No soy la villana

De vuelta a la academia

Lydie:

Estaba lista para todo lo que viniera, y con eso me refería a Nadine y a Bénézet, gracias al cielo este sería su último semestre antes de graduarse, por lo que no tendría que verlo.

Había pensado en la forma de evadir ir al palacio, me haría la enferma, además de eso intentaría que Nadine y Bénézet se conocieran, si él se enamoraba de ella, eso dejaría resuelto mi problema, sólo debía evitar que esa loca me condenara.

- Cualquier cosa, no dudes en mandarme a llamar ‒dice mi hermano preocupado, hace un año se había graduado, por lo que no tenía forma de ayudarme.

- Claro hermano, no te preocupes, no debes descuidar tus estudios como futuro Duque, cuento con ello ‒él asiente, había planeado tomar el control del ducado para evitar que mi padre siguiera insistiendo en el matrimonio.

- Claro que sí ‒besa mi frente, le sonrío antes de salir.

- Buenos días señorita ‒me saluda Frank, le sonrío sincera mientras me ayuda a subir, miro mis botines, eran muy cómodos y en Inglaterra estaban de moda, así que sin importar cuanto le molestará a mi madre, los seguiría usando.

- Buenos días Frank ‒respondo mientras subo, cierra la puerta y me acerco a la ventana, el cielo azul sin nubes me recordaba a Bastián, sólo esperaba que estuviera bien, que sea feliz y libre.

Al llegar bajo y veo a los gemelos, me acerco sonriendo, abrazo a Rosie y le hago una reverencia a él.

- Monsieur Lefebvre ‒le sonrío, por primera vez en casi nueve años, me devuelve el gesto, aquello hizo mi corazón acelerarse, ¿cuándo es que se había vuelto así de guapo?

- Miss Chevalier ‒comienzo a reír, así solían llamarme en el internado.

- Que buenos recuerdos tengo de ahí ‒río bajo, me agacho para recoger lo que parece un anillo, al levantarme pierdo el equilibrio y caigo de frente, él me sostiene, eso me había dado miedo‒. Lo lamento ‒alzo la vista para verlo apenada, y todo lo que puedo ver son unos hermosos ojos verde como el mar embravecido que me miran con sorpresa.

- ¿Estás bien? ‒asiento sintiendo que no me salen las palabras.

- Puedes alejar tus sucias manos de mi prometida ‒me quedo congelada, me pongo derecha, me giro a verlo como un robot.

- En primer lugar, sólo me estaba ayudando, en segundo lugar, no soy tu prometida ya que no pasé los exámenes como candidata, y en tercer lugar, no te me acerques ‒Étienne se pone frente a mi de manera protectora, no puedo evitar emocionarme, no me traicionaría.

- Será mejor que te retires, después de lo ocurrido la semana pasada, me parece una desfachatez de su parte querer acercarse ‒dice con una frialdad con la que no lo había escuchado hablar antes.

- Esto no se va a quedar así ‒nos mira mal antes de irse, sólo entonces puedo relajarme.

- No sé si podré soportar esto todo el semestre ‒suspiro derrotada‒, gracias monsieur ‒le sonrío con sinceridad.

- No vamos a dejarte sola en ningún momento del día ‒Rosie aprieta mi mano y le agradezco sonriendo.

Tenía que poner en marcha mi plan hoy mismo, Rosie sabía lo que planeaba y no le resultaría raro que me acercará a hablarle, además de que era descortés no presentarte.

- Señorita Monteil, un placer conocerla al fin ‒digo nada más verla sentarse junto a Adelaine, esta parece sorprendida que hable con alguien que no sean los gemelos.

- Lady Chevalier, he oído hablar mucho de usted, me alegra que volviera ‒sonríe inocente, sólo yo sabía lo ruin que era.

- Sí, a mi también me alegra volver, nada como estar en casa ‒ella asiente‒. ¿Y cómo le va?, ¿la han tratado bien? ‒digo suave.

- Sí, todos han sido muy amables, sobre todo Adelaine, es una gran fortuna contar con su amistad ‒asiento de acuerdo.

- Sí, espero que podamos volvernos amigas, claro, si usted quiere ‒sonaba tan inocente, supongo que había aprendido bien a fingir.

- Claro que sí, me encantaría, he escuchado que se perfila para ser la siguiente emperatriz, ¿es así? ‒me mira con curiosidad.

- Ella no sería emperatriz bajo ninguna circunstancia, no aprobó los exámenes ‒dice una chica, a la que no recuerdo; como si nada.

- Bueno, al parecer no soy muy hábil para esas cosas ‒digo con fingida pena.

- No los escuché, seguro sería una excelente soberana ‒bajo la cabeza sonrojándome, eso, muerde el anzuelo.

- Gracias por sus buenos deseos, no creo que lo sea ‒digo en falso tono modesto‒, la clase comienza y debo volver a mi lugar, bonito día ‒ella asiente, me siento a un lado de Rosie.

- ¿Funcionó? ‒susurra bajo, asiento sonriendo‒. ¿Vas a citarlo hoy como quedamos? ‒vuelvo a asentir, le enviaría un mensaje al príncipe citándolo en la biblioteca, así mismo, haría aparecer en mi lugar a Nadine, estaba planeando un pequeño accidente, después de todo, fue con lástima que logró conquistarlo en mi vida pasada.

-Gracias por ayudarme, no me he sentido bien desde que volví ‒las clases habían pasado en un abrir y cerrar de ojos, en el descanso le había pedido a Nadine que me acompañará a la biblioteca alegando que conocía algunos libros que le ayudarían a ponerse al corriente con las clases. Rosie se había llevado a su hermano a la cafetería.




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