No soy la villana

Esta vez no

Lydie:

- Sus altezas, el sol y la luna de este imperio, un placer estar frente a ustedes ‒hago una reverencia, antes de volver a la academia me habían hecho venir al palacio imperial.

- Lydie, querida, eres toda una señorita ya, estas preciosa ‒me sonríe la emperatriz.

- Le agradezco, pero sin duda usted es aún más hermosa ‒hago una pequeña reverencia con la cabeza, ella sonríe complacida.

- También invite a los Lefebvre, no deben tardar en llegar ‒asiento feliz, mi sonrisa se cae al ver entrar a Bénézet, sin duda alguna era bastante apuesto, si no fuera porque en otra vida me mando al matadero sin tocarse el corazón, estaría más que dispuesta a casarme con él.

- El futuro de este imperio ‒me pongo de pie y hago una reverencia, lo veo acercarse, toma mi mano con delicadeza y deposita un casto beso, sonrío lo mejor que puedo disimulando mi cara de desagrado.

- Los jóvenes Lefebvre han llegado, su alteza ‒informa uno de los hombres, por instinto sonrío, Rosie había llegado.

- Hazlos pasar ‒dice suave, me giro hacia la entrada del jardín.

- Si me permites madre, hay algo que quiero mostrarle a Lydie ‒me giro a verlo extrañado, me toma del brazo y me saca casi a rastras de ahí, intento caminar junto a su velocidad, más que nada para evitar que me caiga.

- Oye, suéltame ‒intento zafarme sin caerme, cuando consigo tener equilibrio uso mis pies para frenarlo‒, te estoy diciendo que me sueltes, con un demonio ‒jalo mi brazo y logro soltarme, me froto mientras lo miro mal.

- Conmigo haces gestos de desagrado, pero sólo escuchas el apellido de ese imbécil y tu cara se ilumina ‒se gira, estaba furioso, trago saliva, por instinto doy unos pasos hacia atrás, podía ver con claridad a mis abusadores.

- Es por Rosie, y no tendría que darte explicaciones de porque me pone feliz ver a mis amigos y a ti no, ¿por qué no entiendes que no siento nada por ti?, ¿qué tengo que hacer para que me dejes en paz? ‒había alzado la voz, lo veo apretar la mandíbula, se acerca y me toma de los brazos.

- Porque no puedes amarme, ¿qué fue eso que te hice que es tan horrible e imperdonable? Dime, ¿qué tengo que hacer? ‒su mirada desesperada me daba lástima, pero no caería, esta vez no moriría.

- No hiciste nada ‒y eso era verdad, al menos en esta vida no había hecho nada‒, es sólo que cambie, todos lo hacemos ‒eso era cierto, aunque era un gran eufemismo ya que yo había cambiado hasta de alma‒. No me interesan las cosas que me interesaban cuando niña, crecí y madure, me volví realista, sé muy bien que lo que deseaba cuando pequeña no eran más que cuentos de hadas ‒intento alejarme pero presiona con algo de fuerza mis brazos, chillo por la sorpresa.

- No te olvides de quién soy, serás mía o de nadie más ‒lo miro con sorpresa unos segundos, me congelo cuando me besa con rudeza. Intento apartarlo pero en vano, piso su pie con fuerza logrando que me suelte.

Trago saliva antes de echarme a correr, quería irme de ahí, había sentido mucho miedo. Mientras corría pensaba en que no podría decirle a mi hermano, estaba segura que haría una locura, así que sólo podría decirle a Rosie.

Entro al salón, miro a Rosie y con sólo una mirada sabe que algo malo ha pasado.

- Su alteza, lamento tener que irme así, pero no me encuentro bien y quisiera ir a mi casa a descansar, si está usted de acuerdo ‒hago una reverencia, mi corazón latía con fuerza, me dolía el estómago y quería puro llorar.

- ¿Pasó algo querida? Estas pálida ‒dice preocupada, asiento e intento sonreír.

- Me duele un poco el estómago, es todo ‒eso no era mentira, detrás de mí escucho que se abren las puertas, me pongo derecha y comienzo a temblar.

- Si me permite su majestad, podríamos acompañarla para que usted no se preocupe, en cuanto lleguemos a su casa, le notificaré su estado ‒escucho a Rosie con calma, quería correr y abrazarla.

- Claro que sí, espero contar con su presencia pronto ‒asiento y me acerco a Rosie, ella rodea mi brazo y salimos de ahí, comienzo a llorar.

- ¿Qué pasó? ‒me mira preocupada, de reojo veo a Étienne un poco atrás.

- Se volvió loco de celos cuando escucho que habían llegado, él jura que estoy enamorada de tu hermano, si me puse feliz fue de saber que estarías aquí ‒veo como abren la puerta y salimos hacia el carruaje de ellos, me ayudan a subir y me aferro a Rosie‒, entonces me saco de ahí y me arrastro por el pasillo entonces ‒doy un salto al escuchar la voz de Étienne.

- ¿Qué ese infeliz hizo qué? ‒me giro a verlo, había olvidado que venía aquí.

- Me arrastro, quería decirme porque no lo quería como cuando tenía cinco e intente explicarle que todos cambiamos y que lo que creía a esa edad no era más que un sueño, pero entonces me dijo que recordará quien era y que lo quisiera o no, era suya y entonces me beso a la fuerza, me asuste mucho ‒me aferro a Rosie, había estado aterrada, claro que en mi otra vida habían intentado abusar de mí, si bien no había sido tan violento como otras veces, pero eso no quitaba que estuviera asustada.

- Ese imbécil ‒lo escucho decir molesto mientras golpea la pared del carruaje‒, como se atreve a hacerte eso ‒lo veo de reojo, jamás había esperado una reacción así de su parte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.