No soy la villana

Compromiso

La dicha o desdicha comenzó el día del compromiso, mis padres y la familia imperial habían estipulado un día y hora exacta para hacer formal el compromiso, estaba muy emocionada, había repasado cientos de veces todo lo que tenía que hacer y decir, así como el protocolo real.

- Mira Adelaine, ¿no te parece un vestido precioso? –me giro frente a ella, me lo había regalado la emperatriz junto a zapatos y algunos accesorios que usaría, a mis escasos nueve años me sentía como una princesa que se casaría con su príncipe azul, lo que era irónico porque el mío sí que lo era.

- Lo es, la emperatriz tiene muy buen gusto –una de las criadas entra para peinarme, estaba nerviosa, pero debía calmarme o todo saldría mal, por primera vez mis padres estaban orgullosos y la casa Marbot volvería a dar una emperatriz.

- Esta listo señorita, vuestro padre la espera en su despacho antes de partir, señorita Girard, acompáñeme por favor –ella me dedica una sonrisa antes de salir, me miro en el espejo y tras colocarme la pequeña tiara salgo para ver a mi padre.

- Adelante –entro tras la aprobación de mi padre, este se gira–. Lydie, este es un día muy importante, esta por demás decirte que nada puede salir mal, ¿verdad? –me mira con frialdad, si había algo que les envidaba a otros, era el trato que tenían con sus padres.

- Sí padre, lo sé, no cometeré ningún error –digo solemne, me había preparado demasiado tiempo para esto, sonríe complacido.

- Vamos, no debemos hacerlos esperar –rodea su escritorio hasta la puerta, lo sigo en silencio. En la entrada de la mansión esta mi madre y mi hermano mayor, Théodore, nunca nos habíamos llevado bien, quizás era por la diferencia tan grande de edad, la educación especial que recibía como futuro duque de Marbot o la especial atención de mis padres hacia él.

- ¿Tienes todo Lydie? –pregunta mi madre mientras arregla un dobles imaginario en su vestido.

- Sí madre, llevó todo lo que la emperatriz preparó para mí –digo suave, mi hermano ni siquiera me mira, era quizás esto otra razón para emocionarme por mi futuro matrimonio y entonces tendría una familia muy feliz y amorosa, les daría a mis hijos todo el amor del mundo, tendrían tanto que lo regalarían con niños necesitados, como yo.

Mi padre sale del brazo de mi madre, Theo detrás y yo al final, mi madre sube al carruaje seguido de mi padre, hermano y como siempre, al último yo ayudada por el conductor. Me siento y miro por la ventana, quería ver a mis amigos, al menos ellos me querían y jamás me dejarían sola.

Tras varios minutos llegamos, el carro se detiene frente a la puerta, un guardia abre para ayudarnos a bajar, esta vez bajo primero, en seguida mi madre, mi padre y por último, mi hermano.

Caminamos a la entrada y un hombre nos presenta.

- Los duques de la casa de Marbot –nos hace una reverencia antes de entrar, algunos nobles nos hacen una reverencia, era un secreto a voces lo de este matrimonio, por lo que ahora tenían más respeto por nuestra familia.

- Señorita Chevalier –dice Greg tras acercarse, me hace una leve reverencia, estando en público no podía actuar como siempre.

- Joven Fournier –hago una reverencia en respuesta, él me sonríe mientras nuestros padres hablan, a lo lejos veo a los Legrand, tenían cerca a sus hijos gemelos, Roselyn y Étienne, no parecían ser malos niños, pero su casa pertenecía al barón Foix-Grailly, un rango inferior según mi padre.

- Sus altezas imperiales, la luz de este imperio, el Emperador Lart Faure y la Emperatriz Madelaine Duboit, larga vida a la familia Borbón-Maine –todos nos inclinamos cuando hacen acto de presencia.

- Larga vida –decimos todos a coro al levantarnos, ambos toman asiento y entonces lo veo, Bénézet entra luciendo muy guapo.

- El futuro de este imperio, su alteza, el príncipe heredero, Bénézet Faure –hacemos otra reverencia, cuando alzo la vista él camina directo a mí, una enorme sonrisa se dibuja en mi rostro, al llegar le hago una reverencia.

- Me da gusto que llegaras al fin –sostiene mi mano y me lleva donde sus padres, una vez frente a ellos hago una reverencia.

- Un gusto saludar a los soles de este imperio –digo suave.

- Te quedó perfecto, te ves adorable –susurra la emperatriz sonriendo, era bien sabido que sólo pudo tener a Bénézet y que siempre quiso una hija, quizás por eso le emocionaba este compromiso.

- Todo es gracias a usted, su majestad –le sonrío, un hombre se acerca y el emperador asiente, era hora.

- Atención, es hora del anuncio –dice un hombre, todos guardan silencio y miran con atención al frente, me giro quedando a un lado de Bénézet, de reojo observó al emperador ponerse de pie.

- Gracias a todos por reunirse hoy aquí –comienza a decir en tono frío–, es de mi agrado informarles del compromiso de mi hijo, el príncipe Bénézet Faure de la antigua casa imperial Borbón-Maine, con la señorita Lydie Chevalier de la prestigiosa casa del duque de Marbot, quedando asentado el día de hoy, que el imperio ya tiene una futura emperatriz –todos comienzan a aplaudir, hago una reverencia a Béné y otra a su padre, me giro y me acerco a la emperatriz, ella debía darme un broche que me reconocía como su futura sucesora. Lo saca de su vestido y me lo coloca con cuidado en el pecho, hago una reverencia antes de volver al frente. Todos vuelven a aplaudir y yo sólo puedo sonreír, todo había salido muy bien.




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