No sé cómo explicarlo

009| La clase de historia que podría gustarle a Anaïs Nin

Sin embargo, no nos besamos como a mi me hubiera gustado, pues son las voces de Aleksis y Olga la que nos interrumpen. Alex parece agradecer, pero yo solo maldigo. Me gustaría ser asertiva y entonces pedírselo, pero solo nos reacomodamos y Olga es la siguiente en aparecer mientras sonríe al vernos, yo devuelvo la sonrisa.

Olga se sienta junto a Alex, recarga su cabeza sobre su hombro y observa el paisaje sin quitar la sonrisa de su rostro.

—Caminaron rápido —dice Aleksis tomando asiento junto a mí.

Asiento con una ligera sonrisa. El ambiente se siente tenso aunque los recién llegados no saben lo que estaba por ocurrir, en parte lo agradezco, al menos la humillación se queda entre los dos.

Olga cae —o se lanza— al agua mientras sonríe y toma de la mano de Alexis, obligándolo a bajar con ella, entonces se tira al lago. Ambos ríen y sus miradas se cruzan como si no existiera nada mas en el mundo.

Aleksis es el siguiente que se lanza al lago tras quitarse la playera; yo no me quiero quedar sola y después de quitarme la sudadera me lanzo al agua y sumerjo mi cuerpo al agua por unos minutos; para cuando vuelvo a la superficie comienzo a nadar hacía ellos, pero me detengo al ver que Olga acaricia el cabello de Alex, y él la toma de la cintura mientras se besan y ríen.

Se besan y ríen.

Sé que mi mundo no termina aquí, pero me siento mal. Se siente como si alguien me hubiese golpeado en el estómago y después me hubiera golpeado más; no obstante, lo único que hago es volverme a sumergirme bajo el agua mientras pienso en lo ingenua que he sido.

No sé qué me hizo pensar que tenía alguna oportunidad.

Me mantengo sumergida hasta que necesito aire y vuelvo a salir notando que siguen juntos. Admito que su escena es romántica, pero lo mío lejos de ser romántico es miserable, las palabras de Alma vienen una vez más a mi mente: soy una ingenua.

Nado hasta llegar a la orilla y salgo mientras mi ropa escurre y el frío golpea mi piel; recojo mi sudadera, me pongo el calzado y comienzo a caminar a través de los árboles.

Sabía que mis suposiciones acerca de sus miradas y sobre ellos eran acertadas, ahora me siento mal por intentar besarlo, y peor porque él también estuvo a punto de seguirme lo que sea que yo intenté.

Respiro hondo mientras camino en círculos hasta que recuerdo que mi ropa está mojada y debería cambiarla, entonces comienzo a caminar intentando recordar el camino por el que he llegado; sin embargo, noto que alguien camina detrás de mí y después toca mis hombros. Es Aleksis, dice un par de palabras en fines y después me sonríe.

—¿Te vas? ¿Ocurre algo?

—Solo quiero explorar la zona —miento.

Él asiente y comenzamos a caminar acompañados de nuestro silencio mutuo y nuestras ropas mojadas.

—No sabía que Olga y Alex salían —murmuro.

—Acabo de descubrirlo —responde él—. Se ven bien juntos.

Mi corazón se destruye tras sus palabras, pero solo asiento. Es en un momento de impulsividad cuando me detengo, me giro hacía Aleksis, tomo su rostro y comienzo a besarlo. Aleksis también me corresponde, acaricia mi cabello mientras su mano recorre mi espalda y yo sujeto su cuello.

Permanecemos juntos por unos minutos, sus labios comienzan a recorrer mi cuello, pero terminamos por separarnos.

—Perdón …—susurro—. Lo siento mucho, que vergüenza.

Él solo dice un par de palabras en fines y seguimos caminando, él parece estar natural y nada incómodo, pero yo me siento la peor del mundo; no por intentar besar a dos personas en un mismo momento, sino por usar a Aleksis como una forma de asegurarme que no me gusta Alex.

Cuando llegamos a la cabaña notamos que Marcos —tal como dijo— permanece en el sofá mirando películas y rodeado de botana. Nos mira de reojo, pero después continúa mirando la pantalla.

Yo me encierro a darme un baño caliente, mientras pienso en mi manuscrito y las escenas que podría agregar en este.

Pienso en como soy una escritora de romance que no ha visto romance a su alrededor —lo supe cuando mis padres terminaron divorciados— y mucho menos en carne propia. No puedo vivir una historia romántica con una persona sin pensar que solo sirvo como amante. Como dijo Anaïs Nin: Soy una escritora de páginas fantásticas, pero no sé cómo vivirlas.

Una historia con Alexis en específico.

Sin embargo, admito que se puede llegar a considerar un capricho al creer que era el mismo que conocí en la adolescencia. Pero ahora, cuando veo a ambos es inevitable pensar en que ambos podrían gustarme: Me gusta el recuerdo que tengo de Alexis, me gusta su voz, me gusta estar junto a él; me gusta la pasión que me hace desbordar, pero sucede que la memoria —la fiel traidora— es lo único que me hace sentir de esa forma.

Con Aleksis es diferente, me gusta quien es y no el recuerdo de quien era, me gusta su físico, me gusta estar con él, me gusta sentir que soy querida y más si es por él.

Pero aun así, confieso que mis emociones ante los dos siguen siendo complicadas y algo contradictorias al mismo tiempo. Es difícil de explicar y no sé cómo explicarlo.




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