Editado
Eileen Calwell
Me miro al espejo una vez más y sonrío por lo que veo. Todo parecía en orden ropa sin arrugas, brillo labial en su lugar, agujetas atadas y por supuesto restos de bloqueador solar en mi cabello… ¿restos de bloqueador solar en mi cabello? ¡Genial!
—Ya sabía yo que no todo podía ser perfecto —refunfuño mientras quito los restos blancos en mi cabello, intentando no arruinar la coleta que me había tomado diez minutos hacer. Sonrío satisfecha al ver el resultado y me dispongo a continuar con mi rutina.
Tomo mi mochila con una mano y mi celular con la otra y salgo de la habitación sintiendo mi estómago crujir por el hambre. Mientras bajo las escaleras puedo sentir el olor a chocolate recién hecho, lo que provoca que mi estómago suene aún más.
Me acerco al comedor y dejo mi mochila en una de las sillas. A lo lejos logro divisar cómo o mi mamá se mueve rápidamente por la cocina y le da algunas indicaciones por teléfono a mi papá; sabiendo que en estos momentos no me determinará, miro la hora en mi celular y reviso algunas redes sociales, mientras espero que mi mamá termine de hacer lo que sea que esté haciendo.
—Buenos días, hija —saluda mi mamá mientras pone un plato con huevos y salchicha frente a mí, junto con una taza de chocolate caliente.
—Buenos días —canturreo feliz y me dispongo a desayunar con calma. Segundos después mi mamá toma asiento a mi lado y repite mi acción.
— ¿Qué tal tu noche? Noté que hoy no bajaste sabanas para lavar —comenta mientras toma un sorbo de chocolate.
—Fue bastante tranquila y al parecer todo se normalizó, estaban secas esta mañana. Por cierto, ¿papá irá a recogerme hoy? —cuestiono, refiriéndome a la llamada que había tenido con él hace unos minutos atrás.
—Me alegra saber que todo está mejor y no, estábamos hablando de otro tema. —Con esa última oración me da a entender que el tema está cerrado, sin embargo la curiosidad hace de las suyas y me es inevitable no preguntar. Grave error.
—Puedo saber de qué estaban hablando.
La mirada de mi mamá se posó en mí y por alguna extraña razón sentí un escalofrío recorrer mi espina dorsal. Ella dejo de comer lo que provocó que el ambiente se tornara un poco tenso y que me arrepintiera de haber preguntado.
—Tu papá está planeando una cena para esta noche y antes de que preguntes, sí, el plan incluye a Jasmine y su familia —suelta sin más y continua comiendo, en cambio a mi se me cierra por completo el apetito.
—Y el plan no incluía decírmelo ¿verdad? —Mi molestia es evidente y la incomodidad de mi mamá igual.
De alguna manera comprendía el porqué de las acciones de mi mamá, sin embargo, se había vuelto una tradición por parte de mi papá el ocultarme cosas que realmente me afectaban.
—Eileen, ya es hora de que superes las cosas y perdones.
—No mamá, no puedes perdonar a alguien que ni siquiera se ha disculpado. Además, ustedes saben muy bien todo lo que pasó, no veo por qué se empeñan en arreglar algo que ya está roto. —Aunque no tenía apetito, continué comiendo, era de mala educación dejar comida en el plato.
— ¿Cómo quieres una disculpa si ni siquiera hablas con ella, Eileen? Y en planes de ese tipo ni te apareces. —Me reprende y se levanta de su asiento molesta.
—Y ni apareceré con ella presente —susurro y la mirada fulminante de mi mamá me atraviesa.
—No seas grosera, Eileen.
—No lo soy mamá, solo veo por mi estabilidad emocional. No quiero que sigamos discutiendo, así que me voy a la escuela y créeme cuando te digo que entre mis planes no está asistir a una cena con Jasmine. Te quiero. —Dicho esto, tomo mis cosas y me despido con un beso, dando así el tema por terminado.
[…]
—Ayer mientras caminaba a casa vino una pregunta a mi mente ¿por qué el planeta Tierra se llama así si el 75% de su territorio es de agua? Lo pensé mucho y aun no llego a una respuesta lógica —comenta, Aiala mi mejor amiga.
Una sonrisa burlesca aparece en mis labios al recordar que hace unos días había buscado la respuesta a esa misma pregunta. Aiala me mira expectante, esperando una respuesta de mi parte y al ver que no se la doy, continúa caminando indignada.
—Según internet, es porque cuando se le puso ese nombre, se desconocía que la tierra era un planeta —respondo cuando estoy más cerca de ella. Aiala me sonríe y puedo divisar como se forman dos hoyuelos en la comisura de sus labios.
—Oh, ya veo. Bueno si me disculpas, debo ir a clase porque yo no soy tan afortunada como para tener biología con ustedes tres —dicho esto se despide con un beso en la mejilla y se dirige al lado contrario al mío.
Camino a paso apresurado al saber que faltan tres minutos para que inicie la clase y el salón al que debo ir queda al otro extremo de la escuela. Estando a unos pocos metros, logro divisar a Emmanuel y a Alessandro riéndose de alguna cosa que vieron en el celular.
Emmanuel es mi mejor amigo, su mamá es amiga de mis padres y por ende él y yo llevamos más de tres años conviviendo, al igual que con Aiala, a quien había conocido en tercer grado y a partir de ahí éramos inseparables. Alessandro, por otra parte es el mejor amigo de Emmanuel, un chico alto, moreno y con un humor poco tolerable para mí. Lo conocimos en una salida que tuvimos de la escuela y gracias a que Emmanuel y él tenían el mismo gusto por una serie, se entabló una amistad que hasta el día de hoy continuaba.
Estaría mintiendo si dijera que entre todos el ambiente era amor y paz siempre, porque no era así. Alessandro y yo discutíamos bastante dado lo diferentes que éramos en personalidad, sin embargo la mayor parte del tiempo nos tolerábamos el uno con el otro, así que entre los cuatro hacíamos que la amistad funcionara.
—Hola, chicos. —Saludo una vez estoy cerca de ellos, sin embargo me ignoraron más que a los anuncios de YouTube—. Sé que soy bajita, pero no es para que me ignoren. —Intento una vez más y la mirada de los dos muchachos se posan en mí.