No se cancela la boda

Sospechas.

—¿Estás nerviosa?—Apretó su mano en la sala de espera, sentados frente al consultorio, con su mujer moviendo la pierna, de forma ansiosa, sin querer verlo demasiado.

—No es mi primera vez, pero... ya sabes—lo vio de reojo—. Quiero buenas respuestas.

—Las tendrás—aseguró, besando el agarre que había hecho, acercando el dorso a sus labios al ser llamados por la doctora.

Oriana los vio pasar, notando un buen semblante en la castaña, quien tomó asiento con cuidado en la silla, mientras su esposo le infundia ánimos desde atrás.

Había decido quedarse de pie, sosteniendo sus hombros, por lo que su amada lo sostuvo desde ahí, atendiendo a la médico, quien moraba el historial, calmada.

—Es la primera revisión, después de que se te cayeron los puntos—asintió, pasando el trago en frente—. Quiero hacer un chequeo completo, para verificar que nada esté mal. ¿Has tenido molestias al orinar? ¿Alguna sensación extraña o de tipo quemazón? ¿Sensaciones de haber contraído una infección? ¿O no estás haciendo bien tus necesidades diarias?

—Bueno, los primeros días, me afectaba al orinar, o cuando hacía un esfuerzo extra, pero la sensación ha ido menguando. Es extraño, aunque es lo que sucede después de que hubo vida ahí—la mujer le dio un asentimiento, llegando hacia ella para tomar su presión, verificar que su corazón estuviera en buen estado y que sus pulmones también se hallaban bien, antes de llevarla a la camilla.

Davon cruzó los brazos cuando la vio acomodarse, inquieto por tener que ver parte de su temor fijo en su rostro en ese escenario, dando un paso adelante al no atreverse a dejarla sola.

No pudo estar con ella en la operación, pero quería que supiera que siempre la llevaba tomada de la mano, por lo que fue su sostén, obteniendo sus ojos en los suyos al disipar esa expresión y la rigidez que embargaba su cuerpo.

—Puede que sientas una pequeña presión o molestia—afirmó, mirando los ojos de su hombre, susurrando con ellos ese te amo mientras él la infundía de calma con esa simple mirada que lo curaba todo.

No podía sentirse más segura de su decisión que cuando lo veía.

Ese hombre la salvó de vivir toda la vida en un bucle de control y ansiedad, al igual que en un futuro de desesperanza e infelicidad al que nunca quiso verse condenada ni verla siquiera la cara.

No deseaba recordar las frases que otros le decían desde su punto de vista del matrimonio, donde no ser feliz de forma constante o no sentirse sostenida de la forma correcta, debía de ser conformado por una frase de que el matrimonio entre dos personas solo era un simple aprendizaje.

Y no negaba que lo fuera, lo que quería era que las cosas fueran por un buen camino y no por la resignación de una decisión precipitada que le costara un lapso donde pudo haberlo conocido mejor.

A veces, no podía evitar recordar a la que pudo haber sido su suegra, la forma en que hablaba del padre de Ron y cómo soportó las altas y bajas de su matrimonio; pero también, habían hablado a solas sobre lo que pasó en el camino de su relación, lo que la hizo pensar en que no quería eso, y en su deseo de no vivirlo con su ex.

—Uhm—sintió el beso de su hombre en sus nudillos, confortada en el examen al evitar moverse para que trabajara.

—Lo siento, Evia, no quiero invadir demasiado, pero voy a tratar de obtener todo lo que pueda en esta cita para que estés tranquila—pasó la saliva, cerca al verlo llevar sus hebras tras su cabeza, alejando el cabello de su frente—. Tomo muestras—pregonó, elevando un poco el rostro al respirar profundo—. Ya casi termino—susurró, hundiendo los hombros al sentir un poco de alivio, dejando que liberara las piernas unos segundos después.

—¿Cómo estoy?—Oriana se movió a un lado, acercándose al verla de lleno.

—Estás bien, tomé lo necesario para los análisis; quiero hacer unas pruebas más y esperar que tu condición médica no avance, aunque, por lo que veo, tu estado puede ir en mejoría, de aquí en adelante—la observó, sin comprender, bajando las piernas a los lados al esperar que siguiera.

—¿Qué significa? ¿Cómo es eso?—indagó, medio sorprendida.

—En la cirugía, la doctora no solo sustrajo el embarazo ectópico, también aprovechó para eliminar el tejido que se había incrustado en el endometrio, una de las cosas que pudo causarte tanto dolor cuando tu cuerpo intentó que todo... pudiera ir bien—aclaró su garganta, enderezada—. Con la cirugía reconstructiva, conservó más tus órganos reproductivos, dándote la oportunidad de que no seas afectada por esta condición, a la hora de tu ciclo y de la fertilidad—continuó, dejandola procesar lo dicho, viéndose ambos en frente—. Además, tengo que admitir que cuando hice la revisión en ese momento, no pude verlo todo. Quizás por eso la recuperación de todo, es más larga, aunque ha ido bien, por lo que veo en ti—sintió las manos de su esposo buscar las suyas, necesitado de
Evia sintió el silencio apoderarse del área, tan solo sintiendo el aire que llenaba el sitio, apenas dejando los pies en el suelo.

La sensación de la noticia, la hizo tambalearse al estar de pie, no obstante, su esposo la sostuvo al rodearla en el instante, haciéndola sentir un alivio que ni siquiera pensó que alguna vez podría experimentar.

Fue como si un bálsamo cayera sobre su cuerpo, teniendo que aferrarse al sostén de su amado a quien abrazó, íntimos por lo sucedido, mientras Oriana admiraba esa entrega y devoción.
Su rostro, oculto en el cuello de Davon, se empapó de lágrimas silenciosas que bajaron en lentitud.




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