No sé cómo explicarlo

027| Mal hábito de imaginar demasiado

Ya en casa, sola, con la móvil apagado porque quiero olvidarme de que existe alguien en más en el mundo que no sea yo. Sé que hay guerras; que dos personas están peleando en algún lado del mundo; que la tierra esta girando o que el sol puede llegar a explotar, pero más, quiero olvidar que Aleksis existe. Para mí, en este preciso instante, solo existo yo.

Primero, salgo a caminar por la avenida mientras fumo. Sé lo molesto que puede ser para algunos, pero mientras me mata lentamente, me ayuda. Un calmante temporal.

Después de haber fumado dos cigarrillos regreso al edificio y tras tomar asiento frente a la computadora, comienzo a crear la escaleta para la siguiente obra en mente. Tengo planeado que sea otra comedia romántica juvenil, y lo cierto es que me tiene muy emocionada.

No duermo hasta que termino de planearla.

Y de esta misma forma viví el resto de la semana, usando el móvil solo para el trabajo, declinando todas las llamadas e ignorando todos los mensajes que llegasen —incluyendo los de Alma—. Lo único que hice fue disculparme con Alexis por ser una idiota, él acepto mis disculpas; entonces tras aquella interrupción, continúo usando mis redes sociales solo para interactuar con lectores.

No hablo con nadie por medio de redes sociales. Parece que la tierra me ha tragado.

Necesito paz.

Incluso, pienso que durante este tiempo fuera de distracciones, estoy dándome cuenta que cada momento quiero más a Aleksis; tanto que los sentimientos hacia Alexis parecen finalmente olvidados. Por fin, puedo cerrar el capítulo que nunca comenzó.

¿Si hubiéramos salido en algún momento me sentiría igual?

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En la oficina era lo mismo, en silencio concentrándome en mi trabajo y a penas respondiendo lo que me preguntaban para después sumergirme en mi mundo.

Leticia —al igual que otros compañeros— preguntaban a César y a Ixchel lo que me ocurría al verme tan callada y silenciosa, ellos respondían que “solo estaba concentrada". Y ya. Era todo.

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El fin de semana resulta un poco diferente, como lo tengo libre y en realidad no tengo planes, decido ir con mi abuela —decisión que por supuesto, pensé demasiado al tener en cuenta que vería a mi madre—. No obstante, decido ir. No necesito más dramas innecesarios en mi vida y menos discusiones absurdas con mi madre. La vida es corta, no me gustaría arrepentirme de absolutamente nada.

Al llegar frente a su casa, suspiro hondo y llamo a la puerta. Es Julia quien me recibe, con una sonrisa mientras me deja pasar, busco con la mirada a mi madre, pero no está, entonces entro a la cocina y preparo té.

—Tu mamá esta fuera de la ciudad —dice Julia a mis espaldas—. No dijiste que vendrías.

—No lo tenía planeado —sonrío, veo que el té esta listo—. Voy a ver a mi abuela, permiso.

Entro a la habitación de mi abuela después de haber llamado a la puerta y que ella me dejará pasar. Esta recostada en su cama, leyendo un libro y sonríe en cuanto me ve, entonces le extiendo una taza de té, el cual ella me agradece.

—Marita —dice sonriéndome. Yo me acerco hasta quedar frente a ella—. Es un milagro verte, ¿Cómo has estado?

—La verdadera pregunta es ¿cómo has estado tú?

—Aún respiro, ¿es lo que les importa, cierto? —Rio al tiempo que niego—. Si buscas a Antonio, te aviso que se fue tu padre —sonríe—. Te noto triste, ¿qué te ocurre?

—Es complicado —musito agachando el rostro y limitando que las lágrimas caigan. Casi nunca lloro, y este asunto también debería ser una excepción—. Sabes que Aleksis viaja mucho, ¿cierto?

—Siempre puede ser un problema, pero no vas a evitar que viaje solo porque no te gusta que lo haga.

—Eso lo sé, y no es eso completamente el problema; sino que se reencontró con su ex, quien es guapísima. Después las personas que lo siguen en internet creen que ella es más linda y hacen mejor pareja, y no lo voy a negar, porque es cierto —rio—. Pero son mis inseguridades saliendo a la luz… solo eso, porque no me molesta que viaje con ella, porque yo también he hablado con lo más cercano a un ex en todo este tiempo, pero…

Mi voz se corta y procedo a llorar.

—Mara —llama en voz alta—, ¿has hablado con él?

—Estoy pretendiendo que no existe.

—Eso no es muy maduro —sonríe—. Habla con él, probablemente solo es un mal entendido.

—Sé que es una opción, y eso es lo que más temo, porque me habré visto como tonta toda esta semana —rio una vez más—. ¿Te sentiste así alguna vez? Reemplazable… que solo eres una amante…

—No —sonríe—. Cuando tu abuelo me hablaba y me miraba era como si solo yo existiera en su mundo, y eso que tenía muchas amigas, porque era muy amiguero.

—Cuando estaba aún en la ciudad sentía que me miraba de la misma forma: que solo yo existía. Y creía tontamente que no merecía su amor, ni nada, pero ahora… —suspiro—. Da igual, no vine a desahogarme… Mi libro saldrá en un par de semanas. Estoy muy feliz… en lo que cabe, claro.

—Lo sé —sonríe—. Le pedí a Julia que lo pidiera en preventa, y aunque me quiero ir ya, espero que Dios me preste la suficiente vida para poder leerlo —sonríe—. Cuando publicaste tu primer libro no sabes lo feliz que estaba, les decía con orgullo a todas las señoras que conocía «Mi nieta es escritora y acaba de publicar su primera novela». Cumpliste mi sueño.




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