No soy la villana

Compromiso

Lydie:

- Joven maestro, traje un poco de té para mi señorita ‒me sonríe Meg, ella era muy buena conmigo‒, y un poco del pastel que trajo la señorita Rosie ‒miro a mi amiga.

- Oh, ya venía para acá cuando me avisaron, era para tu fiesta ‒dice con mirada triste.

- Aun podemos hacerlo, quizás en el balcón ‒señalo a la ventana.

- No puedes moverte, necesitas reposo, eso dijo el doctor ‒mi hermano estaba serio, más bien preocupado.

- No tengo que caminar, puedes llevarme en brazos hasta allá y mi pie puede descansar en un taburete, por favor hermano ‒lo miro suplicante, suspira y asiente.

- Meg, prepara la mesa de afuera, diles que preparen algunos bocadillos también ‒ella asiente y hace como le pide mi hermano.

Aprovecho para relatarle a Rosie lo que pasó, ella pasó de la preocupación a la rabia.

- No sabía que eran primos de Bénézet ‒digo suave, sin reproche‒, cuando me dijo que lo de Nadine lo había planeado junto a su prima, me desconcertó por completo, no conocía a nadie más, entonces me dijo que ustedes lo eran ‒Rosie asiente.

- Algo que no nos llena de orgullo, por eso lo mantenemos en secreto ‒ella se encoge de hombros restándole importancia, comienzo a reír.

- Lo puedo entender ‒rio con ganas, veo a todos sonreír.

- Sabes Ly, cada vez me pareces más valiente, mira que arrojarte por la ventana ‒miro mi tobillo con el hielo encima.

- Bueno, es mejor que un quinto piso con suelo de concreto, al menos los arbustos minimizaron la caída, supongo que de haber estado más calmada pude calcular mejor la caída, pero bueno, la adrenalina que da el miedo no es más que un mecanismo de supervivencia, uno muy útil pero irracional ‒balbuceo, me sonrojo al darme cuenta.

- Pues hay que agradecer a esa adrenalina, de no haberla tenido, no hubieses sido capaz de correr con el tobillo torcido ‒asiento de acuerdo, eso me habría ralentizado bastante.

- Todo esta listo joven amo ‒dice Meg haciendo una reverencia, mi hermano se acerca tras quitar los hielos, me alza con cuidado después de ponerme un chal, me acomodo en su pecho.

Pronto siento el aire fresco en mi rostro, Theo me deja con cuidado en la silla mientras Rosie acomoda mi pie, vuelve a colocar el hielo, suspiro. Veo como pronto se sientan y a Meg servir el té.

- Muero por probar tu pastel ‒tomo el plato y corto un trozo, sonrío, sabía muy bueno‒, que bueno que esta Rosie ‒digo con emoción, antes había tenido mucho miedo, pero estar cerca de ellos y que hagan el esfuerzo por complacerme, hace que casi me olvide de eso.

- Espero estar invitado ‒dice una extraña y desconocida voz, me giro a ver al dueño, era un chico bastante atractivo, de entre catorce y quince años, había algo en sus ojos que me resultaba muy familiar‒, feliz cumpleaños monita Ly ‒abro los ojos con sorpresa, no puedo evitar la estúpida sonrisa en mi rostro.

- ¿Bastián? ‒él asiente sonriendo, no puedo evitar ponerme a llorar mientras extiendo los brazos, de poder me habría levantado de un salto para abrazarlo yo misma. Lo veo acercarse tras asentir, me abraza y le devuelvo el abrazo con fuerza.

- Me da gusto volver a verte Ly ‒dice nada más separarse, toco su rostro viendo lo mucho que ha crecido, lo saludable que se ve.

- Te ves muy bien, tan saludable –él deja que toque su rostro a mi gusto.

- Y guapo, no omitas eso –rio negando, pero en efecto, era muy guapo.

- Y presumido –es su turno de reír–. ¿Cómo has estado?, ¿qué tal tu vida? –lo invito a sentarse a mi lado, hace como le pido mientras Meg sirve otra taza.

- Bien, Fontaine y su esposa me cuidaron como verdaderos padres –sonríe con cariño–, hace poco fallecieron, sin embargo, me enseñó muchas cosas sobre cómo dirigir un imperio, me decía que las relaciones diplomáticas con otros reinos eran importantes, además, me daría un respaldo en caso de que el emperador quisiera deshacerse de mí, tengo muchos aliados militares –dice con orgullo–. De hecho, por la mañana me reuní con la emperatriz madre para decirle quién era y lo que me había pasado, claro que ella cree que fue Fontaine quién me salvó y cuido –me guiña un ojo–, ella estaba furiosa con lo que su esposo había hecho, me pidió disculpas y me aseguró que tendría un lugar en la familia imperial, así que cuando se haga oficial, seré Bastián Bertrand de la casa imperial Borbón-Maine, a sus órdenes –toma mi mano y la besa con galantería, rio bajito.

- Un gusto alteza –hago una reverencia con la cabeza–. Me alegra verte, nunca deje de pensar en ti, pero tenía la seguridad que estarías bien, y así fue –él asiente–. Bastián, ¿por qué decidiste aparecer? ¿Tienes sospechas de que sepan que vives? –niega suave.

- Hace mucho que el emperador lo sabe, que llevó años fuera de esa prisión, y que estoy vivo, también sé que me ha estado buscando, en vano porque mi padre era el mejor escondiéndose –rio ante eso–, y cómo te explique antes, hice conexiones con otros reinos para tener apoyo, y entonces el duque y el barón aparecieron en mi humilde morada –le veo mirar a ambos, ellos sonríen.

- ¿Eres el plan de reserva?, ¿por eso revelaste quién eras? –miro a mi hermano y a Et, como lo llamaba Rosie; ellos sonríen encogiéndose de hombros.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.