No soy la villana

Prefacio

Sin lugar a duda, el momento más feliz de mi vida fue antes de los trece, antes de que ella llegara y lo arruinara todo, pero no quiero adelantarme.

Quisiera decir que fui la hija mimada de mi padre y la amada de mi madre, pero la verdad es que no tuve valor para ellos hasta los ocho años cuando se abrió la posibilidad de ser la prometida del príncipe heredero, ya lo conocía y estaba encantada con la idea.

- ¿Lo has oído Adelaine? ¡Cuándo sea mayor me casaré con el príncipe! –doy algunos saltitos en mi silla, tomaba el té con Adelaine, mi mejor amiga y prima de mi primo, su padre era esposo de una prima de tía Gabrielle, hermana de mi madre.

- Sí, que hermoso –toma mis manos y las aprieta feliz.

- ¿Por qué están tan contentas? –la voz de Grégoire Fournier de la casa del Duque Montfaucon, uno de mis mejores amigos.

- Grég, nuestra Lydie se casará con el príncipe heredero cuando sea mayor –chilla emocionada Adelaine.

- Mi padre y el rey lo han acordado hoy en la mañana, Bénézet estaba emocionado también, es tan lindo –suspiro encantada, él era dos años mayor que yo, así que cumpliría la mayoría de edad primero.

- Felicidades –otra conocida voz aparece detrás de Grég, mi buen amigo Rogier Durand de la casa del marqués Dreux, mi padre sólo me permitía rodearme de las familias más importantes, estaba mal visto que una señorita en mi posición fuese amiga de familias con títulos nobles como los barones o vizcondes, la única excepción era Adelaine por ser sobrina de mi tía, pero los hijos de la casa del barón Foix-Grailly, no eran bien vistos. La señorita Roselyn era muy linda, pero yo tenía que obedecer a mi padre.

- Gracias, espero que cuando ese día llegue, estén todos presentes –los tres asienten, a pesar de que era por orden de nuestros padres la convivencia, habíamos aprendido a querernos y respetarnos de verdad, el único con el que casi no me llevaba era mi primo, Alphonse Girard de la casa de la vizcondesa La Trémoille, que es la casa de donde proviene mi padre.

Jérémie Chevalier de la casa del duque Marbot había obtenido ese título gracias a que había conquistado a mi madre, la duquesa de Marbot, ella se había casado muy enamorada sólo para darse cuenta de que mi padre la había usado por su título y no la quería, pero siendo una casa muy respetada, no le quedo de otra más que aguantarlo, nunca se había dado un divorcio y ella no sería la primera, lo que sí había dejado en claro es que sólo tendría dos hijos con él, poco le importaba si eran niños o niñas. Por suerte mi hermano mayor fue varón y por consiguiente, el heredero, por él si había todas las atenciones que conmigo no.

Así transcurrió mi infancia, a cargo de mi nana y las institutrices, no sólo las que mis padres habían contratado, también las enviadas del palacio imperial para mi formación como la siguiente Emperatriz, aunque si debía ser sincera, no era por eso por lo que hacía todo, era porque deseaba ser una buena esposa para Bénézet.

Ojalá hubiese sabido que anhelar eso, sólo me traería dolor.




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