No soy la villana

Pasado

Durante un año había visto y aprendido mucho de este mundo, que tuviera el conocimiento no quería decir que fuese fácil ejecutar todo.

De las cosas que más me gustaban y que en mi otra vida no había podido disfrutar, era la de ser la mejor estudiante, al parecer aquí también era muy lista y me destacaba mucho, incluso me perfilaba para ser una estudiante élite, que siendo sincera, no tenía nada de especial.

- Rosie ‒me acerco a ella feliz, la veo hablar con Étienne, su cara se pone seria al verme, suspiro de manera interna.

- Hola Ly, ¿cómo estás? ‒le sonríe omitiendo la cara del gemelo.

- Bien, ¿ustedes? ‒a pesar de la cara de Étienne, no olvidaría ser amable.

- Estamos muy bien, gracias ‒le sonríe, cada vez que pasaba el tiempo Rosie se volvía más bonita, estaba segura que tendría un futuro brillante. Me quedo quieta un momento, un recuerdo venía a mí, no había tenido uno en todo este año, al parecer se trataba del segundo príncipe heredero‒, ¿Ly? ‒me había sujetado del brazo, eso había sido muy loco.

- Estoy bien, fue algo momentáneo, necesito hablar con mi hermano, nos vemos después, ¿sí? ‒los veo asentir antes de comenzar a correr hacia el salón de Theo, suponía que era hora de contarle la verdad, con todo lo que había pasado, estaba segura que me creería.

- ¿Ly? ‒pregunta Jeremiahn, era el mejor amigo de mi hermano, era agradable la mayor parte del tiempo, su único defecto era lo superficial que era.

- Hola Jeremiahn, ¿sabes dónde está mi hermano? ‒me había alzado en puntas para buscarlo, pero no lo veía por ningún lado.

- Acaba de ir a la biblioteca, seguro lo alcanzas en el pasillo ‒me sonríe, asiento y comienzo a correr en esa dirección, seguro no se vería bien que una señorita como yo lo hiciera, pero poco me importaba, mejor para mí si me consideraban inapropiada para Bénézet.

Entro mirando a mi alrededor, noto que está vacía, lo que era perfecto para lo que tenía que hacer. Camino rápido buscando a mi hermano, suspiro de alegría cuando lo veo al final del inmenso lugar, camino lo más rápido que puedo hasta llegar a él.

- Theo, necesito hablar contigo ‒susurro tirando de su abrigo, lo veo dar un salto por la sorpresa y quizás, porque lo asuste.

- Demonios Ly, casi me matas de un susto ‒se lleva la mano al pecho, muerdo mi labio, era gracioso, pero debía ser seria por lo que tenía que decir.

- Lo siento hermano, pero hay algo importante que debo decirte, y no puede esperar ‒digo seria, él parece ver que es algo urgente, asiente y me señala las mesas al fondo.

- ¿Y bueno? ‒me mira serio, suspiro, de verdad esperaba que no creyera que me volví loca.

- Voy a decirte algo y es probable que creas que estoy loca, pero te juro que todo es cierto, promete que mantendrás la calma, ¿cuento con ello? ‒él me mira con extrañeza, pero asiente, suspiro‒. ¿Recuerdas que hace casi un año me encontraste en el despacho de nuestro padre dibujando? ‒asiente, saco la hoja, la había sacado por un presentimiento, quizás sería por aquel recuerdo. Se la extiendo y espero a que la desdoble y lea, lo que le toma menos de un minuto, despega la vista de la hoja y su expresión no me dice mucho.

- ¿Qué significa esto?, ¿evitar a Bénézet y evitar que me maten?, ¿hacer nuevos aliados?, ¿salvar al segundo príncipe? ‒negaba confundido.

- Mi nombre es Darice Amery, al momento de mi muerte tenía dieciocho años, cursaba mi último semestre de bachillerato y si debo ser sincera, fue el peor ‒su cara de desconcierto es impresionante‒, no es que antes fuera mejor, pero esto escalo a un nuevo nivel ‒sonrío de lado‒. Mis padres se casaron porque mi madre se embarazó de mí, se odiaban y por consiguiente, me odiaban ‒se encoge de hombros‒. Comenzaron tomando y de a poco escalaron a las drogas, como podrás imaginar siempre estaba sucia, mal comida y si sobreviví, fue gracias a la lástima de los vecinos que me daban ropa y comida, no sé cómo le hacían para que no los corrieran de ese viejo departamento, que dicho sea de paso, parecía todo menos eso ‒suspiro‒, ¿mencioné que yo vengo de otra época?, ¿una en dónde las mujeres usan pantalón y tienen un trabajo? ‒quizás hubiese sido bueno haber comenzado por ahí‒, bueno, pues más o menos serían unos quinientos años ‒veo como su boca se abre por la sorpresa‒, la cuestión es que debido a eso me acosaban, al inicio eran apodos y chistes sobre cómo me veía, pero poco a poco fueron escalando, me rompían la ropa, mi mochila desaparecía y aparecía con basura dentro o algunas cosas de dudosa procedencia, mis cuadernos terminaban mojados y así hasta ese último año de escuela, dónde comenzaron los golpes ‒cierro los ojos evitando llorar, parecían siglos de eso‒, pero no sólo ahí, en mi casa mi padre comenzó a golpearme, sobre todo cuando se le terminaba el dinero para drogas, me ponía a pedir en la calle y cuando no lograba juntar, me molía a golpes ‒toco mi estómago por inercia‒, siempre estuve sola, nadie me protegió y cansada de eso tomé una decisión, grabaría lo que me hacían esas mujeres, robaría el teléfono de un de ellas y haría un en vivo hablando de mi martirio antes de arrojarme de un quinto piso ‒era curioso que no hubiese tenido miedo, quizás porque sabía que seguir así sería peor‒. Oh, grabar me refiero a obtener cierto momento para verlo después, un teléfono es un rectángulo dónde puedes llamar, no necesitas esperar mucho y en fin, se usa para muchas cosas, un en vivo es proyectar una imagen a muchas personas, como ahora ‒muerdo mi labio, él parecía por demás confundido, quizás debía sólo explicar lo otro‒. En fin, antes de eso juré que si me tocaba vivir de nuevo, no dejaría que nadie me hiciera daño, cuando abrí los ojos estaba en este cuerpo y vi los recuerdos de tu hermana, ella había crecido muy feliz hasta que una tal Nadine apareció y le jodió todo, se acercó a sus amigos y se los quitó, luego a Bénézet y la puso en la peor posición, en otra vida ustedes no se llevaban bien y ella sólo intentaba complacer a sus padres y mantener el amor de Bénézet, porque ella creía que la amaba como ella a él ‒niego sonriendo de lado‒, menuda sorpresa se llevó cuando no le creyó y se puso del lado de esa chica, al final la encerraron y enjuiciaron, la encontraron culpable de querer dañar a esa mujer, pero ella era inocente a pesar de los celos que sentía, la enviaron a la horca ‒toco mi cuello por inercia‒, supongo que ella se fue y me dejaron aquí porque juré que no me dejaría de nadie y que nadie volvería a dañarme, Lydie no tenía el corazón para eso, pero yo sí ‒digo segura.




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