebé—jadeó, desbordada—. Quiero llevarlo en mi corazón y darle la sepultura que se merece.
—Te admiro mucho, precisa—acarició su espalda, besando despacio su sien—. No sé qué decir, aparte de que sigo sorprendido, herido y roto, pero sé que te tengo a ti; vamos a atravesar esto juntos—afirmó, rodeado desde el frente, volviendo a llorar luego de darle un abrazo.
Lo retuvo a pesar de que no tenía tantas fuerzas, dándole lo que él requería en ese instante al ser consciente de que algo más pasó afuera; la médico que la atendió antes no le agradaba, ella tampoco se sentía cómoda con la mujer, pero no podía hacer demasiado si llegó de emergencia para ser atendida.
Su trabajo estaba en mantener la cordura entre ellos, viendo de nuevo el recipiente metálico para llorar de nuevo.
Si bien cada uno se estaba proveyendo, el derrumbe era necesario luego de esas palabras, habiendo pensado en todo lo que expresó , a pesar de que su alma flaqueó en ello.
La privacidad les ayudó a pasar el duelo, con la joven tomando las prendas que dobló por encima de las lágrimas, dejando el recipiente sobre ellas.
—Sé que lo pedí y que lo deseaba, solo que si me lo quitas, es porque esa es tu voluntad—exhaló—. Tú eres el dueño de todo y yo te lo debo dar—la cercó, evitando que cayera—. Gracias por esta pequeña oportunidad.
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Editado: 14.02.2025